El
"socialismo de siglo XXI", o el "menestrone" como bien lo
califica el veterano Luis Miquilena, cada día, literalmente
hablando, se espesa más en un remolino de contradicciones y
desmanes que tienen de punta a muchos de los propios
adalides del oficialismo. Cómo será la cosa que hasta José
Vicente Rangel ha empezado a emitir calculadas críticas.
Y es que no es fácil de entender y mucho menos de explicar,
que con el barril de petróleo en cerca de los 50 dólares y
con 60 mil millones de reservas en divisas entre el BCV y
los "fondos presidenciales", se haya repotenciado al máximo
el desbarajuste económico de la "revolución bolivariana". Ni
toda la sapiencia de Maza Zavala lograría encontrarle una
lógica aceptable.
Nada más que en las últimas semanas el bolívar se ha
desbaratado todavía más y el precio del dólar se ha
disparado hasta llegar a duplicar la tasa de cambio oficial.
Los niveles de inflación han pegado un brinco grande sobre
todo en el rubro de alimentos. Productos indispensables de
la canasta alimentaria de la familia venezolana escasean o
desaparecen. ¡Y todo eso en medio de un chorro de
petrodólares!
No creo que haya precedente para tal naturaleza de
descalabro en plena época de vacas gordas. Porque crisis y
padecimientos hemos tenido de sobra en tiempos de vacas
flacas. Pero nunca con los precios del petróleo
multiplicados por cinco, si los comparamos, por ejemplo, con
la modestas cotizaciones de los hidrocarburos hace 8 años.
La respuesta gubernativa a los resultados económicos es la
misma medicina, es decir, mucho más estatismo, más control,
más amenazas, más soberbia para echarle a los demás las
culpas propias. Por ese camino lo único que se conseguirá es
empeorar la situación. ¿O acaso "nacionalizando" los
automercados bajará la inflación? ¿O acaso estatizando los
mataderos habrá carne para todo el mundo?
El caldo del menestrone, desde luego, es el caudal de
ingresos petroleros que le permite al régimen de Chávez los
mil y un despropósitos sin que aún se desate una hambruna
subsahariana. Sin embargo, el flujo del caldo tiene sus
limitaciones que ya incluso se están observando por la doble
dificultad que supone la reducción de la producción de crudo
y un nivel de precios de ligera tendencia restrictiva con
base al promedio general del 2006.
Ello aunado a la demencia del Alba, que no es otra cosa que
el financiamiento de gobiernos aliados con la excusa de la
integración, puede hacer que no alcance la plata justo
cuando la botija está buchona. Una paradoja más propia de
los antimilagros que de otra cosa. Un rey Midas al revés y
con la boinacolorá.
Tal parece que el objetivo de Miraflores fuera echarse
encima toda la economía productiva y hacer que el Estado
gestione directamente los medios de producción y
distribución. Se trataría de una locura envuelta en
estupidez y recubierta de ignorancia.
Cuando el mundo entero, salvo Cuba y Corea del Norte, se
desplaza en sentido contrario al colectivismo, la llamada
"revolución" venezolana quiere desafiar a la historia y
reivindicar los fracasos del socialismo, que no sus aciertos
modernos.
El menestrone está que echa humo y no apetece sino que
repugna. Mientras tanto el "socialismo de siglo XXI" sigue
su marcha hacia la ruindad del país.
flegana@movistar.net
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |