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Los siameses FAB y PSUV  
por Fernando Luis Egaña
sábado, 15 septiembre 2007


 La "revolución bolivarista" quiere que la FAB y el PSUV sean hermanos siameses unidos por el ombligo de la "milicia popular bolivariana". Y es que el supuesto socialismo de siglo XXI también tiene sus enredos genéticos.

    Es público y notorio que la llamada "reforma constitucional" busca coletearse el concepto institucional y profesional de las Fuerzas Armadas, re-consagrado, por cierto, hace casi 8 años en la Constitución de 1999, y en su lugar transplantar el "modelo" cubanoide de organización militar, en el cual se borran las fronteras entre la gorra castrense y la boina partidista. Como es el caso entre la FAR y el PCC en la Cuba de Fidel Castro Ruz.

    No por nada es que el nuevo ministro de la Defensa, general Gustavo Rangel Briceño, viene precisamente de comandar las ya célebres reservas militares, cuyas filas son supervisadas con los criterios de las listas Maisanta y Tascón, a fin de evitar nuevos "infiltrados" y limpiar las barracas de sospechosos; tarea que deben desempeñar, desde luego, con una muy variable eficacia.

    Una de las primeras víctimas, por ende, sería la Guardia Nacional y ello por una razón que hasta ahora ha pasado por debajo de la mesa: la mayoría de su personal no es "conscripto y temporal" como la recluta del Ejercito, sino profesional de carrera, es decir permanente. Desde este ángulo, la GN puede ser considerada como la más institucional de las fuerzas o componentes, motivo de sobra, entonces, para eliminarla del mapa así sea medio dejándole el nombre.

    Algún tipo de resistencia ha debido de producirse al interior de la Guardia Nacional, porque el propio Chávez anunció que la denominación propuesta de "Guardia Terrirorial", que casi casi sonaba a "guardabosques", sería sustituida por la más potable de "Guardia Nacional Bolivariana". Pero hasta allí llegó la concesión, porque sigue intacta el resto de la normativa planteada en la reforma, que desintegra a la GN para asimilarla a los demás componentes, incluida la milicia partidaria.

    Por lo demás no es un secreto para nadie que la Miraflores roja-rojita anda empeñada en partidizar las FAN, perdón, la FAB, al mismo tiempo que se ufana en militarizar el PSUV. Al principio con lentitud y luego a marcha forzada, son innumerables las evidencias en ese sentido en los últimos tiempos. Las recientes y sonoras caídas de Alberto Müller Rojas y Francisco Ameliach dan buena cuenta de ambos propósitos.

     El primero fue vuelto a retirar del "servicio activo" por destapar demasiado el juego de la politización. El señor Chávez no quiso seguir conviviendo con la reconocida incontinencia declarativa del viejo general. Y el segundo, no precisamente un empecinado parlanchín, fue sometido a "castigo disciplinario" por andar "hablando pistoladas" que al parecer  avivaron el avispero interno de la montonera oficialista.

    Más o menos la misma cosa porque en las entendederas de quien parte y reparte en el Estado bolivariano, la fuerza militar y la fuerza partidista son, sin mucho adorno, lo mismo: dos instrumentos de poder para reforzar el proyecto de dominación sobre la nación venezolana.  Proyecto que, claro está, se resume básicamente en el viejo anhelo del caudillo primitivo: mandar hasta que el cuerpo aguante.

    Para facilitar la amalgama del PSUV y la FAB se viene conformando la denominada "Milicia Nacional Bolivariana" o el "quinto elemento" de la estructura militar delineada en la reforma rojiza del librito azul. No debe ser casual, por tanto, que las "unidades primarias" del PSUV sean los batallones de militantes, o sea la idéntica formación en la jerarquía castrense o, más bien, miliciana.

    Cuando los "troperos" vayan al Poliedro a vitorear al señor Chávez en un mitin del PSUV irán de civil con la franela rojita y recién salida de la textilera. Cuando tengan que asistir a los "entrenamientos" en Fuerte Tiuna o a realizar alguna labor de despliegue patriótico, pues se pondrán el uniforme verdeoliva con las insignas de ocasión.

    Por eso tampoco es por azar que la jefatura delegada del PSUV,  o el cogollo de verdad para decirlo con precisión, está en manos de militares de paltó o guayabera que saludan al comandante con taconazo y estirón. Si es que hasta la primera indisciplina mediática del aún nonato PSUV la han protagonizado los comacates devenidos en politicastros de intrigas palaciegas y, no faltaba más, cuartelarias.

    Un vistazo al elenco del comité coordinador del PSUV, y sobre todo a los voceros del tribunal o pelotón disciplinario, y lo que se encuentran son capitanes, mayores, tenientes o comandantes, todos formalmente retirados de las Fuerzas Armadas, y uno que otro civil para compensar un tanto el desequilibrio. El origen militarista del partido único está por encima de cualquier duda razonable.

    Militares partidistas y políticos militarizados, he aquí la fórmula para que la FAB y el PSUV se transmuten en hermanitos gemelos nacidos de lo más pegados en el vientre "revolucionario". En verdad, toda una malformación surgida del maridaje entre el fidelismo cubano y la satrapía criolla.
 

flegana@movistar.net

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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