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La victoria del 2-D
por Fernando Luis Egaña
lunes, 3 diciembre 2007


La victoria del 2-D puede marcar el principio del fin de la hegemonía de boinacolorá. Pero la lucha será muy dura, y el coraje y la esperanza de los venezolanos, también.

La derrota de la "reforma constitucional" en el referendo del domingo 2 de diciembre de 2007 significa un importante punto de inflexión para la trayectoria de ese proyecto de dominio que se llama "revolución bolivariana", tanto dentro y fuera de nuestras fronteras. Una mayoría de los electores le dijo "no" a la propuesta del señor Chávez, es decir a la reelección indefinida, es decir a la perpetuación del poder rojo-rojito.

Y ese "no" va acompañado por el surgimiento de un novedoso contrapeso político a la fuerza del oficialismo. No ya en los partidos políticos en sentido estricto, o en las instancias tradicionales del gremialismo, o en la influencia de los denominados "poderes fácticos", sino en el vasto mundo de los jóvenes universitarios que poco a poco se han venido acuerpando con pasión y razón generacional.

El triunfo del "no" vigoriza la cultura democrática del país, porque fortalece el camino del sufragio, aún a pesar de la elevada abstención del 2-D, 44,11%, y aún a pesar de la permanencia de numerosos mecanismos de control del Estado bolivariano sobre el sistema electoral que, por lo menos, tienden a producir un condicionamiento de los resultados. Tan es así que los números finales del boletín del CNE lucen mucho más apretados de los surgidos del voto popular.

En ese sentido, debo reconocer que el escepticismo de muchos, incluyéndome, con respecto a las posibilidades reales de un reconocimiento oficial al triunfo del "no", fue superado gracias a una clara demostración de voluntad y entusiasmo colectivo, sobre todo entre los estudiantes que se empeñaron a fondo sin importar riesgos ni obstáculos, como si estuvieran investidos de la grave responsabilidad de sacar adelante al conjunto de la nación. En verdad, una lección inolvidable.

Pero esta victoria tan significativa no debe conllevar a la percepción de que el afán totalitario de la "revolución" de pronto cesó y hasta se transformó en un cordial abrazo de reconciliación democrática. Eso no es así, y el propio señor Chávez en sus habilidosas palabras de aceptación lo ha reiterado.

Cierto que el "por ahora" luce manido y cansado, pero no lo es menos que su proyecto de dominación depende de que pueda prolongarse en Miraflores, y a esa mezcla de necesidad y obsesión se dedicará, quién sabe por cuáles medios e instrumentos, incluido el intento de concreción a trancas y barrancas de muchos aspectos de la derrotada reforma constitucional.

Pero aquella autopista despejada de la que hablaba José Vicente Rangel hace un año, por donde pretendieron empujar a los "motores de la revolución", ya no es ni puede ser la misma. A la hegemonía de boinacolorá se le empiezan a descoser las costuras. Y es que pocas veces como ahora han sido tan certeras esas palabras que los venezolanos aprendemos muy temprano: "Gloria al bravo pueblo... que el yugó lanzó"...
 

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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