El
año que comienza será muy importante para la cultura
democrática de Venezuela: se cumplirán 50 años del 23 de
Enero de 1958, 50 años de la firma del Pacto de Puntofijo,
50 años de las primeras elecciones del reiniciado proceso
democrático, 50 años del surgimiento de la República Civil,
y 100 años del nacimiento de Rómulo Betancourt.
Simón Alberto Consalvi dedicó una de sus recientes columnas
dominicales en El Nacional a resaltar la curiosa importancia
de los años que terminan en 8 en la historia venezolana.
Para bien o para mal pues hizo memoria, por ejemplo, desde
el año aciago de 1848, cuando el general José Tadeo Monagas
impulsó el asalto al Congreso, hasta el notable de 1928 en
el que se estrena la generación política más destacada del
siglo XX. El año que está a punto de empezar también termina
en 8, y aunque sea muy difícil de predecir cómo pasará a los
anales, si es necesario reconocer que tendrá una
significación especial para la democracia venezolana, al
menos por el calibre de los aniversarios que tendrán lugar.
El primero de ellos, en tiempo y trascendencia, es el medio
siglo del 23 de Enero de 1958. Fecha crucial en la que
concluye el régimen militar del general Pérez Jiménez y se
abre una nueva oportunidad para la marcha democrática del
país. Hace una década dijo Luis Castro Leiva, en su discurso
en el Congreso de la República con motivo de los 40 años del
derrocamiento de la última dictadura, que "ese espíritu del
23 de enero nos dio entonces causa para la libertad y causa
de orgullo para pensar que había maneras de discernir moral
y políticamente la calidad de la paz en la historia". Esas
palabras resuenan con la frescura de una reflexión para el
presente.
Y es que a pesar de los 50 años de por medio, hay un lazo
muy nítido que une a las dos épocas: la necesidad de
convivir en democracia, sin miedo y sin odio. Entonces, una
aspiración que chocaba con un régimen aparentemente
blindado; ahora, una pretensión que se abre camino por entre
un proceso de dominación creído sin vuelta de hoja. Las
analogías forzadas son inútiles, pero no se puede
menospreciar el que la consecuencia más afirmativa del 23 de
Enero, o el desarrollo de una cultura democrática, sea,
precisamente, la razón más poderosa para tener esperanza en
la reconstrucción pluralista de la nación venezolana.
Lo que nos lleva a otro cincuentenario estelar, la firma del
Pacto de Puntofijo el 31 de octubre de 1958. Volviendo a
Castro Leiva: "la decisión política y moralmente más
constructiva de toda nuestra historia". Impulsado por Rómulo
Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, los
principales líderes de AD, URD y Copei, el pacto se
identificó como un "pleno acuerdo de unidad y cooperación"
para la defensa del régimen democrático, incluido un
Gobierno de Unidad Nacional y un Programa mínimo común.
Por cierto que dicho programa fue suscrito por los
candidatos presidenciales Betancourt, Larrazábal y Caldera,
el 6 de diciembre de 1958, un día antes de las elecciones, y
es necesario subrayar que Wolfgang Larrazábal era el
abanderado de URD y del Partido Comunista de Venezuela. Es
decir, que los acuerdos de gobernabilidad tuvieron una
amplitud de gran alcance. "Puntofijo", llamado así porque se
firmó en la quinta Puntofijo de Sabana Grande donde vivía el
Dr. Caldera, fue fundamental para que el naciente
experimento democrático superara los embates del viejo
militarismo de derechas y la ofensiva internacional de la
Revolución cubana.
Se ha querido cuestionar la legitimidad política del Pacto
de Puntofijo y según el "diccionario de boinacolorá" se
trató de un arreglo de cúpulas a espaldas del pueblo. Pues
bien, en las elecciones nacionales celebradas 5 semanas
después de la suscripción del pacto, los 3 partidos
signatarios, AD, URD y Copei obtuvieron, en conjunto, el
91,4% de los votos válidos, en unos comicios libres y
confiables en los que la abstención fue tan sólo del 6,5%.
