Con
una foto del Che Guevara y una paca del Tío Sam, la
"revolución bolivarista" se ha vuelto una especie de pulpo
de poder, convulsión e intervencionismo en América Latina y
más allá. Muy pocos dudan de esta realidad, bien porque la
padezcan, como los gobiernos democráticos de Alan García,
Oscar Arias o Alvaro Uribe, o porque la aprovechen, como los
gobiernos y toldas políticas que se amparan en la
"solidaridad" de Caracas para costear sus planes y
proyectos.
Puede que Venezuela esté cada día más destartalada, pero
el señor Chávez se ufana, también cada día más, de aumentar
su poder en nuestro país, en Bolivia, Nicaragua, Ecuador,
parte de Colombia y, no faltaba más, en el futuro de Cuba. Y
por supuesto hay que agregar el "apoyo revolucionario" a
bandas, movimientos y partidos desde Chiapas hasta el Chaco,
o desde la selva colombiana hasta las islas caribeñas.
A eso se dedica exclusivamente y a eso dedica gran
parte las petrodivisas de la nación venezolana que, con el
barril en las cercanías de 70 dólares, financian botijas,
chequeras, maletines, y hasta los déficits presupuestarios
de repúblicas enteras, y no sólo de las pequeñas sino de
muy significativas, como la República Argentina de la
inefable pareja Kirchner.
El reciente "week end" cubano, por ejemplo, si algo
demostró es que la dupla Fidel-Chávez quiere seguir
gobernando la isla después del esperado funeral. ¿O es que
el parapeto de la "Confederación vene-cubana" no es la
alternativa "revolucionaria" a la apertura "chinesca"
sugerida por Raúl Castro? En ese sentido, tal parece que el
delirio guevarista del mandamás miraflorino no fuera tanto
un tributo a la deidad del Che, sino una amenaza poco velada
a las carantoñas del raulismo con los gringos y los
europeos. ¿Contra quién serían esos aplausos y esos vítores?
Ello puede ser la razón que explique el perceptible
viraje del Departamento de Estado norteamericano hacia una
política de mejoramiento de relaciones con la República
Bolivariana. Al fin y al cabo, un desmadre general en Cuba a
la muerte de Fidel Castro sería el peor escenario para las
autoridades estadounidenses, desde luego que la avalancha
migratoria hacia las costas de Florida supondría graves
problemas domésticos para la Casa Blanca. En ese tablero, el
señor Chávez juega un papel notorio porque, ¿quién paga las
cuentas en La Habana?
De allí que Fidel ya prefiera a su discípulo Chávez
Frías que a su hermano Castro Ruz en materia de sucesión y
control político, y ello sin duda le complicará la agenda
al adalid de la revolución bolivarista, siempre ajetreada
entre La Paz, Managua, ahora Quito, y los afanes por llevar
adelante su propio "Plan Colombia".
No yerra el ex-presidente boliviano, Jorge Quiroga,
quien por cierto no llegó al Palacio Quemado por elecciones
sino porque se murió de cáncer el general Banzer, cuando
reconoce el poderío regional del señor Chávez, e inclusive
lo pondera como mucho más decisivo del que llegara a
desplegar el comandante Castro en sus tiempos de
internacionalismo guerrillero. Noción que en Venezuela, por
cierto, ha elaborado en artículos y libros el periodista
Fausto Masó.
Acaso Bolivia sea el supuesto más extremo del
subimperialismo rojo-rojito, y es que el presidente Morales
debería decirle a su mecenas que "no me defiendas compadre",
cada vez que sale por televisión argumentando que "Evo no es
bruto". La invasión político-financiera-militar de la
Venezuela boinacolorá en los asuntos internos de Bolivia
puede terminar de desencadenar una guerra civil por la
secesión de la "consentida" de El Libertador.
Y ese descaro interventor del mandatario venezolano es
ilimitado, porque un día le echa en cara a Alvaro Uribe que
no le deja resolver el problema de la paz colombiana, y en
la siguiente perorata le advierte a la oposición boliviana
que mandará sus propios "marines" si siguen molestando a
Evo, y más adelante le pontifica a Rafael Correa sobre cómo
refundar al Ecuador, y así por el estilo.
Pero los tentáculos revolucionarios no se circunscriben
a las vecindades de Venezuela, sino que van por el mundo
repartiendo recursos financieros con fines políticos en
lugares tan remotos y exóticos como Bielorrusia , Bohemia y
Moravia, y hasta la alcaldía londinense. Al respecto, vale
la pena revisar un reciente escrito de un importante
político checo sobre la mano larga de la "revolución
bolivarista" en diversos países de Europa del Este.
Que nadie se extrañe, por tanto, que la billonada
petrolera no alcance ni para proveer los productos
elementales de la dieta básica de la familia venezolana, y
es que el señor Chávez anda muy ocupado en acrecentar su
injerencia hemisférica y planetaria, en nombre de la
revolución radical y con la caja registradora para sus
aliados, protegidos, vivianes y afines.
Y todo debidamente ofrecido a la publicitada memoria
del Che Guevara, con el no menos debido financiamiento de
los billetes del Tío Sam. Pero como dice el refrán
castellano: "quien mucho abarca poco aprieta".
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |