Un
conflicto bélico con Colombia se justificaría si el Estado
colombiano agrediera nuestra soberanía territorial. Pero
instigar una guerra para defender a las FARC y para
politiquear en lo interno es una irresponsabilidad criminal.
El mundo está al revés en la mente del señor Chávez y de su
entorno cívico-militar. Venezuela tiene añales siendo
agredida por la narcoguerrilla colombiana mediante ataques
armados, asesinatos de oficiales y civiles, secuestros de
innumerables compatriotas, invasión de la soberanía a través
de campamentos fronterizos, complicidad con el negocio del
narcotráfico en nuestro territorio, etcétera, y resulta que
ahora estaríamos a punto de ir a una guerra con Colombia
para defender los intereses de esa misma narcoguerrilla.
El líder más importante de las izquierdas colombianas
reunidas en el Polo Democrático, el ex-candidato
presidencial Carlos Gaviria, le está pidiendo al señor
Chávez que "se serene y recapacite" en sus actitudes últimas
con motivo de la muerte del segundo comandante de las FARC,
Raúl Reyes.
El presidente de Venezuela está en su derecho de condolerse
por el violento final de su amigo ideológico y personal,
pero lo que no tiene es el derecho de involucrar a las
Fuerzas Armadas nacionales y a la sociedad venezolana es una
escalada bélica binacional, y hasta trinacional si incluimos
a Ecuador, por razones de afinidad política con las FARC.
Dicha situación se agravaría si la onda guerrera del
oficialismo también estuviera fundada, como parece estarlo,
en la apelación al patriotismo nacional como instrumento de
proselitismo político con miras a compensar el creciente
descalabro gubernativo y las ominosas perspectivas
roja-rojitas en las venideras elecciones regionales y
municipales.
Cierto que del dicho de la retórica bélica al hecho de una
confrontación concreta hay un estimable trecho, pero no lo
es menos que la inusitada movilización y despliegue militar
a lo largo de nuestra muy extensa frontera con Colombia,
ordenados y reiterados televisivamente por el señor Chávez
en un acto del PSUV, contribuye a espesar un ambiente de
tensión de lo más propicio para que cualquier chispa se
convierta en tragedia. Diversos generales que han comandado
a la FAN en diversas épocas han sido claros en esta delicada
materia.
Cuando el Estado colombiano violentó nuestra integridad
territorial en el caso de la corbeta Caldas, el país entero
acompaño al gobierno de entonces en su firme posición de
rechazo y exigencia inmediata a Bogotá para que retractara
su posición so pena de una reacción militar.
Las circunstancias de la realidad presente, al menos hasta
ahora, son completamente distintas. Justificar un eventual
conflicto bélico con Colombia en aras del acuerdo
humanitario por la paz de ese país, o para tratar de
reforzar la debilitada situación de las FARC, o para abonar
la tesis de que la "revolución bolivariana" está siendo
vulnerada por la política antiguerrillera del lacayo Uribe,
o por angustiosas consideraciones político-electorales, pone
de manifiesto, una vez más, el grado de irresponsabilidad
con que se manejan los asuntos públicos de Venezuela.
La posibilidad de una guerra por las FARC sería, entonces,
antipatriótica e inconstitucional, pero además sería
altamente impopular, pues una muy reciente encuesta de la
firma Hinterlaces revela que apenas el 5% de los consultados
se muestra a favor de la nada solapada alianza entre la
Miraflores roja-rojita y este grupo narcoterrorista, o
"movimiento político insurgente" como es identificado en el
discurso oficialista.
Para un país con una larga y admirada tradición pacifista en
el plano internacional, la opción de la guerra se entendería
si fuese agredido en su soberanía por un Estado extranjero.
Pero no podría justificarse en aras de defender a las FARC.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |