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2008: año de aniversarios
por Fernando Luis Egaña
lunes, 15 enero 2007


El año que comienza será muy importante para la cultura democrática de Venezuela: se cumplirán 50 años del 23 de Enero de 1958, 50 años de la firma del Pacto de Puntofijo, 50 años de las primeras elecciones del reiniciado proceso democrático, 50 años del surgimiento de la República Civil, y 100 años del nacimiento de Rómulo Betancourt.

Simón Alberto Consalvi dedicó una de sus recientes columnas dominicales en El Nacional a resaltar la curiosa importancia de los años que terminan en 8 en la historia venezolana. Para bien o para mal pues hizo memoria, por ejemplo, desde el año aciago de 1848, cuando el general José Tadeo Monagas impulsó el asalto al Congreso, hasta el notable de 1928 en el que se estrena la generación política más destacada del siglo XX. El año que está a punto de empezar también termina en 8, y aunque sea muy difícil de predecir cómo pasará a los anales, si es necesario reconocer que tendrá una significación especial para la democracia venezolana, al menos por el calibre de los aniversarios que tendrán lugar.

El primero de ellos, en tiempo y trascendencia, es el medio siglo del 23 de Enero de 1958. Fecha crucial en la que concluye el régimen militar del general Pérez Jiménez y se abre una nueva oportunidad para la marcha democrática del país. Hace una década dijo Luis Castro Leiva, en su discurso en el Congreso de la República con motivo de los 40 años del derrocamiento de la última dictadura, que "ese espíritu del 23 de enero nos dio entonces causa para la libertad y causa de orgullo para pensar que había maneras de discernir moral y políticamente la calidad de la paz en la historia". Esas palabras resuenan con la frescura de una reflexión para el presente.

Y es que a pesar de los 50 años de por medio, hay un lazo muy nítido que une a las dos épocas: la necesidad de convivir en democracia, sin miedo y sin odio. Entonces, una aspiración que chocaba con un régimen aparentemente blindado; ahora, una pretensión que se abre camino por entre un proceso de dominación creído sin vuelta de hoja. Las analogías forzadas son inútiles, pero no se puede menospreciar el que la consecuencia más afirmativa del 23 de Enero, o el desarrollo de una cultura democrática, sea, precisamente, la razón más poderosa para tener esperanza en la reconstrucción pluralista de la nación venezolana.

Lo que nos lleva a otro cincuentenario estelar, la firma del Pacto de Puntofijo el 31 de octubre de 1958. Volviendo a Castro Leiva: "la decisión política y moralmente más constructiva de toda nuestra historia". Impulsado por Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, los principales líderes de AD, URD y Copei, el pacto se identificó como un "pleno acuerdo de unidad y cooperación" para la defensa del régimen democrático, incluido un Gobierno de Unidad Nacional y un Programa mínimo común.

Por cierto que dicho programa fue suscrito por los candidatos presidenciales Betancourt, Larrazábal y Caldera, el 6 de diciembre de 1958, un día antes de las elecciones, y es necesario subrayar que Wolfgang Larrazábal era el abanderado de URD y del Partido Comunista de Venezuela. Es decir, que los acuerdos de gobernabilidad tuvieron una amplitud de gran alcance. "Puntofijo", llamado así porque se firmó en la quinta Puntofijo de Sabana Grande donde vivía el Dr. Caldera, fue fundamental para que el naciente experimento democrático superara los embates del viejo militarismo de derechas y la ofensiva internacional de la Revolución cubana.

Se ha querido cuestionar la legitimidad política del Pacto de Puntofijo y según el "diccionario de boinacolorá" se trató de un arreglo de cúpulas a espaldas del pueblo. Pues bien, en las elecciones nacionales celebradas 5 semanas después de la suscripción del pacto, los 3 partidos signatarios, AD, URD y Copei obtuvieron, en conjunto, el 91,4% de los votos válidos, en unos comicios libres y confiables en los que la abstención fue tan sólo del 6,5%.

No es por nada que Puntofijo fue modelo para otras iniciativas de conciliación y gobernanza, como los acuerdos de la Concertación chilena y el Pacto de La Moncloa, que despejó el camino para la ansiada democracia española. En sentido estricto, el Pacto de Puntofijo cesó al terminar el gobierno de Betancourt, en marzo de 1964, aún cuando URD se había salido del acuerdo en 1960. En el quinquenio siguiente, el de Raúl Leoni, se celebró otro acuerdo diferente, la "Amplia Base" que reunió a AD, URD y el FND de Uslar Pietri.

El 7 de diciembre del 2008 se cumplirán 50 años de la realización de las primeras elecciones del proceso democrático reiniciado en 1958. En la presidencial ganó Rómulo Betancourt con el 49,18% de los votos, seguido por Wolfgang Larrazábal con 39,54% y Rafael Caldera con 16,19%. En la votación para los cuerpos colegiados, AD logró el 49,45% de los sufragios, URD el 26,75%, Copei el 15,20%, y el PCV el 6,23% Debe reiterarse que el nivel de participación superó el 93% de los electores, cifra que luce sorprendente si se la compara con los elevados índices de abstención en la Venezuela de tiempos recientes.

De aquellas elecciones surgió un Congreso plural y deliberante que elaboró la Constitución de 1961, aprobada por unanimidad por los parlamentarios socialdemócratas, socialcristianos, socialistas, comunistas e independientes que integraban el Senado de la República y la Cámara de Diputados. De allí que haya sido la más duradera de las constituciones venezolanas, y el fundamento de la "República Civil" o el sistema democrático y alternativo con la sujeción del poder militar al poder civil, o sea una realidad inédita en nuestra muy accidentada y militarista historia republicana.

Al respecto, Ramón Guillermo Aveledo acaba de publicar un documentado libro "La 4ta República: la virtud y el pecado", que es una razonada "interpretación de los aciertos y errores de los años en que los civiles estuvieron en el poder en Venezuela". Lectura recomendada junto al estudio de Naudy Suárez Figueroa sobre "Puntofijo y otros puntos: los grandes acuerdos políticos de 1958", editado por la Fundación Rómulo Betancourt.

El próximo 22 de febrero se llegará al centenario del nacimiento del presidente Betancourt, objeto de agresivos vituperios por parte de los jerarcas de la "revolución bolivariana", lo que no hace sino solidificar su protagonismo en la era de los grandes cambios políticos y sociales del siglo XX venezolano. La organización política del pueblo, la idea de una democracia progresista y el valor del consenso para el sistema de gobierno, acaso sean tres tenaces características de la lucha de Betancourt, vista en el balance de 5 décadas de infatigable actividad.

En el 2008 también se cumplirán 40 años del triunfo electoral de Rafael Caldera y Copei en las elecciones de diciembre de 1968, cuando por primera vez en los 138 años de vida política independiente del país, la oposición le gana unos comicios presidenciales al gobierno, la victoria es reconocida, y se activan los mecanismos para el traspaso del mando.

En la contracara de los aniversarios auspiciosos, figuran por lo menos 2 que no se pueden soslayar: los 100 años de la llegada de Juan Vicente Gómez al poder por efecto del destronamiento de Cipriano Castro, y los 10 años de la victoria electoral de Hugo Chávez, con el apoyo de diversos partidos políticos, numerosos medios de comunicación e importantes sectores económico-financieros.

Los aniversarios que se cumplirán en el 2008 pueden contribuir a resaltar los valores de la cultura democrática de Venezuela, cuyo arraigo ha sido puesto de manifiesto por el renovado movimiento estudiantil, y cuya proyección continuará en nuevos y disímiles capítulos de nuestra marcha por la democracia.


flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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