No es por nada que Puntofijo fue modelo para otras
iniciativas de conciliación y gobernanza, como los acuerdos
de la Concertación chilena y el Pacto de La Moncloa, que
despejó el camino para la ansiada democracia española. En
sentido estricto, el Pacto de Puntofijo cesó al terminar el
gobierno de Betancourt, en marzo de 1964, aún cuando URD se
había salido del acuerdo en 1960. En el quinquenio
siguiente, el de Raúl Leoni, se celebró otro acuerdo
diferente, la "Amplia Base" que reunió a AD, URD y el FND de
Uslar Pietri.
El 7 de diciembre del 2008 se cumplirán 50 años de la
realización de las primeras elecciones del proceso
democrático reiniciado en 1958. En la presidencial ganó
Rómulo Betancourt con el 49,18% de los votos, seguido por
Wolfgang Larrazábal con 39,54% y Rafael Caldera con 16,19%.
En la votación para los cuerpos colegiados, AD logró el
49,45% de los sufragios, URD el 26,75%, Copei el 15,20%, y
el PCV el 6,23% Debe reiterarse que el nivel de
participación superó el 93% de los electores, cifra que luce
sorprendente si se la compara con los elevados índices de
abstención en la Venezuela de tiempos recientes.
De aquellas elecciones surgió un Congreso plural y
deliberante que elaboró la Constitución de 1961, aprobada
por unanimidad por los parlamentarios socialdemócratas,
socialcristianos, socialistas, comunistas e independientes
que integraban el Senado de la República y la Cámara de
Diputados. De allí que haya sido la más duradera de las
constituciones venezolanas, y el fundamento de la "República
Civil" o el sistema democrático y alternativo con la
sujeción del poder militar al poder civil, o sea una
realidad inédita en nuestra muy accidentada y militarista
historia republicana.
Al respecto, Ramón Guillermo Aveledo acaba de publicar un
documentado libro "La 4ta República: la virtud y el pecado",
que es una razonada "interpretación de los aciertos y
errores de los años en que los civiles estuvieron en el
poder en Venezuela". Lectura recomendada junto al estudio de
Naudy Suárez Figueroa sobre "Puntofijo y otros puntos: los
grandes acuerdos políticos de 1958", editado por la
Fundación Rómulo Betancourt.
El próximo 22 de febrero se llegará al centenario del
nacimiento del presidente Betancourt, objeto de agresivos
vituperios por parte de los jerarcas de la "revolución
bolivariana", lo que no hace sino solidificar su
protagonismo en la era de los grandes cambios políticos y
sociales del siglo XX venezolano. La organización política
del pueblo, la idea de una democracia progresista y el valor
del consenso para el sistema de gobierno, acaso sean tres
tenaces características de la lucha de Betancourt, vista en
el balance de 5 décadas de infatigable actividad.
En el 2008 también se cumplirán 40 años del triunfo
electoral de Rafael Caldera y Copei en las elecciones de
diciembre de 1968, cuando por primera vez en los 138 años de
vida política independiente del país, la oposición le gana
unos comicios presidenciales al gobierno, la victoria es
reconocida, y se activan los mecanismos para el traspaso del
mando.
En la contracara de los aniversarios auspiciosos, figuran
por lo menos 2 que no se pueden soslayar: los 100 años de la
llegada de Juan Vicente Gómez al poder por efecto del
destronamiento de Cipriano Castro, y los 10 años de la
victoria electoral de Hugo Chávez, con el apoyo de diversos
partidos políticos, numerosos medios de comunicación e
importantes sectores económico-financieros.
Los aniversarios que se cumplirán en el 2008 pueden
contribuir a resaltar los valores de la cultura democrática
de Venezuela, cuyo arraigo ha sido puesto de manifiesto por
el renovado movimiento estudiantil, y cuya proyección
continuará en nuevos y disímiles capítulos de nuestra marcha
por la democracia.
flegana@movistar.net.ve
* |
Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |