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El Tío Sam del Che Guevara
por Fernando Luis Egaña
viernes, 19 octubre 2007


   Con una foto del Che Guevara y una paca del Tío Sam, la "revolución bolivarista" se ha vuelto una especie de pulpo de poder, convulsión e intervencionismo en América Latina y más allá.  Muy pocos dudan de esta realidad, bien porque la padezcan, como los gobiernos democráticos de Alan García, Oscar Arias o Alvaro Uribe, o porque la aprovechen, como los gobiernos y toldas políticas que se amparan en la "solidaridad" de Caracas para costear sus planes y proyectos.

    Puede que Venezuela esté cada día más destartalada, pero el señor Chávez se ufana, también cada día más, de aumentar su poder en nuestro país, en Bolivia, Nicaragua, Ecuador, parte de Colombia y, no faltaba más, en el futuro de Cuba. Y por supuesto hay que agregar el "apoyo revolucionario" a bandas, movimientos y partidos desde Chiapas hasta el Chaco, o desde la selva colombiana hasta las islas caribeñas.

     A eso se dedica exclusivamente y a eso dedica gran parte las petrodivisas de la nación venezolana que, con el barril en las cercanías de 70 dólares, financian botijas, chequeras, maletines, y hasta los déficits presupuestarios  de repúblicas enteras, y no sólo de las pequeñas sino de muy significativas, como la República Argentina de la inefable pareja Kirchner.

     El reciente "week end" cubano, por ejemplo, si algo demostró es que la dupla Fidel-Chávez quiere seguir gobernando la isla después del esperado funeral. ¿O es que el parapeto de la "Confederación vene-cubana" no es la alternativa "revolucionaria" a la apertura "chinesca" sugerida por Raúl Castro? En ese sentido, tal parece que el delirio guevarista del mandamás miraflorino no fuera tanto un tributo a la deidad del Che, sino una amenaza poco velada a las carantoñas del raulismo con los gringos y los europeos. ¿Contra quién serían esos aplausos y esos vítores?

     Ello puede ser la razón que explique el perceptible viraje del Departamento de Estado norteamericano hacia una política de mejoramiento de relaciones con la República Bolivariana. Al fin y al cabo, un desmadre general en Cuba a la muerte de Fidel Castro sería el peor escenario para las autoridades estadounidenses, desde luego que la avalancha migratoria hacia las costas de Florida supondría graves problemas domésticos para la Casa Blanca. En ese tablero, el señor Chávez juega un papel notorio porque, ¿quién paga las cuentas en La Habana?

     De allí que Fidel ya prefiera a su discípulo Chávez Frías que a su hermano Castro Ruz en materia de sucesión y control político,  y ello sin duda le complicará la agenda al adalid de la revolución bolivarista, siempre ajetreada entre La Paz, Managua, ahora Quito, y los afanes por llevar adelante su propio "Plan Colombia".

     No yerra el ex-presidente boliviano, Jorge Quiroga, quien por cierto no llegó al Palacio Quemado por elecciones sino porque se murió de cáncer el general Banzer, cuando reconoce el poderío regional del señor Chávez, e inclusive lo pondera como mucho más decisivo del que llegara a desplegar el comandante Castro en sus tiempos de internacionalismo guerrillero. Noción que en Venezuela, por cierto, ha elaborado en artículos y libros el periodista Fausto Masó.

    Acaso Bolivia sea el supuesto más extremo del subimperialismo rojo-rojito, y es que el presidente Morales debería decirle a su mecenas que "no me defiendas compadre", cada vez que sale por televisión argumentando que "Evo no es bruto". La invasión político-financiera-militar de la Venezuela boinacolorá en los asuntos internos de Bolivia puede terminar de desencadenar una guerra civil por la secesión de la "consentida" de El Libertador.

    Y ese descaro interventor del mandatario venezolano es ilimitado, porque un día le echa en cara a Alvaro Uribe que no le deja resolver el problema de la paz colombiana, y en la siguiente perorata le advierte a la oposición boliviana que mandará sus propios "marines" si siguen molestando a Evo, y más adelante le pontifica a Rafael Correa sobre cómo refundar al Ecuador, y así por el estilo.

    Pero los tentáculos revolucionarios no se circunscriben a las vecindades de Venezuela, sino que van por el mundo repartiendo recursos financieros con fines políticos en lugares tan remotos y exóticos como Bielorrusia , Bohemia y Moravia, y hasta la alcaldía londinense. Al respecto, vale la pena revisar un reciente escrito de un importante político checo sobre la mano larga de la "revolución bolivarista" en diversos países de Europa del Este.

    Que nadie se extrañe, por tanto, que la billonada petrolera no alcance ni para proveer los productos elementales de la dieta básica de la familia venezolana, y es que el señor Chávez anda muy ocupado en acrecentar su injerencia hemisférica y planetaria, en nombre de la revolución radical y con la caja registradora para sus aliados, protegidos, vivianes y afines.

     Y todo debidamente ofrecido a la publicitada memoria del Che Guevara, con el no menos debido financiamiento de los billetes del Tío Sam. Pero como dice el refrán castellano: "quien mucho abarca poco aprieta".
 

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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