El mandatario miraflorino está
seguro de la supuesta fortaleza de la economía bolivarista
en estos tiempos de crisis financiera en Wall Street y medio
mundo. Quizá Lula sí tenga derecho a resaltar la relativa
autonomía del productivo Brasil con respecto al descalabro
bancario, hipotecario y asegurador en Estados Unidos y en
varios países de la Comunidad Europea. Pero el rentista del
señor Chávez debería ser menos ufano en sus proclamas.
El modelo económico "chavista", o la "bolieconomía" que
tanto pondera Fidel Castro es sencillo: la repartición urbe
y orbe de un chorro de petrodólares gracias a los altos
precios del petróleo cortesía del empuje capitalista
mundial. Es decir, que si ese empuje se debilita o paraliza,
entonces esos mismos precios se moderan o caen, y en
consecuencia ese chorro se angosta y hay menos que repartir,
y en suma el "modelo" termina de volverse virutas para pasmo
de nativos y foráneos. No es muy complicado el asunto,
aunque por ejemplo el ex ministro de Finanzas, Rodrigo
Cabezas, sea incapaz de comprenderlo.
En pocas palabras, nunca como ahora la economía venezolana
había sido tan dependiente y vulnerable. Ya importamos casi
todo lo que consumimos, y cada día producimos menos de lo
producíamos, incluyendo, por cierto, el propio petróleo. El
meollo del asunto es que siempre se incrementen los precios
petroleros, de lo contrario más temprano que tarde el país
puede terminar sumido en una crisis de proporciones
inmanejables, tal cual las de subsistencia subsahariana.
Más de 700 mil millones de dólares asociados a la bonanza
petrolera capitalista y mundial, es lo que ha recibido y
despachado el Estado bolivarista en 9 años y medio. Ese
dineral ha hecho más o menos viable el esquema de crecer sin
producir, repartir sin invertir, e importar sin calcular,
que tiene a Venezuela en el extremo surrealista del rentismo
petrolero. Un esquema sólo interesado en estimular el
consumo al costo de lo que sea, que en algunos aspectos se
aproxima al delirio crediticio sin respaldo productivo que
formó la burbuja financiera que está explotando a nivel
global.
Y encima, parte de ese dineral ha servido para que la
montaña de la deuda pública adquiera alturas himaláyicas.
Otra parte se ha destinado a costear las innumerables
aventuras internacionales de la "revolución", y otra ha ido
a parar a las arcas de la muy buchona boliburguesía. Pero el
origen de tan cuantiosos dispendios y corruptelas es el
mismo: los petrodólares suministrados por el capitalismo
global. ¿O es que acaso Cuba nos cancela su factura
petrolera?
¿La crisis financiera internacional no afectará a Venezuela?
¿Venezuela está desenganchada de Wall Street? ¡Por favor!
Pocos países hay más susceptibles de padecer sus efectos que
el nuestro. Como si no fueran suficientes los efectos de la
crisis endógena, agravada en unos aspectos e incubada en
otros, por esta combinación de retórica y retroceso que
llaman "proceso bolivariano".
Para alguien que solo viva de una renta, la suerte de quien
la pague tiene una importancia absoluta. Eso pasa con la
Venezuela del presente, convertida en un apéndice del
mercado petrolero internacional y, más en concreto, del
mercado gringo que paga la renta petrolera venezolana en su
casi totalidad. Por eso el veterano D.F. Maza Zavala señala
que estamos "en la ruta del huracán", y su ímpetu amenaza a
un país desguarnecido.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |