Si
una consecuencia positiva ha traído esa mezcla de chapuza y
amenaza que es la "política educativa" de la "revolución
bolivariana", es que ha vigorizado la conciencia nacional
sobre los temas de la educación. Desde el notorio Decreto
1011 por allá en el 2000 hasta la fresca polémica sobre el
llamado "currículo bolivariano", la pretensión de imponer
esquemas educativos de intensa politiquería y de muy baja
factura profesional, ha contribuido a la justificada
preocupación y la consiguiente movilización de la sociedad
docente.
De allí el intenso debate con la participación de
innumerables sectores y el creciente interés del conjunto de
los venezolanos. Un verdadero logro de la cultura
democrática en la defensa de sus derechos. Instancias como
la Asamblea de Educación y los gremios independientes del
ramo merecen el reconocimiento general por su labor de
alerta, reflexión y propuesta permanente en el vasto y
crucial conglomerado de la educación venezolana.
Pero hay un ámbito educativo que ha estado al margen de la
discusión: el de las Academias Militares. Nada o muy poco se
dice al respecto, y ello se hace casi incomprensible porque
en estas instituciones se forman, o no, los soldados de una
república cada vez menos civil y cada vez más dominada por
el fuero castrense. Si de la República Civil hemos pasado a
un régimen de marcada naturaleza y orientación militarista,
se hace obvio que las Academias Militares sean piezas
centrales del engranaje. No obstante, este tema no figura en
la agenda pública del país.
¿Qué se enseña en las Academias Militares? ¿Quiénes lo
hacen? ¿Cuáles son los criterios educativos? ¿Cuál es el
currículo? ¿Cómo se marcan las pautas? ¿Qué se busca con la
educación militar?
Tanto en la Escuela Básica de la FAN, donde se cursa el
primer año de estudio, como en las Academias de los cuatro
componentes, Ejercito, Armada, Aviación y Guardia Nacional,
donde se cursan los restantes, existen unos diseños
curriculares de carrera que son prácticamente desconocidos
fuera del medio militar. El tradicional desfase entre el
mundo militar y el mundo civil, se ha profundizado
deliberadamente en los años de la "revolución bolivariana",
y ello se refuerza más en el campo de la enseñanza
uniformada.
Por ejemplo, en la Academia Militar de Venezuela, "alma
mater" del Ejercito, impera un plan curricular llamado
"Simón Rodríguez", que se administra en 4 años lectivos y
que comprende actividades en aula, períodos de campo y una
serie de cursos obligatorios entre los que destaca, en
primer lugar, el "Curso de Guerra Popular de Resistencia"...
Los profesores no-militares de reconocida solvencia
académica que otrora tenían cabida en esas Academias han
sido eyectados de las mismas, y ahora se requieren
credenciales de militancia política para el más mínimo
intercambio con los aspirantes a oficiales.
Un vistazo a los títulos de los Trabajos de Grado de los
integrantes de la promoción "Felipe Acosta Carlez" de 2008,
da buena cuenta de los efectos del adoctrinamiento
"revolucionario". Muchos de estos se dedican a reiterar el
discurso oficialista sobre las supuestas maravillas del
socialismo de siglo XXI, y hasta no faltan los que se
destinan a la loa personal del comandante en Jefe. No será
por nada que el actual director de la Academia Militar, el
general Miguel Rodríguez Torres, haya sido por varios años
el jefe de la Disip o de la "policía política" como se la
llama en Miraflores. La rienda corta, pues.
Nuestras Academias Militares deberían ser las primeras en
cumplir los preceptos de la doctrina militar de la
Constitución en cuanto a la formación "esencialmente
profesional y sin militancia política, al servicio exclusivo
de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad
política alguna". Pero, ¿eso es así? No hace falta tener
unos soles sobre el hombro para saber la respuesta. Basta
constatar la actuación del actual ministro de la Defensa,
Gustavo Rangel Briceño, para saber lo mal que pueden andar
las cosas en aquellos recintos.
El solo hecho de que el discurso oficial insista en
parcializar a la Academia Militar como "la cuna de la
revolución bolivariana", debería ser suficiente para
suscitar la atención y la alarma del sector educativo
nacional. Estas Academias son demasiado importantes como
para que el conjunto de la sociedad civil no tenga interés e
incluso participación en las actividades que le son propias.
Al fin y al cabo, si el "currículo" es crucial para la
educación inicial, primaria, secundaria y
universitaria-civil, lo tiene que ser también para la
educación militar.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |