El
vicepresidente del Senado de Brasil, Tiao Viana, dio unas
declaraciones de prensa que no le podían agradar al señor
Chávez. Dijo que el gobernante venezolano era "un loco" y
que "no tenía estatura para ser presidente de un país". Como
era de esperarse, el receptor de los juicios se molestó en
alto grado aunque se refrenó de contestarle con cargas de
similar calibre.
Más tarde, el referido senador, que por cierto es figura
clave de la fracción parlamentaria del partido de gobierno o
PT y dirigente muy cercano al presidente Lula, manifestó que
él no había dicho lo que dijo, y que sus palabras habían
sido tergiversadas. En todo caso, se quedó corto en sus
supuestas apreciaciones sobre el mandamás miraflorino,
porque la esquizofrenia del poder tiene a Venezuela cayendo
sin fondo.
Sin ir muy lejos, el propio día en que el anfitrión de Aló
Presidente abordó el tema en su show dominical, evidenció
que muchos de los aspectos tratados en ese maratón
televisivo le daban justificada razón al parlamentario de la
vecina nación.
Realizado desde las instalaciones de El Tablazo en el estado
Zulia, complejo petroquímico diseñado, construido,
inaugurado y desarrollado muchísimo antes de que Chávez
apareciera en el horizonte político, el jefe único de la
"revolución" anunció con bombos y platillos el lanzamiento
de una "revolución petroquímica" a través de un plan para el
período 2007-2012.
Lo que no dijo fue que esa misma promesa ya había sido
ofrecida en varias ocasiones, casi que con las mismas
palabras, el mismo tono retórico y el mismo síndrome de
estar descubriendo el agua tibia. Vale la pena recordar,
entonces, que el anterior lanzamiento de la "revolución
petroquímica" tuvo lugar en la refinería de Morón, en el
estado Carabobo, en plena campaña electoral del 2006. Ha
pasado más de un largo año desde aquella ocasión y la
cacareada "revolución petroquímica" ha brillado por su
ausencia.
Tampoco dijo que luego de tantos "impulsos revolucionarios"
al sector petroquímico nacional, Pequiven está cada vez más
en manos de los técnicos iraníes que nos envía el gobierno
del presidente Ahmadinejad, y mucho menos reconoció que
Pdvsa tiene que aumentar sus importaciones de gasolina para
abastecer el mercado interno, no tanto porque se haya
incrementado el consumo nacional sino porque viene
disminuyendo la producción de combustibles.
De seguro que Francisco no es el único de los hermanos
Ameliach que habla pistoladas. Y digo esto ya que Saúl es el
presidente rojo-rojito de la muy venida a menos Pequiven.
Por otra parte, en el mismo Aló Presidente el señor Chávez
pareció estremecerse con los efectos de la violencia
colombiana, y todo ese horror de muerte, secuestros e
inseguridad que signan la realidad social de la hermana
república. La senadora Piedad Córdoba, por ejemplo, ya luce
más protagónica en Miraflores que cualquiera de los
ministros venezolanos.
Según las reiteradas declaraciones del indispensable de la
"revolución bolivarista", ahora anda muy atareado tratando
de facilitar un acuerdo humanitario que alivie los males de
la violenta Colombia.
¿Y la violenta Venezuela, que durante su presidencia ha
padecido el exponencial incremento de los asesinatos en más
de 300%? ¿Por qué el señor Chávez ignora en sus
comparecencias públicas el drama de la violencia venezolana,
y todo su horror de muerte, secuestros e inseguridad? ¿Quién
le responde a los familiares de los secuestrados de nuestro
país, cuyo número también aumenta de manera exponencial?
¿Será que simplemente se hace el loco o hay explicaciones
más graves?
Y así se puede ir hasta el infinito repasando casi cualquier
tema de la realidad política, social y económica de
Venezuela. Siempre se encontrará una ruptura esquizoide
entre la propaganda gobiernera y la situación concreta y
objetiva que, en algunas ocasiones, es incluso reportada en
diversos informes de procedencia oficial. Al respeto,
recuérdese el océano de diferencias entre la información
contendida en las "Memorias y Cuentas" ministeriales
consignadas a comienzos de este año y las proclamas de los
ministros sobre sus infinitos logrosŠ.
Si el senador Tiao Viana viviera aquí a lo mejor sí
refrendaría la polémica declaración, e incluso sostendría
que fue más bien una subestimación del asunto. Eso que el
actor de Hollywood y activista de causas de cierta moda,
Kevin Spacey, llamaría un "understatement".
Al fin y al cabo, al final del citado telemaratón su
hablachento protagonista se ufanó de haber roto el récord de
las 8 horas continuas de parla y parla, e informó que de
seguidas encadenaría a las numerosas televisoras
oficialistas para transmitir una entrevista de él mismoŠ Eso
se llama exaltación del ánimo con privación de lo razonable.
Y tanto en Brasilia como en Caracas.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |