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La re-contra-militarización
por Fernando Luis Egaña
viernes, 9 noviembre 2007


La mejor evidencia del peor fracaso de la revolución bolivarista, es que luego de casi 10 años en el poder se empeñe en re-contra-militarizar el país para no perder la vertical. El que dude puede preguntarle al general Raúl Isaías Baduel, recién salido del olimpo oficial y nueva víctima de la iracundia de boinacolorá.

Se hace obvio que el nerviosismo está haciendo de las suyas en los más connotados círculos del oficialismo, y de allí la obsesión por utilizar la Fuerza Armada a diestra y siniestra. Amén del sicariato para-militar, seguramente conectado con algún cuerpo de la llamada "milicia popular", como bien se puede apreciar en los ataques armados y reiterados a las protestas estudiantiles a lo largo y ancho del territorio nacional.

Ya se sabe, por ejemplo, que algunos de los sicarios que le dispararon a la marcha que regresaba a la UCV, tienen una estrecha vinculación con las "autoridades" de alcaldías "revolucionarias" de la "Reina del Warairarepano".

De allí que el "mantenimiento del orden público", lo que en lenguaje rojo-rojito quiere decir la defensa de la revolución, ya prácticamente no descanse en el sector policial formal o profesional, sino en el militar y su sucedáneo "miliciano". Y luego de la notoria orden del señor Chávez en contra de las marchas de los estudiantes, más todavía.

Al parecer Pedro Carreño y Tareck El Aissami serán sustituidos de manera efectiva y definitiva por el general Jesús Morao Gardona, comandante de la Tercera División de Infantería, que abarca la región capital, y así en las demás plazas principales. Oficial divisionario no tanto por sus méritos de carrera sino por su alineación probada a las instrucciones de su Comandante en Jefe, sean dentro o fuera de la ley.

Además, grupos variopintos de encapuchados con carnet de organismos del Estado también desempeñan la siniestra función del trabajo sucio en materia represiva. A estas alturas del "proceso revolucionario" sería de una ingenuidad escandalosa imaginar que andan por cuenta propia, alejados de las líneas de mando que tienen su punto de partida en el despacho central de Misia Jacinta.

Por otra parte, la menguada y errática distribución de los alimentos de la cesta básica cada día opera menos a través de las redes comerciales y cada día más mediante los operativos militares que organiza el general del Ejercito Rafael Oropeza, ministro de Alimentación, y el mayor Osorio, presidente de Mercal.

En otras palabras, el racionamiento forzoso se viste de uniforme verde-oliva, y la desbaratada "soberanía alimentaria" depende de la burocracia castrense, como si nuestro país se equiparara a aquellas naciones que padecen emergencias humanitarias causadas por catástrofes ambientales, guerras civiles o invasiones extranjeras.

Así mismo, los servicios de salud del Estado ya no se encuentran bajo la dirección de profesionales de la medicina, sino de un "estado mayor militar" que dirige el teniente coronel del Ejercito, Jesús Mantilla, ministro de Salud, y ex-presidente del Seguro Social, en donde dejó a un compañero de armas.

Y ahora el control y la censura a los medios de comunicación independientes también se va a terminar de militarizar, de acuerdo a las ordenes impartidas por el señor Chávez al teniente (r) y ministro del ramo, Jesse Chacón, acusado de blandengue por el propio mandatario en su reciente discurso de la avenida Bolívar.

Inclusive, el ministerio de la Secretaría, que debería ser la contraparte civil de la Casa Militar en el funcionamiento de la Presidencia, acaba de pasar a manos de un militar activo, el general Alexander López, luego que a Hugo Cabezas le cortaran la testa ministerial.

Salvando las distancias continentales, en algo se parecen los casos del general Musharraf en Pakistan y del comandante Chávez en Venezuela. De eso ha escrito, con su lucidez característica, Oswaldo Barreto. Ambos mandamases militarizan a sus respectivos países aunque por razones opuestas: aquél para tratar de contener el extremismo islámico, y éste para tratar de acallar la protesta nacional en contra de su extremismo disparatado.

Increíble que con el petróleo venezolano cotizándose muy por encima de los 80 dólares por barril, el Estado nacional no pueda gobernar por las buenas y tenga que apelar a las malas y las peores para infundir temor a la población con el ejercicio militarizado del poder público.

El señor Chávez, siempre tan habilidoso para tratar de sintonizarse con sentimientos y emociones populares, está colocándose a contravía de las percepciones mayoritarias. ¿O acaso qué significa que al mismo tiempo en que acusa a los estudiantes venezolanos de terroristas y delincuentes, le extienda alfombra palaciega a los guerrilleros colombianos de las FARC?

El rechazo a la presidencia perpetua de la reforma constitucional, y la creciente convicción de que el supuesto "socialismo de siglo XXI" lo que en verdad traerá será carestía, escasez, racionamiento y penuria, como ha sido y es en todos los regímenes del mismo corte, son las principales razones que movilizan a densos sectores, empezando por los estudiantes, a salir a la calle y defender su futuro.

Contra eso, la militarización y su carnal para-militar pueden convertirse en armas de doble filo, porque suele suceder que los fusiles que apuntalan al gendarme mayor se resistan a cumplir comandos que supongan graves violaciones a los derechos humanos. Eso fue lo decisivo que pasó el 11 de abril del 2002 con el criminal intento de activación y despliegue del Plan Avila, y eso es lo que la ambición desenfrenada incuba aquí y en cualquier parte.
 

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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