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Bolivia sin metiches
por Fernando Luis Egaña
viernes, 9 mayo 2008


Si la violencia se apoderara de Bolivia, una responsabilidad muy principal recaería en el intervencionismo descarado del señor Chávez en los asuntos internos de ese conflictivo país. Tanto criticar al imperialismo gringo para hacer gala de un "sub-imperialismo" de corte notoriamente más agresivo y dominador.

Mucha gente amiga se lo advirtió a Evo Morales y a la dirección de su poderoso partido, el MAS, tan pronto como ganaron las elecciones de diciembre de 2005: si dejan que Chávez y Fidel se metan de cabeza en el nuevo gobierno, entonces tarde o temprano las consecuencias serán funestas. Dicho y hecho.

El presidente Morales no quiso o no pudo darse cuenta de ese grave peligro, y ahora, dos años y medio después, su proyecto político y su debilitado liderazgo se encuentran hipotecados hasta los tequeteques al voluntarismo del adalid de la "revolución bolivarista".

Lo que en términos prácticos significa que la compleja crisis boliviana en vez de conducirse por las coordenadas naturales de su endógena dinámica, se la quiera machetear desde la llamada sala situacional de la Miraflores. No pocos se preguntan en Bolivia, quién es el que manda sobre el Gobierno Nacional, si el jefe de Estado elegido o su mentor venezolano. La respuesta cada día se hace más obvia.

Y es que fue el señor Chávez quien empujó al señor Morales a tratar de imponer "a la venezolana" el modelo Constituyente para amarrar las instituciones del Estado y concentrar el máximo de poder en el paceño Palacio Quemado. Incluso llegaron a aprobar un proyecto de Constitución al margen de las reglas de la Asamblea Constituyente.

Esa "nueva Constitución", por cierto, se parece bastante no a la llamada "bolivariana" de 1999 sino a la "socialista" que los electores de nuestro país derrotaron en las urnas el pasado 2 de diciembre. Comenzando por la figura de la reelección continua, verdadero santo y seña de ese proyecto de dominación disfrazado de revolución redentora.

La reacción opositora ha sido combativa, sobre todo por estar familiarizada con la infortunada experiencia venezolana de 1999. La dupla Chávez-Morales ha conseguido enajenar a densos sectores que tuvieron simpatías por el cambio que supuso la victoria inicial de Evo y el MAS. Hoy en día, la coalición de oposición va mucho más allá de fronteras partidistas y se expresa en una mayoría social, cada vez más beligerante.

Sin pretender desconocer otras influencias externas en el agravamiento del conflicto boliviano, tanto de los gobiernos de Estados Unidos y Brasil como de intereses económicos internacionales, es claro que el proceso hacia las autonomías departamentales, reavivado en estos años, es una respuesta defensiva de esa mayoría ante el avasallamiento político del gobierno central, impulsado con todo y chequera desde Caracas.

Arrollador ha sido el triunfo del "sí" en el referendo autonómico de Santa Cruz. Más de 80% a favor del estatuto. Morales y Chávez lo pretenden descalificar alegando que hubo cerca de 40% de abstención. Lo que no recuerdan es que en el referendo para aprobar la Constitución venezolana de 1999, la abstención superó el 57% y no se argumentó que por ello fuera un fracaso.

Y ahora vendrían los referendos de Tarija, Beni y Pando, y probablemente de Chuquisaca y Cochabamba. Impulsados por la victoria cruceña y el creciente descontento popular ante lo que ya se considera como una oportunidad histórica frustrada.

Desde la cómoda distancia de la izquierda-caviar, a Bolivia se la ve con la maniquea simpleza de pueblo indio contra oligarquía blanca, y los infaltables aderezos ideológicos de la propaganda anti-imperialista. No se logra percibir su extraordinaria diversidad social, política y geográfico-cultural, con toda su gama de matices y complejidades.

Aplicarle la cartilla preescolar que Chávez tiene en la cabeza equivale a activar una bomba de tiempo que, no por nada, está a punto de estallar. El Cardenal de Bolivia, monseñor Julio Terrazas, al momento de votar en la consulta de Santa Cruz, declaró que el referendo "no puede ser un factor de odio ni separación, sino de unidad del país".

Los bolivianos deberían entenderse entre sí y poner en su lugar a los metiches del continente. Ojalá y no sea demasiado tarde.

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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