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La prole de la libertad
por Fernando Luis Egaña
sábado, 9 junio 2007


El grueso de los universitarios que hoy marchan y protestan, eran todavía niños que salían de primaria cuando Chávez empezó su mando, hace 8 años y medio. La "revolución" no pudo con ellos y, más todavía, ellos se han rebelado ante la imposición "revolucionaria", con esa espontaneidad característica de la juventud.

Pongamos el caso de Freddy Guevara, miembro del Centro de Estudiantes de la Escuela de Comunicación Social de la UCAB: tiene 21 años, es decir que no pasaba de 12 al iniciarse el "gobierno bolivariano", quizás 2 años más de los que ahora tiene la pequeña Rosinés.

Similar es el calendario para Yon Goicoechea, uno de los más visibles dirigentes universitarios: apenas cuenta con 22 años y ya está en la recta final de la carrera; o sea que sus compañeros entre los "nuevos" andarán, en promedio, en los 18 y 19. Las propias ligas infantiles, de 10 años si acaso, en los comienzos de la llamada "revolución" por allá en 1999.

Igual puede decirse para ese incontable elenco de muchachas y muchachos que a diario vemos recorrer plazas y avenidas, a lo largo y ancho del país, llevando un mensaje de denuncia y esperanza, de crítica y solidaridad, de firmeza y no-violencia.

Por eso, cuando los jerarcas oficialistas preguntan, a modo de insidia, ¿dónde estaban estos jóvenes durante el "golpe de abril" del 2002?, se olvidan que hace 5 años eran alumnos de bachillerato y, en buena medida, ni siquiera del ciclo diversificado.

En pocas palabras, la masiva y constante propaganda revolucionaria se cortocircuitó entre la población adolescente y juvenil de Venezuela, cuyo animo de lucha, sin duda, tiene mucho más que ver con la laboriosamente labrada cultura democrática, uno de cuyos frutos más preciados es la libertad política.

Y eso que casi la única referencia de liderazgo político continúo que conocen por experiencia personal es la del señor Chávez, quien lleva cerca de una década de presencia avasallante en los medios de comunicación, sobre todo a través del encadenamiento obligatorio mañana, tarde y noche. Se perdió esa siembra palabrera y publicitaria porque no consiguió el objetivo de lavarle el cerebro a la nueva generación. Al contrario.

La razón explícita de su protesta es la defensa de valores y principios asociados al ideal democrático: la libertad de expresión, de manifestación, de pensamiento. Están defendiendo conquistas históricas de la sociedad venezolana que están en la mira directa del proyecto de dominación que busca controlar todos los espacios.

Y ello es válido no sólo para los estudiantes de las universidades privadas, sino en especial para los jóvenes de la UCV, LUZ, ULA, UC, UDO, USB y el resto de las numerosas instituciones de educación del Estado, incluyendo también a la UNEFA y la Universidad Bolivariana, de donde han salido, contra viento y marea, muchos marchistas en identidad con sus compañeros de todos los rincones del país. También se suman los alumnos de educación media.

El detonante de la protesta no es muy difícil de discernir: la defensa de la libertad de expresión con motivo del cierre político y arbitrario de RCTV. Pero ese mismo motivo se fue expandiendo en causas y razones conexas, en la medida en que la respuesta del régimen imperante se endureció en vituperios retóricos y en acciones represivas.

El propio presidente Chávez se ha mofado, nerviosamente por cierto, de las manifestaciones estudiantiles, y toda su batería mediática se ha dirigido a "encuadrarlas" en el arrugado formato de "revolución vs imperio". Por lo demás, los insultos presidenciales han ido subiendo de tono con los días, incluso con la "ayudita" de colegas extranjeros, como Daniel Ortega.

Más habilidoso, el ex-vicepresidente José Vicente Rangel se ha declarado en favor del diálogo, no sin antes tratar de inocular su típico veneno. Pero el resto de la vocería de boinacolorá se ha dedicado a competir en la descarga, en especial después de que los dirigentes estudiantiles se negaran a servir de carne de cañón para la jauría de la Asamblea.

Ahora bien, el desconcierto y la irritación que los estudiantes producen en los círculos del poder, comenzando por Miraflores, es que la suya no es la lucha política convencional por cuotas o parcelas de dominio. Su lucha, es bueno reiterarlo, tiene que ver con valores y principios y no con cargos y privilegios. Por eso se encuentran en dimensiones distintas a la de la nomenklatura oficialista y, de seguro, de algunos grupos de eterno cálculo en la acera de enfrente.

De allí que el mar de fondo sea ominoso para el régimen revolucionario y, al mismo tiempo, auspicioso para las reservas democráticas de la sociedad venezolana.

Inclusive con prescindencia del curso inmediato de los acontecimientos, porque al fin y al cabo como bien acaba de escribir Rafael Poleo en su más reciente Péndulo: "Habrá que esperar un poco para saber si en esta emergencia estudiantil hay criterio y solidez. Pareciera que sí. Pudiera ser que esta Generación del 2007 sea para Venezuela tan importante y creativa como fue la Generación de 1928".

Lo que ya sí sabemos es que el discurso oficial de división, de amenaza, de dominio, de enfrentamiento político, social y hasta racial que exudan sus emisarios, no sólo no ha logrado persuadir a las nuevas generaciones, sino que las está animando a patear las calles en pie de lucha por una idea de Venezuela muy distinta a la del presente.
 

flegana@movistar.net

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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