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Las paradojas del delirio
por Fernando Luis Egaña
viernes, 23 noviembre 2007


En Caracas, Barinas o Maracaibo escasean los alimentos de la cesta básica, pero en Riad, Teherán o París abundan los discursos con ínfulas de protagonismo planetario. Es el delirio en su máxima expresión. Y ni hablar del contrapunteo entre Miraflores y la Casa de Nariño con motivo de la terminación de la "gesta pacificadora" del hincha de Marulanda.

El "loco" Chávez, como le dicen afectivamente sus compañeros de promoción militar y, a sus espaldas, algunos de los ministros del Gobierno bolivariano, le dijo al rey Abdullah que "le entregaba" una Opep con el barril en 100 dólares. Así sin pestañear, como si estuviera poniendo en manos del monarca saudí el manejo de la Opep que, supuestamente, él habría detentado desde la II Cumbre presidencial, por allá en la Caracas del año 2000. Una verdadera osadía que más bien raya en la chacota.

Luego precisó la pretendida referencia heroica al manifestar que si no hubiera sido por su "revolución", la Opep habría dejado de existir, ergo la trayectoria ascendente de los precios petroleros en el mercado mundial sería uno de los "innumerables logros" de su desempeño gubernativo, como por cierto cantan los folletos publicitarios en varios idiomas del ministerio informativo de William Lara.

Por supuesto que Abdullah Bin Abdul Aziz no se dio por aludido, entre otras cosas porque con sus casi 10 millones de barriles diarios, Arabia Saudita tiene la sartén de la Opep por el mango desde mucho antes que apareciera en escena el señor Chávez con su infatigable verborrea. Pero no hay mal que por bien no venga, habrá pensado atusándose el real bigote, ya que el ruidoso venezolano ayuda a vociferar ciertos argumentos que la diplomacia saudí desaconseja en público y favorece en privado.

Claro que la "propuesta" de politizar a la Opep de acuerdo a las entendederas roja-rojitas, fue como demasiado incluso para los impasibles soberanos del Golfo Pérsico. De allí que en Riad pasara los mismo que en Santiago de Chile: el señor Chávez aislado con el recién estrenado Correa y el hermano Ahmadinejad, así como antes se quedó íngrimo con Evo y el chulo Ortega.

En Teherán volvió con la cantaleta de querer convertir a Venezuela en una potencia nuclear, y en París se quiso presentar como el benefactor de la paz colombiana, aunque Sarkozy se quedara con las ganas de ver las pruebas de vida de Ingrid Betancourt. Todo un gran operativo de relaciones publicitarias, en el mejor estilo del fidelismo cubano de mejores épocas, con la finalidad de conseguir vistosos titulares de prensa y solazarse con la idea de que el mundo está alborotado en virtud de sus elucubraciones y andanzas.

Naturalmente que ni su desarticulado canciller Nicolás Maduro ni su radicalosa ministra miraflorina Erika Farías, tienen suficiente cacumen como darse cuenta que su mandamás está desempeñando el papel de payaso de la temporada, que en otras ocasiones le ha tocado a otros notorios personajes. Y como era de esperarse, el moribundo Fidel le alimenta el ego, quien sabe si por postrera crueldad, con inventivas tipo Chávez vencedor del Waterloo austral contra el borbón Juan Carlos.

Y mientras el mandatario venezolano anda viajando y ofreciendo entretenimiento a la massmedia de medio mundo, en la aprisionada Venezuela ya casi no se consigue leche, aceite, azúcar, caraota, entre otros rubros de la canasta alimentaria más elemental. Y además ya comienza a escasear el papel toalé, no se sabe si por las loqueteras endógenas de la llamada "política económica", o por un abrupto aumento del consumo sobre todo en la nomenklatura de boinacolorá.

¿Hasta cuándo y dónde llegarán las paradojas del delirio? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero huele a quemado por los lados de Pagüita.
 

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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