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El librito colorao  
por Fernando Luis Egaña
domingo, 2 septiembre 2007


Cual caricatura tropical del legendario Mao Zedong, el señor Chávez ya se inventó su "libro rojo" como si la "revolución bolivarera" fuera el repique de la "gran revolución cultural y proletaria" que, dicho sea de paso, dejó vuelta ñoña a la China comunista de hace más de tres décadas.

Pero la realidad es mucho más elemental: la planteada reforma de la Constitución de 1999 lo que busca es darle ropaje constitucional a la satrapía que impera en Venezuela. Así de sencillo. Tanto la reelección indefinida como el contorno de los 33 artículos, son vestimenta seudojurídica para "legalizar" una enfermiza ambición de poder.

El que tenga un mínimo de duda al respecto, podría preguntarle a la elogiada escritora mexicana, Elena Poniatowska, quien luego de 8 horas de tortura en "Aló Presidente" salió, además de "en posición de silla", con una desazón mayúscula por la mandonería de su anfitrión.

Las marionetas del oficialismo alegan que la reforma pretende la "constitucionalización" (vaya palabrota) del socialismo. Algunos ministros compiten para ver quién logra ensalzar más la propuesta presidencial como la nueva ola del socialismo planetario. Claro que en esas lides el zeñó Ignacio Ramonet les lleva una morena, por no decir una maleta parisina.

Casi peor que lo anterior es el propósito de darle rango de "Carta Magna" a los delirios que caracterizan al incontinente mandatario: ciudades oceánicas, cambiadera de nombres, ocurrencias territoriales, demagogia ilimitada, en finŠ Aunque el meollo del asunto, desde luego, sea la reelección indefinida que, en cualquier satrapía que se respete, equivale al mando perpetuo.

Pero ello no es suficiente para terminar de cuadrar el círculo alrededor de la Silla miraflorina. Se requieren otros dispositivos que atornillen la reelección por encima del díscolo pueblo venezolano. Al fin y al cabo, la desconfianza generalizada del señor Chávez hacia todo y todos, comienza, naturalmente, por ese soberano al que tanto adula.

De allí que el primero de los referidos dispositivos es que la soberanía "no nace del sufragio ni de elección alguna", sino que nace del Poder Popular. Es decir, del tinglado político-administrativo que el Estado rojizo viene montando, en nombre del desarrollo social, pero con la rienda corta del control proselitista y la distribución discriminada de los recursos económicos.

Claro que el susodicho PP es entiende como Poder Personal, "mío solito y de más nadie", o sea por encima de las preferencias políticas de los electores, si es que pudieran expresarse con libertad en consultas organizadas con sentido institucional.

Otro es la partidización de "derecho" de unas Fuerzas Armadas ya politizadas de hecho por el influjo bolivarero. El propio Chávez se ha encargado de vituperar de la doctrina institucional y profesional de la FAN, consagrada en la Constitución de 1999, proclamando que se trata de una imposición gringa de corte colonial.

Y si así fuera, ¿por qué diablos él propuso esa misma doctrina, la defendió, la hizo aprobar en la Asamblea Constituyente de entonces, y tiene 8 años alabándola? Quién no lo conozca que lo compre.

Así mismo, la sopa de letras de la "nueva geometría del poder" es la excusa para desmontar cualquier vestigio de autonomía estadal y municipal, pero guardando las apariencias de una descentralización formal con elecciones de comiquita para gobernadores y alcaldes.

De ese modo, los Diosdado Cabello o los Reyes Reyes reciben un palo por la cabeza, pero no pueden chistar mucho porque todavía se reconoce en el papel la elección directa de otros funcionarios.

Igual ocurre con el manejo directo de las reservas internacionales, que ahora se aspira "constitucionalizar" con la sepultura definitiva del BCV. Y también con las "nuevas estructuras de propiedad", dejando un campito para la privada a fin de manejarlo todo como si la economía y la sociedad fueran un conuco a merced del plan de machete.

Con la susodicha reforma constitucional, Chávez y su grupo, en el que no hay nadie parecido ni remotamente a un Chou Enlai o un Deng Xiaoping, persiguen que Venezuela dejé de ser una República para convertirse en el botín de una tribu roja-rojita. Para eso quieren el librito colorao y, no faltaba más, los maletines llenos de verdes billetes.
 

flegana@movistar.net

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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