El
señor Chávez ha recibido 2 derrotas desde el domingo 2 de
diciembre. La correspondiente al triunfo del "no" en el
referendo sobre la reforma constitucional, y la que él mismo
se ha venido propinando con esa actitud en extremo patanera
que viene exhibiendo en diversas actuaciones públicas. La
segunda es consecuencia de la primera, pero cuidado si es
hasta más punzante.
En sus palabras de aceptación de la victoria electoral del
"no", ya entrada la madrugada del lunes 3, Chávez afirmó que
no le quitaría ni una coma a la fallida propuesta de reforma
constitucional. Vale decir, que reconocía los resultados
pero que no reconocía sus efectos y consecuencias. Ello
equivaldría al caso de un gobernante que pierde los comicios
de reelección, reconoce la victoria de quien le ganó, y
luego se resiste a entregarle el poder.
En adelante se ha empeñado en declarar sin descanso,
reiterando sus habituales vituperios a cualquiera que no le
acompañe, tratando de desmeritar el triunfo electoral de los
oponentes a la reforma, acusando a los medios de
comunicación de conspirar para derrocarlo, anunciando que
está listo para intervenir gobernaciones y medios críticos
y, como guinda de la torta, calificando de "mierda" a medio
mundo.
En lenguaje beisbolero eso se llama estar "wild": ni más ni
menos que un comportamiento alocado que debe tener a muchos
de sus copartidarios con las manos en la cabeza. Y esta
conducta contrasta con los pies sobre la tierra que mantuvo
en dos anteriores ocasiones de gran adversidad: al reconocer
el fracaso del intento de golpe de Estado el 4 de febrero de
1992, y al aceptar la opción de la renuncia cuando los altos
mandos militares quebraron la línea de mando al no acatar la
orden de desplegar el Plan Avila en contra de la
manifestación del 12 de abril de 2002.
El gobernador del estado Sucre, Ramón Martínez, ha informado
que en un sondeo rápido de opinión o "tracking poll" que se
acaba de realizar, los números desfavorables al presidente
Chávez continúan en aumento. A primera vista, eso se
entiende porque la derrota siempre es huérfana y la victoria
tiene muchos padres. Pero más allá del orden natural de las
cosas, se hace cada vez más obvio que crece la desaprobación
social a la arrogancia matonera que no deja de manifestar el
mandatario miraflorino.
La derrota popular a la pretensión de perpetuarse en el
poder a través de la reelección indefinida, le está causando
una zozobra existencial al señor Chávez. Y no tanto por el
fracaso en sí de la tentativa, sino porque ahora se hace muy
cuesta arriba que pueda imponerla más tarde por mecanismos
acordes con la Constitución vigente.
A falta de posibilidad de reelección, la hegemonía de la
"revolución bolivariana" se erosiona y el próximo futuro se
le pone chiquito a quien buscaba mandar hasta el año 2030.
La llamada "autopista despejada" de la que se ufanaba José
Vicente Rangel a comienzos del 2006, se está convirtiendo en
un camino culebrero que, de continuar el señor Chávez con
sus amenazas y desplantes, bien podría volverse en un
verdadero vía crucis.
Por obra y gracia exclusiva del proponente de la rechazada
reforma, el revés que sufrió el 2-D se transforma en una
derrota por partida doble.
flegana@movistar.net.ve
* |
Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |