La actual crisis de gobernabilidad, tarde o temprano terminaremos todos superándola, pero para lograrlo - sin traumas irreparables - estamos obligados a transitar por la senda de la negociación y de los acuerdos. Es un camino largo y culebrero; y lo quieran o no, tanto el oficialismo, como la vertiente histérica, facilista y cortoplacista de la oposición; tarde o temprano habrá un referéndum revocatorio.

Ahora bien, el gobierno mas que nadie le teme a dicha consulta y de allí su imprudencia al pretender a como de lugar aprobar unas leyes (Mordaza y Participación ciudadana), las cuales - de llegar a aprobarse - sabemos muy bien que sería como echarle gasolina al fuego.

Así las cosas, está claro que la oposición está atravesando por un slump y que la moral está por el suelo, sin embargo, sin darnos cuenta el hecho de estar haciéndole frente a un gobierno con abiertas intenciones totalitarias, representa una resistencia que deberíamos conjugarla como la esperanza y el carburante vital para cualquier retador. En ese sentido debemos sacudirnos, esa despreciable etiqueta de golpistas que pretende imponernos, el golpista mayor. ¡Y qué mejor manera! de poner a temblar al régimen, que firmando el acuerdo compuesto de 19 puntos, al cual habrían llegado gobierno y oposición, a través de la Mesa de Negociación y Acuerdos.

Pero desde ya se oyen voces, de parte de la demagogia oposicionista; diciendo que sería negativo la firma de dicho acuerdo, y no sé si quienes así se expresan, lo hacen por falta tanto de experiencia, como de coraje o de prospectiva política.

En todo caso, las relaciones entre el gobierno y la oposición ya están lo suficientemente gangrenadas, y en ese sentido cualquier acuerdo al que puedan llegar las partes no puede ser sino bienvenido.

Claro está, que el riesgo cero no existe, y no será por arte de magia que el gobierno va a cesar en su tónica de descalificación y asfixia hacia todas las fuerzas vivas del país; así como los insultos y amenazas tanto a los medios, como a la CTV y Fedecámaras; todo ello comprendido dentro del plan nacional de sabotaje implementado por el gobierno.

Pero qué mejor argumento para la oposición en estos momentos, que el lograr un compromiso por parte del gobierno en cuanto a que éste reconozca que la solución a la crisis por la cual atraviesa el país, debe pasar por la vía electoral, en total apego al artículo 72 de la Constitución; tal y como reza el punto numero 12 del acuerdo por firmar.

Si ello se hiciera realidad, la necesaria e indispensable reconstrucción del país, una vez revocado el mandato del o de los incapaces dirigentes que sumieron al país en el caos; se hará bajo el signo de la reconciliación, tal y como dice el punto numero 4 del acuerdo en cuestión.

En conclusión, si yo fuera miembro de la Coordinadora Democrática, firmara sin mayores titubeos. La oposición también debe asumir una actitud ejemplar, pasando por encima de todos los males, de los cuales la oposición misma es víctima.