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Chávez y su muro de Berlín
por Fernando Luis Egaña
sábado, 30 junio 2007


El mandatario de boinacolorá está tratando de levantar un Muro de Berlín alrededor de la nación venezolana. Un muro de aislamiento exterior y retroceso interno para terminar de imponer su voluntad despótica.

Para muestra el botón de sus recientes declaraciones moscovitas en las que confiesa "añorar a la Unión Soviética". Por cierto que un tanto descorteses hacia Bielorrusia, la segunda parada de su enésimo periplo euro-asiático, porque al fin y al cabo Minsk consiguió su anhelada independencia al acabarse la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a partir de 1991.

Pero nada, a casi 18 años de la caída del viejo Muro de Berlín, el usuario de Miraflores anda empeñado en exhumar el cadáver del socialismo fideloide e imponérselo a trancas y barrancas a la Venezuela democrática.

Es un brinco adicional en esa especie de túnel del tiempo que significa la llamada "revolución bolivariana", acaso uno de los fenómenos más claramente reaccionarios del panorama político latinoamericano del siglo XXI. Acertada, por ende, la definición del "líder supremo" que recién hiciera el escritor mexicano Carlos Fuentes: un fascista disfrazado de izquierdista.

Basta enumerar algunos de los objetivos y realidades preferidas por el señor Chávez para demostrar el argumento más allá de cualquier duda razonable: comisión central de planificación, presidencia perpetua, eliminación de la autonomía administrativa, recentralización del poder, economía socialista, hegemonía comunicacional, militarización social, control ideológico-educativo, politización policial, carrera armamentista y, como guinda de la torta, el montaje de una industria nuclearŠ Nada menos.

Exactamente lo contrario o hasta lo contradictorio de la estrategia de desarrollo y modernización que llevan adelante los países con más empuje continental, incluyendo aquellos que tienen gobiernos socialistas-democráticos y socialdemócratas, como Chile, Brasil y Costa Rica. ¿Qué estarán pensando, por ejemplo, líderes afirmativos y progresistas del hemisferio como Fernando Henrique Cardoso o Ricardo Lagos de las tendencias involutivas del antiguo colega?

Si acaso Evo Morales, Daniel Ortega y el infaltable Fidel Castro aplaudirán las ejecutorias prehistóricas del presidente venezolano, y, de seguro que no sólo por intimidad ideológica sino también por pragmatismo crematístico.

En un mundo de creciente globalización que se orienta hacia un "solo mercado, un solo ecosistema y una sola comunidad", como bien se entiende desde Beijing a Madrid, o desde Sao Paulo a Nueva Delhi, el Estado que comanda el señor Chávez se aísla cada vez más en nombre de un nacionalismo ultramontano que parece derivarse, más bien, de complejos personales y patológicos.

En verdad, un nacionalismo de retórica ya que gracias al denominado "desarrollo endógeno" el país se está convirtiendo en un inmenso Maicao de 916.445 kilómetros cuadrados continentales, subsidiado por el boom petrolero a costa de sacrificar el potencial productivo e innovador de la economía nacional.

Así se ordena el retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones, del Grupo de los Tres que nos integraba con México, del Banco Mundial y del FMI. Se amenaza con el salida de la OEA y hasta del Mercosur, cuya entrada, por cierto, aún no se perfecciona como advierte con fina ironía diplomática el canciller brasileño Celso Amorim.

Pero además se despotrica del libre comercio hemisférico y se denuncia la posibilidad de acuerdos de integración con la Comunidad Europea. En otras palabras, se plantea, más o menos por descarte, que la patria del integracionista máximo, Simón Bolívar, degenere en una especie de burbuja petrolífera, cerrada a la inversión indispensable y obsesionada con el reparto regional del erario público a los gobiernos latinoamericanos de probada filiación política, que no otra cosa es el "Alba".

Mientras tanto, en el dominio internacional la Venezuela revolucionaria se alía "estratégicamente" con Irán, Biuelorrusia, Zimbabue, Siria y Cuba, toda una pléyade ejemplar del mundo del futuroŠ. Y no se incluye en el elenco a Corea del Norte, al menos por ahora, porque el mismo Fidel le aconseja al adinerado pupilo que modere sus instintos "fraternales" hacia la Choson Minchuchui Inmin Konghwaguk, mejor conocida como la República Democrática Popular de Corea, capital Pyongyang, "la cosmopolita".

Y en el dominio doméstico, el Estado "bolivariano" continúa dedicando gran parte de sus ingresos petroleros a importar todo tipo de alimentos y mercancías, al precio que sea, para tratar de evitar que cunda la escasez y la eventual hambruna. Controles, nacionalizaciones, nuevos impuestos, más burocracia, menos propiedad, amenazas y sanciones, inseguridad generalizada son algunas de las características principales del modelo socialista que se busca establecer. ¿A qué suena todo eso sino al mundo vencido del otro lado del muro?

En la era de la nanotécnica y el mercado planetario, del empoderamiento individual y la red mundial de información, de la biotecnología y la visión global, el régimen imperante en Venezuela se ufana y se afinca en el trueque, los gallineros verticales, la colectivización, la censura, el imaginario militar y el culto a la personalidad. Con razón Chávez se siente tan cómodo con Lukashenko, Mugabe, Assad y Fidel. No se nombra a Saddam por razones obvias.

Al empeñado en levantar este Muro de Berlín para que la "revolución" encierre al país, hay que recordarle que el original fue derribado por una nueva generación que se hizo incompatible con el opresivo y desvencijado sistema, y a esta mala copia le puede pasar lo mismo.
 

flegana@movistar.net

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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