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La lista de mísis Golinger
por Fernando Luis Egaña
sábado, 11 agosto 2007


No contentos con la lista Tascón y la lista Maisanta, ahora el oficialismo anda amenazando a ciudadanos venezolanos con una nueva lista, la de Eva Golinger, abogada de origen estadounidense muy afecta a la "bolivarera revolución" y muy identificada con La Habana, que ha resuelto erigirse junto a su camarada Mario Silva, el mismo del programa y el semanario "La Hojilla", en una especie de inquisidora de periodistas criollos en nombre de la soberanía tricolor.

La excusa del asunto es que varios reporteros del patio aceptaron invitaciones de instituciones públicas y privadas de Estados Unidos para asistir a seminarios y talleres académicos, con pago de viáticos y pasajes, y eso, según alguna ley gringa, los clasificaría como supuestos empleados del "Uncle Sam". Una verdadera reducción al absurdo que la licenciada Golinger quiere aprovechar para mostrar su dominio de cierta legislación de EEUU y de ese modo hacer valer su relevancia abogadil dentro de la "nomenklatura" gobiernera.

Y el propósito del asunto, además, es sembrar la cizaña de que esos periodistas viajeros habrían sido reclutados por el gobierno de Washington para desestabilizar al régimen de Chávez, lo que sería demostrable por el periodismo crítico que se empeñan en hacer, desconociendo los infinitos logros de la "revolución". La acusación de traidores a la patria, entonces, estaría a la vuelta de la esquina. De hecho, ya ha sido deslizada de manera oficiosa y en diversos portales del aparato propagandístico del Estado se encargan de justificar la pretendida inculpación.

Una faceta más, por tanto del manoseado guión que busca equivaler la denuncia y la critica al régimen de Chávez con una campaña de desprestigio y derrocamiento fabricada en los sótanos de Langley, cual película de suspenso de Hollywood, de esas que le dejan buena plata, entre otros, a Danny Glover y Sean Penn. Así las cosas, más de 30 conocidos periodistas del país serían casi que fichas no tan encubiertas del imperio yanquiŠ.

Semejante tirada de pelo sólo es concebible en personas de entendederas tan foráneas como malasangrosas. Después de todo, ¿cuál es el problema en aceptar invitaciones pagas para eventos profesionales o académicos de Estados Unidos, España, Cuba, la China comunista, la nacionalista o Tayikistán? Eventos nada secretos o clandestinos porque hasta en la prensa suelen ser publicitados, antes, durante y después de su celebración. En los países escandinavos, por ejemplo, los Gobierno estimulan a los profesores universitarios a aprovechar este tipo de oportunidades e incluso les dan facilidades impositivas.

En la Venezuela que apenas conoce la licenciada Golinger, el aprovechar las invitaciones internacionales ha sido una costumbre desde hace décadas, sin que nadie se haya puesto a urdir teorías conspirativas de quinta categoría, y mucho menos que las mismas sirvieran de pretexto para "investigaciones parlamentarias" y "sanciones judiciales". Hasta la diputada Desirée Santos Amaral, vieja reportera y novel guardiana de la revolución, no puede ocultar la pena ajena ante tamaño desmán.

Sin ir muy lejos, quien escribe fue a un seminario politológico en La Habana, por allá en 1991, y jamás se me habría pasado por la mente que aquello podría hacerme sospechoso de ser espía del G-2. De acuerdo a los vericuetos intelectuales de Eva Golinger, yo sería prácticamente culpable y sin mucho derecho a pataleo. ¡Por favor!

Ahora bien, lo que en apariencia es una pachotada más o menos enfermiza, en realidad podría transformarse en una causa de carácter penal, con Fiscalía de por medio, libelos acusatorios, citaciones, y mucho pero mucho vituperio personal y profesional a periodistas de reconocida trayectoria. El propio señor Chávez acaba de reiterar desde Montevideo que uno de los principales problemas de la humanidad son los medios de comunicación social.

Inclusive, de no llegarse a activar los mecanismos de hostigamiento judicial en contra de los periodistas "enlistados", el objetivo de intimidar no cesaría ni mucho menos, pues del insulto retórico a la agresión material hay, como en el refrán del dicho al hecho, muy poco trecho. Al parecer, en una página web asociada a la narcoguerrilla colombiana aparece la "lista de Eva" como el inventario de los periodistas venezolanos que son agentes de la CIA. En dicho contexto esas no son palabras menores.

Las satrapías son duchas en este tipo de tinglados, y en especial la fidelista que los ha perfeccionado al máximo. Inclusive en el país de origen de mísis Golinger, la persecución "macartista" al mundo intelectual a mediados de los años 50, en nombre de la lucha contra el comunismo, pasó a los anales de la infamia y la vergüenza.

No deja ser irónico, por tanto, que una letrada del norte quiera revivir el macartismo en nuestro caribeño país, aunque ahora con la boinacolorá y el acento igualito al de Mr. Bush.


flegana@movistar.net

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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