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Villavicencio, amnistía y reconversión
por Fernando Luis Egaña
sábado, 5 enero 2008

El fiasco internacional de Villavicencio, la chucuta Ley de Amnistía y la desencajada reconversión monetaria, están marcando el inicio de un año crucial para el futuro de Venezuela. Porque el 2008 será un período crítico para importantes definiciones, y no tanto por la conseja aquella de la significación histórica de los años terminados en ocho, sino por las características propias del país post-referendario.

En ese sentido, se hace todavía más lamentable que el actual mandatario miraflorino haya convertido el ejercicio del poder presidencial en una especie de teleculebrón ... Que de eso tiene una interesante teoría uno de nuestros más conocidos guionistas de novelas televisivas. Y ello porque iniciativas de suyo alentadoras, como la participación en misiones de carácter humanitario, suelen terminar en polvaredas mediáticas con mucha más bulla que cabuya.

La gran prensa francesa, por ejemplo, tan interesada en la liberación de los rehenes de las FARC, calificó la reciente "Operación Transparencia o Emmanuel" como un "circo en la selva" y como un "Hollywood en la jungla", y no únicamente por la presencia del cineasta norteamericano Oliver Stone, sino por la desmesurada espectacularidad que el señor Chávez se empeñó en recrear alrededor de una situación tan compleja y delicada.

El respeto a la vida humana y al dolor ajeno y familiar en condiciones tan difíciles como la entrega de secuestrados por parte de bandas armadas colombianas, supone un grado de prudencia y discreción que el afán noticioso del gobernante rojo-rojito no podía darse el lujo de permitir.

Por cierto que no debe pasar por debajo de la mesa, la estrecha afinidad entre la "revolución bolivarista" y las FARC que el triste episodio de Villavicencio resaltó de manera expresa. Incluso Venezolana de Televisión transmitió un documental apologético de ese grupo narcoguerillero, que entre sus ejecutorias tiene el secuestro de numerosos venezolanos y el ataque reiterado a puestos fronterizos de la Fuerza Armada Nacional.

Es cuando menos trágico que el presidente de Venezuela haga las veces de vocero internacional del secretariado de las FARC y de su líder máximo, Manuel Marulanda, al tiempo que descalifica de raíz al gobierno legítimamente constituido de Colombia, y ni hablar de su principal funcionario, el presidente Alvaro Uribe.

Las consecuencias de estas posiciones y estilos están a la vista de todos, y una vez más las razonables expectativas sobre el avance del ansiado acuerdo humanitario han quedado insatisfechas y pospuestas.

Algo parecido acontece con el reclamo nacional en favor de la libertad plena de los presos políticos y del cese definitivo de la persecución judicial y policial por razones políticas a centenares de compatriotas, dentro y fuera del país.

La decretada Ley de Amnistía, en principio una decisión enaltecedora de "lo humano, lo cristiano y lo venezolano" como escribiera a comienzos de diciembre Ramón Guillermo Aveledo, dejaría por fuera a muchos de los casos más injustos de la vindicta boinacolorá, por lo que no pocos se preguntan si en verdad es sincera la declarada intención presidencial de "pasar la página".

Habría bastado que se reprodujera la amplia Ley de Amnistía sancionada por el célebre Congresillo del año 2000 en beneficio de los participantes de las insurrecciones militares de 1992, para que el presente decreto-ley tuviera los alcances esperados por el conjunto de la opinión pública.

Además, el encumbramiento de Luisa Ortega Díaz como Fiscal General de la República no regatea sino abona la impresión negativa acerca del grado de compromiso del Estado "revolucionario" por la reconciliación nacional . Lo que ha podido ser la "tercera pacificación" quizá termine en una pretendida jugada política con más proyección publicitaria que humanitaria. Ojalá y no sea así, y el citado decreto-ley sea interpretado de manera general y suficiente.

Porque lo que sí tiene todos los visos de desarreglo es la reconversión monetaria en medio de la espiral inflacionaria más elevada de la última década, agravada por la brecha irreductible entre el cambio oficial y el paralelo, la escasez de productos de la cesta alimentaria, y los sobrevenidos problemas fiscales y presupuestarios, a pesar de que el barril de petróleo esté rompiendo el récord histórico de los 100 dólares.

Sin ir muy lejos, en el "Mensaje de fin de año del presidente del Banco Central de Venezuela", publicado el 31 de diciembre, se revela que en el 2007 "los salarios del sector privado, en términos reales, se contrajeron en 0,1%". Y los del sector público, también en términos reales, apenas experimentaron "un crecimiento anual de 1,8%".

Estas son las "coordenadas" principales de la coyuntura nacional en los inicios del 2008, al menos en lo que al desempeño de la "revolución bolivarista" se refiere. Ahora falta que esa misma nación que el pasado 2-D reiteró su vocación democrática, también comience a fijar sus posiciones y ejecutorias de una manera activa y enrumbada por una agenda de futuro y esperanza.
 

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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