La
"revolución bolivarista" quiere que la FAB y el PSUV sean
hermanos siameses unidos por el ombligo de la "milicia
popular bolivariana". Y es que el supuesto socialismo de
siglo XXI también tiene sus enredos genéticos.
Es público y notorio que la llamada "reforma
constitucional" busca coletearse el concepto institucional y
profesional de las Fuerzas Armadas, re-consagrado, por
cierto, hace casi 8 años en la Constitución de 1999, y en su
lugar transplantar el "modelo" cubanoide de organización
militar, en el cual se borran las fronteras entre la gorra
castrense y la boina partidista. Como es el caso entre la
FAR y el PCC en la Cuba de Fidel Castro Ruz.
No por nada es que el nuevo ministro de la Defensa,
general Gustavo Rangel Briceño, viene precisamente de
comandar las ya célebres reservas militares, cuyas filas son
supervisadas con los criterios de las listas Maisanta y
Tascón, a fin de evitar nuevos "infiltrados" y limpiar las
barracas de sospechosos; tarea que deben desempeñar, desde
luego, con una muy variable eficacia.
Una de las primeras víctimas, por ende, sería la Guardia
Nacional y ello por una razón que hasta ahora ha pasado por
debajo de la mesa: la mayoría de su personal no es
"conscripto y temporal" como la recluta del Ejercito, sino
profesional de carrera, es decir permanente. Desde este
ángulo, la GN puede ser considerada como la más
institucional de las fuerzas o componentes, motivo de sobra,
entonces, para eliminarla del mapa así sea medio dejándole
el nombre.
Algún tipo de resistencia ha debido de producirse al
interior de la Guardia Nacional, porque el propio Chávez
anunció que la denominación propuesta de "Guardia
Terrirorial", que casi casi sonaba a "guardabosques", sería
sustituida por la más potable de "Guardia Nacional
Bolivariana". Pero hasta allí llegó la concesión, porque
sigue intacta el resto de la normativa planteada en la
reforma, que desintegra a la GN para asimilarla a los demás
componentes, incluida la milicia partidaria.
Por lo demás no es un secreto para nadie que la
Miraflores roja-rojita anda empeñada en partidizar las FAN,
perdón, la FAB, al mismo tiempo que se ufana en militarizar
el PSUV. Al principio con lentitud y luego a marcha forzada,
son innumerables las evidencias en ese sentido en los
últimos tiempos. Las recientes y sonoras caídas de Alberto
Müller Rojas y Francisco Ameliach dan buena cuenta de ambos
propósitos.
El primero fue vuelto a retirar del "servicio activo"
por destapar demasiado el juego de la politización. El señor
Chávez no quiso seguir conviviendo con la reconocida
incontinencia declarativa del viejo general. Y el segundo,
no precisamente un empecinado parlanchín, fue sometido a
"castigo disciplinario" por andar "hablando pistoladas" que
al parecer avivaron el avispero interno de la montonera
oficialista.
Más o menos la misma cosa porque en las entendederas de
quien parte y reparte en el Estado bolivariano, la fuerza
militar y la fuerza partidista son, sin mucho adorno, lo
mismo: dos instrumentos de poder para reforzar el proyecto
de dominación sobre la nación venezolana. Proyecto que,
claro está, se resume básicamente en el viejo anhelo del
caudillo primitivo: mandar hasta que el cuerpo aguante.
Para facilitar la amalgama del PSUV y la FAB se viene
conformando la denominada "Milicia Nacional Bolivariana" o
el "quinto elemento" de la estructura militar delineada en
la reforma rojiza del librito azul. No debe ser casual, por
tanto, que las "unidades primarias" del PSUV sean los
batallones de militantes, o sea la idéntica formación en la
jerarquía castrense o, más bien, miliciana.
Cuando los "troperos" vayan al Poliedro a vitorear al
señor Chávez en un mitin del PSUV irán de civil con la
franela rojita y recién salida de la textilera. Cuando
tengan que asistir a los "entrenamientos" en Fuerte Tiuna o
a realizar alguna labor de despliegue patriótico, pues se
pondrán el uniforme verdeoliva con las insignas de ocasión.
Por eso tampoco es por azar que la jefatura delegada del
PSUV, o el cogollo de verdad para decirlo con precisión,
está en manos de militares de paltó o guayabera que saludan
al comandante con taconazo y estirón. Si es que hasta la
primera indisciplina mediática del aún nonato PSUV la han
protagonizado los comacates devenidos en politicastros de
intrigas palaciegas y, no faltaba más, cuartelarias.
Un vistazo al elenco del comité coordinador del PSUV, y
sobre todo a los voceros del tribunal o pelotón
disciplinario, y lo que se encuentran son capitanes,
mayores, tenientes o comandantes, todos formalmente
retirados de las Fuerzas Armadas, y uno que otro civil para
compensar un tanto el desequilibrio. El origen militarista
del partido único está por encima de cualquier duda
razonable.
Militares partidistas y políticos militarizados, he aquí
la fórmula para que la FAB y el PSUV se transmuten en
hermanitos gemelos nacidos de lo más pegados en el vientre
"revolucionario". En verdad, toda una malformación surgida
del maridaje entre el fidelismo cubano y la satrapía
criolla.
flegana@movistar.net
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |