Espada,
chequera,
maletín y
lavadora
por Fernando Luis Egaña
sábado, 18
agosto
2007
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En
los dominios de la acciones internacionales del régimen de
Chávez, primero fue la espada que dizque caminaba por
América Latina, de inmediato apareció la chequera que empezó
a repartir y a dar sablazos, y ahora se sabe que campean los
maletines llenos de divisas que, a su vez, salen de unas
potentes lavadoras para blanquearŠ capitales.
La verdad es que, muy lamentablemente, no hay que ser un mal
pensado para darse cuenta de que la "revolución bolivarera"
se está convirtiendo en una de las principales centrífugas
de corrupción del Continente. Tanto es así que algunos
analistas la colocan junto a la narcoguerrilla colombiana y
los carteles mexicanos, como fuentes primordiales del
submundo latinoamericano.
Si apenas se conoce la puntica del iceberg de la llamada
"conexión argentina" del Gobierno venezolano, y ya el mero "malentingate"
de los US$ 800 mil revela todo un tinglado de complicidades
oficiales y oficiosas, ¿cómo será la extensión y profundidad
del entramado entre las mafias del Estado rojo-rojito y sus
"contrapartes" porteñas? O sea, entre la Miraflores del
señor Ch y la Casa Rosada de la pareja K.
Y qué decir, entonces, de la "conexión cubana" que se
encuentra montada en un flujo millardario de petrodólares,
que ya dejan atrás al antiguo subsidio soviético. O de la
conexión boliviana o ecuatoriana o nicaragüense, sin que
falte la uruguaya, la paraguaya y hasta la brasileña, porque
hay pocos países de la región que no hayan conocido la
billetuda metichería de los "bolivareros" o "boliburqueses",
que al fin y al cabo son la misma cosa.
Y nos quedamos en el hemisferio, por los momentos, para no
entrar en los territorios de la "conexión bielorrusa" o
siria o iraní, de las cuales puede salir cualquier tipo de
esqueleto, sobre todo en materia de compra de armas al por
mayor y sin rendición de cuentas.
Cierto que es casi un lugar común afirmar que la llamada
"revolución bolivariana", perdón "bolivarera", ha degenerado
en una satrapía y en un latrocinio, que en realidad son dos
caras de la misma moneda. Por ello, si así funcionan las
cosas gubernativas en lo interno de nuestro país, ¿por qué
iba a ser distinto en lo externo?
No importa mucho que el ministro Giordani se de golpes de
pecho invocando su honestidad --de hecho, él es una "rara
avis" dentro de la fauna del alto gobierno en lo que
respecta a latrocinar-, porque buena parte de sus camaradas
le escucharan con ánimo compasivo, le aplaudirán por no
dejar y luego seguirán en lo suyo, es decir aprovechando el
más mínimo resquicio para engordar la botija, y no tanto la
que tengan en Venezuela sino las que mantengan en el
exterior.
Si la "nueva Pdvsa" es la verdadera Cancillería del señor
Chávez, y si su principal medio diplomático es la
distribución de miles de millones de dólares en un
inventario inauditable de proyectos, contratos, subvenciones
y afines, entonces es imposible que aquello no devenga en
una espiral de corrupción internacional. ¿O todavía se puede
dudar que donde la Pdvsa rojiza mete las narices también
mete las manos?
Si el padre Palmar tuviese razón en la décima parte de lo
que denuncia, ¿por cuál inasible motivo las denominadas
Petro-Caribe, o Petro-Sur, o Petro-América, iban a ser un
dechado de virtudes administrativas, en nada parecidas a la
casa matriz del ministro Ramírez y compañía?
Además de lo anterior, si la mitad de las cuantiosas
reservas en divisas del Estado venezolano se encuentran en
unos fondos semi-clandestinos, de los cuales salen millardos
de dólares o euros para comprar deuda chatarra de Argentina
o Ecuador, o para financiar el lobby fidelista o chavista en
todo el planeta, o para comprar armamento en los arsenales
menos reputados, entonces se hace inevitable que esa
plataforma termine funcionando como una lavandería, y no
precisamente de trapos limpios.
Si Chávez y su entorno más cercano, incluso fraternal, han
manejado el despacho de más de 25 mil millones de dólares en
"iniciativas" foráneas, sean financieras, petrolíferas,
políticas, sustanciales o fantasmagóricas, no hay que dar
muchas vueltas para comprender por qué la supuesta
revolución se parece cada vez más a un cartel de fines y
modos ilícitos.
La condena estaba escrita, porque un Estado que quintuplique
sus ingresos gracias a los altos precios del petróleo, y que
al mismo tiempo suprima los controles institucionales sobre
el manejo de esos recursos, se convierte más temprano que
tarde en el lugar ideal para el asalto al botín, y en un
imán irresistible para los asaltantes de las más diversas
procedencias y orientaciones. Si por otra parte ese Estado
emprende una agresiva campaña de proyección regional y más
allá, pues la exportación de sus corruptelas también se
vuelve una insignia característica.
Para añadir insulto a la herida, las andadas se encubren en
una retórica de exaltación patriótica y probidad republicana
que dejarían pasmado al propio Che Guevara. Todo se pretende
justificar en nombre de una "integración bolivariana", que
llámese ALBA o como se llame, está dejando una estela de
dinerales malgastados desde el istmo centroamericano hasta
el confín de la Patagonia.
Así mismo, las críticas y denuncias que llueven por doquier
son calificadas de maniobras desestabilizadoras por parte de
los medios golpistas, debidamente acreditados por mísis
Golinger como lacayos del imperio norteamericano. Resulta y
pasa, sin embargo, que ya no sólo se trata de medios
venezolanos sino de medio mundo, y en particular de los
países por donde pasa el reguero de los petrodólares
revolucionarios.
Que nadie se sorprenda, por ende, del empeño del señor
Chávez en aprobarse la presidencia perpetua, acaso el último
instrumento que le queda para defender su impunidad.
flegana@movistar.net
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |
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