La
Miraflores de "boinacolorá" quiere endulzar la mal
denominada reforma constitucional, es decir la reelección
indefinida, con el caramelito de un supuesto "respeto
básico" a la propiedad privada en el texto del proyecto que
el señor Chávez presentará a la Asamblea Nacional. ¡Quien no
los conozca que los compre!
La táctica es tan arrugada como gangsteril: el verdugo
amenaza a la víctima con cortarle la cabeza, pero en vez de
decapitarla le amputa un brazo, y entonces la víctima se lo
agradece y le dice a los demás: "el verdugo no era tan
perverso como parecía". Esa misma técnica la están aplicando
al "proceso" de reforma constitucional para clavar la
reelección indefinida o la presidencia vitalicia. VeamosŠ
Alguna alma inocente "filtra" a la prensa un "borrador" de
reforma que trata a la propiedad privada como si fuera la
Constitución de Corea del Norte, por no decir la de Cuba.
Hasta los más radicalosos del "proceso" empiezan a
preguntarse si no se les habrá pasado la mano.
Como es natural se encienden las alarmas, en particular a lo
largo ancho de los medios de comunicación que todavía son
independientes, y ya no hay atención posible sino para el
tema de los derechos de propiedad. El asunto de la
reelección pasa a un segundo plano ante la expectativa de
que le quitarán a la gente hasta lo que lleva puesto.
Y es muy difícil que no sea así, puesto que la propiedad es
una realidad concreta que todo el mundo entiende, valora y
aprecia, mientras que la reelección continua, con todo y lo
impresentable, es un concepto con ropaje jurídico-político
que a no pocos les cuesta capturar.
De pronto, y ante la angustia creciente, voces autorizadas
del "alto gobierno" comienzan a defender la noción de la
propiedad privada y de la iniciativa particular en el
contexto del "socialismo de siglo XXI". Que si la propiedad
no está en juego, que si aquel borrador no era fidedigno,
que si todos tienen cabida en el reino de la felicidad "bolivarera",
que si no se asusten, etc, etc.
Desde el recién retirado Raúl
Baduel hasta el "humilde" Vielma Mora, pasando por el
ingeniero Jorge Giordani y hasta por el abogado Carlos
Escarrá, todos a su manera se declaran favorables a
"reconocer" los derechos respectivos. Algunos llegan a
quebrar lanzas por la propiedad privada en nombre del "árbol
de las tres raíces" y símbolos por el estilo.
Incluso el propio Chávez le da la nota definitiva al cántico
coral señalando que no se debe ser "dogmáticos" y que la
privada es una forma "legítima" de propiedad, y bla, bla,
bla. En la mismísima tribuna oficial de la satrapía, vale
decir "La Hojilla", se escuchan refutaciones detalladas al
argumento de que la propiedad privada "peligra" en la
reforma constitucional.
Total, un cierto respirito le entra a la zozobra colectiva,
y entonces el "asunto no es tan malo como lo estaban
pintando". En otras palabras, nada que el verdugo me vaya a
cortar la cabeza, si acaso una manito y en el peor de los
casos, un brazo no más.
Así las cosas, en muchos sectores puede operar una suerte de
toma y dame mental, un "quid pro quo" instintivo: "está
bien, terminen de aprobar la fulana reforma siempre y cuando
no cambien eso de la propiedad privada". O como le escuche a
un comerciante en estos días: "si no me van a quitar el
negocio, entonces no me importa tanto lo demás"Š
Y, zuaz, el mandado queda avanzado, porque las resistencias
se ablandan y el meollo de todo, la reelección perpetua,
acaba entremezclado en un paquete que quizá lo haga menos
indigerible.
¿Cuántas veces no han hecho lo mismo con la opinión pública?
Comenzando por el "cambio" del período quinquenal por dos
sexenios seguidos. O acaso no se dijo entonces, que en
verdad cinco años era como muy poquito, y que seis más seis,
"parecido a Francia", era lo mejor. Y así con cualquier
objetivo que deseen alcanzar para agregar más poder al
acumulado que lleva el señor Chávez, ya al borde del
decenio.
Y los que crean que dos o tres artículos potables sobre la
propiedad privada van a establecer un resguardo
constitucional, entérense que la Constitución de 1999 es en
esta materia tan celosamente conservadora como el finado
Milton Friedman y, sin embargo, el derecho de propiedad ha
estado y está a la merced discrecional de la satrapía
miraflorina.
¿O qué fue lo que pasó y sigue pasando con RCTV? ¿O que
sucede con la propiedad agraria, sobre todo si un "pesao"
del régimen le pone al ojo a una finca ajena? ¿O que ocurre
con numerosas propiedades urbanas de grandes y pequeñas
ciudades que han sido invadidas o "tomadas" a la libre?
¿Cuánto vale un artículo de la Constitución si entra en
conflicto con un antojo del señor Chávez?
En suma: están manejando las expectativas sobre la
"abolición normativa" de la propiedad privada, para ir de lo
peor, a lo menos grave, y de allí a lo más o menos
aceptable. Es el caramelo envenenado para disimularle el
rancio a la reelección perpetua.
Por cierto que a la referida víctima, después le cercenaron
el otro brazo, y más adelante le amputaron una pierna, y
cuando le iban a arrancar la lengua, aún le daba las gracias
al verdugo por no haberle cortado la cabeza.
flegana@movistar.net
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |