Abandonada,
inmunda y reviolenta, Caracas se ha convertido en la propia
encarnación de la revolución bolivarista, y hasta el señor
Chávez lo reconoce como si esta realidad no tuviera que ver
con su desgobierno.
La gran Caracas ha sido una víctima trágica del decenio
"revolucionario". Los principales indicadores urbanos
indican un craso retroceso, mientras otras capitales de
América Latina, como Lima o Bogota, y otras ciudades de
Venezuela, como Maracaibo, Valencia o Barquisimeto, han
salido adelante de manera evidente.
A su regreso de Madrid y desde las alturas de La Charneca,
el señor Chávez fingió en el teatro de un Aló Presidente su
enésima calentera por la situación atroz en que está sumida
Caracas. Digo fingió, porque de cuando en cuando monta el
mismo arrebato y no pasa absolutamente nada. Tan es así, que
la basura sigue amontonada hasta en la vecindad de
Miraflores y el montarrascal se traga hasta los alrededores
de La Casona.
Hoy en día Caracas registra un número similar de homicidios
que el de toda Venezuela de hace 10 años. Y su población, es
preciso recordarlo, ha crecido a un ritmo menor que el de
otras grandes ciudades o regiones del país. No hay otra
ciudad de América Latina, de población parecida, que le
supere en índices generales de criminalidad y en particular
de muertes violentas.
¿Obras públicas en la década de boinacolorá? Muy pocas en
verdad. El conjunto habitacional de Sabana de Blanco que
inauguró Noemí Campbell, la terminación tardía y costosísima
de la primera parte de la Línea 4 del Metro de Caracas, la
terminación del multiterminal de pasajeros en La Rinconada,
y casi pare usted de contar, salvando el hospital
cardiológico infantil de Montalbán y el mini-metrocable que
está por verse.
Para un Estado que ha gastado el equivalente de 700 mil
millones de dólares de 1999 para acá, el referido inventario
es un auténtico escándalo. Caracas nunca había estado tan
sucia, y de punta a punta porque las montañas de basura se
ven tanto en Carapita como en Las Mercedes.
Encima, la estatizada Electricidad de Caracas ha comenzado a
desmejorar el servicio, y los apagones --llamados
eufemísticamente "paradas"-- se hacen cada vez más
rutinarios. Sin ir muy lejos un familiar recién comentaba
que por donde vive (en el municipio Baruta) acababan de
producirse dos milagros en un mismo día: habían recogido la
basura de por lo menos tres semanas, y a pesar de un fuerte
aguacero no se había ido la luz....
Así mismo, buena parte de los parques, plazas, caminerías y
demás espacios públicos son guaridas de malandros y están al
margen del disfrute de la ciudadanía. Aquel útil programa
para el rescate de áreas cívicas, "Un cariño para mi
ciudad", que estimuló la cooperación entre gobierno
nacional, alcaldías, sector privado y comunidades, fue
desechado por autoridades oficialistas y de oposición, y el
mantenimiento de las zonas verdes se terminó volviendo ñoña.
Con la veintiúnica excepción del municipio Chacao, uno de
los más pequeños y adinerados de los 355 municipios de la
división político-territorial de Venezuela, el conjunto de
la gran Caracas parece dejado no a la buena de Dios sino a
la mala del diablo. Sobre todo los municipios más populosos
en el oeste y el extremo este de la urbe.
Llama la atención, por cierto, que se estén rompiendo y
reponiendo aceras de forma obviamente innecesaria en
diversas encrucijadas de la ciudad, incluyendo a Chacao.
¿Tendrá esto que ver con inveteradas mañas electorales?
En Caracas gobierna el hampa y en más de un sentido. Se han
masificado modalidades delictivas como el atraco en las
colas de tránsito, y los estados mayores de la Policía
Metropolitana se confunden con las antiguas listas de "los
más buscados".
Y ahora, luego de 10 largos años en el poder, el señor
Chávez de nuevo se queja porque Caracas esta hecha un
descalabro citadino. Que en honor a la verdad los problemas
de la capital no son nuevos, pero su agravamiento al por
mayor en medio de un vendaval de petrodólares sólo tiene
explicación razonable en la negligencia criminal de los
dueños del poder.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |