Prioridades
distintas tienen el oficialismo y la oposición con respecto
a la lucha política en el 2008. Miraflores buscará
reencauchar la posibilidad de otra reelección del señor
Chávez, a pesar de los golpes de pecho en Aló Presidente, y
en el heterogéneo espectro opositor se tratará de consolidar
una alternativa de poder a la actual hegemonía.
Ya la "revolución bolivarista" empezó su trabajo con el
anunció de las llamadas tres erres: rectificación, revisión
y reimpulso, más o menos sustanciadas en la chucuta Ley de
Amnistía y en el reciclaje ministerial. El objetivo es ir
creando un ambiente más comprensivo hacia el segundo
capítulo de la tesis reeleccionista, sobre todo pensando en
la millonaria abstención chavista del 2-D.
En pocas palabras, se trataría de una campaña de "marketing
político" para masajear a la tradicional base electoral del
señor Chávez, en gran medida decepcionada por los resultados
concretos de nueve largos años de mando acumulado. Se querrá
empaquetar a la "revolución" como un "nuevo gobierno" de
políticas públicas específicas dirigidas a enfrentar la
inseguridad, la escasez, la inflación y los mil un males
agravados al máximo.
Como desde el punto de vista constitucional y político no es
posible replantear la "reelección indefinida" como tal, es
probable que inventen otra fórmula menos indigesta como el
tercer período, vendido como la "ñapa" del 2012-2018.
Después de todo el vituperado Alvaro Uribe parece que
estaría sopesando emprender un camino similar en Colombia,
al intentar conseguir un tercer cuatrienio.
Sostendrán los responsables de la Sala Situacional de Misia
Jacinta, que presentar las cosas como si fuera "seguir el
ejemplo que Bogotá dio", podría rendir mejores frutos que la
fallida propuesta de reforma en el 2007. Desde luego que
habiendo en Colombia un estado de Derecho con separación de
poderes, tampoco le sería nada fácil a Uribe Vélez despejar
la ruta continuista.
En cualquier escenario esa cuesta en Venezuela es empinada,
y para intentar remontarla el oficialismo no escatimará
esfuerzo alguno en la distribución proselitista del ingreso
petrolero, ahora reforzado con los nuevos incrementos de los
precios en el mercado internacional. Encima, ese saco de
gatos que se llama "las fuerzas leales al proceso" luce más
enguerrillado que nunca en lo interno, y basta echarle un
vistazo a alguno de sus medios emblemáticos para
constatarlo.
El tiempo apremia y el 2008 será crucial para definir la
prioridad reeleccionista. Después de todo, para el régimen
imperante la conservación del poder sin límite de tiempo es
el alfa y omega de su razón de ser.
En ese sentido, no importa mucho que el señor Chávez jure y
perjure que no buscará otra reelección y que su período
finalizará de manera inexorable en enero del 2013: eso ya lo
ha dicho antes y aquellas palabras se las llevó el viento.
En todo caso, como dijo Santo Tomás, ver para creer.
En cuanto a la oposición venezolana, tenemos por lo menos
tres sectores formalmente distintos: el conjunto de los
partidos políticos que conformaron el "Bloque del no", el
renovado movimiento estudiantil, y el tercer polo o la
"oposición quintorepublicana" que encabezarían el general
Raúl Isaías Baduel y otros factores del "proceso" que ya no
comulgan con el señor Chávez, incluida la exprimera dama
Marisabel Rodríguez y el partido Podemos.
Vaya la aclaratoria que "oposición política" es una especie
del género "sentimiento opositor".
Los tres ámbitos referidos se alinearon a favor de "votar
no" en el referendo del 2-D, pero no necesariamente esa
unidad de propósito continuaría de la misma forma en el
2008. De hecho, Baduel viene proponiendo la convocatoria de
una Asamblea Nacional Constituyente, mientras que la mayor
parte de la oposición política se inclina por concentrar el
esfuerzo en las elecciones regionales y municipales de
finales de año.
Dicha diferencia no sólo sería conceptual sino pragmática:
hace falta una cierta infraestructura política para
participar con chance en los comicios descentralizados de 23
estados, más de 330 municipios y el Distrito Capital, por lo
que el "Bloque del no" tendría, en principio, más
oportunidades que la iniciativa en formación de una
"plataforma bolivariana no-chavista".
Para este factor emergente sería, en principio, menos
trabajoso el supuesto de una consulta de carácter general
con listas nacionales, como lo fue la elección de los
diputados a la Constituyente de 1999. No obstante, el
impulso "constituyente" que de pronto cobró cierta fuerza
luego del referendo, se ha venido apagando.
Y es que para una sociedad saturada de grandielocuencia
política, tipo "refundación de la república" y etcéteras, no
le resulta sencillo volver a comprar esa clase de espejismo,
máxime con las calles repletas de basura, con los anaqueles
del mercado semivacíos y con el hampa campeando en todos los
rincones.
Sonaría más razonable que la unidad de criterios que privó
para el 2-D se volviera a confeccionar para las elecciones
regionales. En especial si el movimiento estudiantil también
participara en el proceso, y no únicamente con su
credibilidad social, sino también con nombres propios que
bien pudieran aspirar a cargos de elección.
Y más razonable aún sería que la voluntad unitaria no se
limitara a los mecanismos de participación electoral, sino
que se ampliara en la defensa de la cultura democrática del
país, ya que sería ilusorio sostener que la vocación
totalitaria del "régimen revolucionario" será rectificada y
archivada.
Lo cierto de la situación es que la lucha política seguirá
recobrando vigencia, y que aquella muralla en apariencia
infranqueable del poderío rojo-rojito está siendo erosionada
por el pluralismo de la sociedad venezolana.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |