El
fiasco internacional de Villavicencio, la chucuta Ley de
Amnistía y la desencajada reconversión monetaria, están
marcando el inicio de un año crucial para el futuro de
Venezuela. Porque el 2008 será un período crítico para
importantes definiciones, y no tanto por la conseja aquella
de la significación histórica de los años terminados en
ocho, sino por las características propias del país
post-referendario.
En ese sentido, se hace todavía más lamentable que el actual
mandatario miraflorino haya convertido el ejercicio del
poder presidencial en una especie de teleculebrón ... Que de
eso tiene una interesante teoría uno de nuestros más
conocidos guionistas de novelas televisivas. Y ello porque
iniciativas de suyo alentadoras, como la participación en
misiones de carácter humanitario, suelen terminar en
polvaredas mediáticas con mucha más bulla que cabuya.
La gran prensa francesa, por ejemplo, tan interesada en la
liberación de los rehenes de las FARC, calificó la reciente
"Operación Transparencia o Emmanuel" como un "circo en la
selva" y como un "Hollywood en la jungla", y no únicamente
por la presencia del cineasta norteamericano Oliver Stone,
sino por la desmesurada espectacularidad que el señor Chávez
se empeñó en recrear alrededor de una situación tan compleja
y delicada.
El respeto a la vida humana y al dolor ajeno y familiar en
condiciones tan difíciles como la entrega de secuestrados
por parte de bandas armadas colombianas, supone un grado de
prudencia y discreción que el afán noticioso del gobernante
rojo-rojito no podía darse el lujo de permitir.
Por cierto que no debe pasar por debajo de la mesa, la
estrecha afinidad entre la "revolución bolivarista" y las
FARC que el triste episodio de Villavicencio resaltó de
manera expresa. Incluso Venezolana de Televisión transmitió
un documental apologético de ese grupo narcoguerillero, que
entre sus ejecutorias tiene el secuestro de numerosos
venezolanos y el ataque reiterado a puestos fronterizos de
la Fuerza Armada Nacional.
Es cuando menos trágico que el presidente de Venezuela haga
las veces de vocero internacional del secretariado de las
FARC y de su líder máximo, Manuel Marulanda, al tiempo que
descalifica de raíz al gobierno legítimamente constituido de
Colombia, y ni hablar de su principal funcionario, el
presidente Alvaro Uribe.
Las consecuencias de estas posiciones y estilos están a la
vista de todos, y una vez más las razonables expectativas
sobre el avance del ansiado acuerdo humanitario han quedado
insatisfechas y pospuestas.
Algo parecido acontece con el reclamo nacional en favor de
la libertad plena de los presos políticos y del cese
definitivo de la persecución judicial y policial por razones
políticas a centenares de compatriotas, dentro y fuera del
país.
La decretada Ley de Amnistía, en principio una decisión
enaltecedora de "lo humano, lo cristiano y lo venezolano"
como escribiera a comienzos de diciembre Ramón Guillermo
Aveledo, dejaría por fuera a muchos de los casos más
injustos de la vindicta boinacolorá, por lo que no pocos se
preguntan si en verdad es sincera la declarada intención
presidencial de "pasar la página".
Habría bastado que se reprodujera la amplia Ley de Amnistía
sancionada por el célebre Congresillo del año 2000 en
beneficio de los participantes de las insurrecciones
militares de 1992, para que el presente decreto-ley tuviera
los alcances esperados por el conjunto de la opinión
pública.
Además, el encumbramiento de Luisa Ortega Díaz como Fiscal
General de la República no regatea sino abona la impresión
negativa acerca del grado de compromiso del Estado
"revolucionario" por la reconciliación nacional . Lo que ha
podido ser la "tercera pacificación" quizá termine en una
pretendida jugada política con más proyección publicitaria
que humanitaria. Ojalá y no sea así, y el citado decreto-ley
sea interpretado de manera general y suficiente.
Porque lo que sí tiene todos los visos de desarreglo es la
reconversión monetaria en medio de la espiral inflacionaria
más elevada de la última década, agravada por la brecha
irreductible entre el cambio oficial y el paralelo, la
escasez de productos de la cesta alimentaria, y los
sobrevenidos problemas fiscales y presupuestarios, a pesar
de que el barril de petróleo esté rompiendo el récord
histórico de los 100 dólares.
Sin ir muy lejos, en el "Mensaje de fin de año del
presidente del Banco Central de Venezuela", publicado el 31
de diciembre, se revela que en el 2007 "los salarios del
sector privado, en términos reales, se contrajeron en 0,1%".
Y los del sector público, también en términos reales, apenas
experimentaron "un crecimiento anual de 1,8%".
Estas son las "coordenadas" principales de la coyuntura
nacional en los inicios del 2008, al menos en lo que al
desempeño de la "revolución bolivarista" se refiere. Ahora
falta que esa misma nación que el pasado 2-D reiteró su
vocación democrática, también comience a fijar sus
posiciones y ejecutorias de una manera activa y enrumbada
por una agenda de futuro y esperanza.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |