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La reforma clandestina
por Fernando Luis Egaña
lunes, 16 abril 2007


El modus operandi de la llamada "reforma constitucional" del 2007 retrata de cuerpo entero a la satrapía o despotismo habilidoso que impera en Venezuela. El meollo del asunto es que el señor Chávez quiere quedarse en Miraflores hasta que el cuerpo aguante y la Constitución de 1999 no se lo permite. Busca sustituir el concepto universal y también bolivariano --pero de Simón Bolívar-- de gobierno alternativo por el muy primitivo afán del mando perpetuo.

Lo demás es corte y costura para la galería y para una cierta militancia radicalosa que desea aprovechar la colita de la "reforma magna" para introducir normas de "alcance revolucionario" que le den algo de sustancia al eslogan del "socialismo de siglo XXI". Una de las cuales, por ejemplo, sería la definitiva destrucción institucional de las Fuerzas Armadas al colocarlas al servicio de la parcialidad política que lidera el señor Chávez. Por cierto que debe insistirse en que el autor intelectual de la reelección indefinida es el ex-magistrado Luis Velásquez Alvaray.

A todas estas, la opinión pública en la "democracia participativa y protagónica" desconoce el contenido general de la reforma elaborada por una Comisión Presidencial co-dirigida por las titulares de la Asamblea y el Tribunal Supremo, Cilia Flores y Luisa Estella Morales, porque existe una "cláusula de confidencialidad" que obliga al secreto de Estado hasta que el jefe del Estado lo considere pertinente. Ni en la tiranía del dominicano Rafael Leonidas Trujillo se habría montando un sainete semejante.

Todo un tributo, por tanto, al principio de separación de poderes, que ya en el país no llega ni al nivel decorativo, así como una bofetada al derecho de información veraz y oportuna de los ciudadanos. Por cierto que otro caso corriente de similar "transparencia" en materia de comunicación oficial es la enfermedad del padrino de la revolución bolivariana, don Fidel Castro Ruz. Hasta en eso quiere parecerse al régimen cubano, el mandatario venezolano.

Al parecer el guión miraflorino en el tema de la reforma constitucional, es que una vez hecho público el documento o proyecto respectivo, se proceda a consultar al "soberano" a través de unos operativos de "parlamentarismo de calle" en algunas zonas del centro de Caracas, y quizá más allá de la zona metropolitana. Luego de que las "autoridades legislativas" constaten la unánime receptividad del "pueblo constituyente" hacia la gran reforma planteada, entonces se convocaría a una que otra sesión plenaria de la Asamblea Nacional para terminar de sancionar el proyecto, de seguro que en medio de sonoros discursos como los de mi antiguo profesor Carlos Escarrá.

Es probable que también se celebre una "sesión solemne" para que el señor Chávez hable tres o cuatro horas sobre las bondades democráticas y socialistas de la nueva Constitución. Sería interesante conocer los argumentos que justificarán el entierro prematuro de la Constitución de 1999, luego de ser sacralizada por él mismo como la "mejor del mundo". Es probable, además, que de librito azul pase a librito rojo, porque el señor de Sabaneta no debe ser menos que el Gran Timonel de Beijing.

Un poco más adelante el CNE fijará la fecha para la realización de un referendo aprobatorio que costará varias decenas de miles de millones de bolívares, y que sin duda alguna volverá a suscitar en el país opositor el mismo debate sobre la conveniencia o no de ir a sufragar. Ya habrá tiempo para pronunciarse al respecto, pero para nadie será un secreto que el vice Jorge Rodríguez, si es que la Copa América lo deja vivo, coordinará con Tibisay Lucena, presidenta del Poder Electoral, lo conducente para la satisfactoria celebración de la consulta.

Mientras tanto, esta nueva "iniciativa" de reforma constitucional pone de manifiesto, una vez más, que el entramado formal de las instituciones públicas de nuestra esmirriada República, es una especie de juguete para el uso exclusivo del mandamás, con el que entretiene a tirios y troyanos al tiempo que apura el paso para controlar todas las fuentes del poder. Es la ripiosa historia de Venezuela, sobre todo de las malas temporadas del siglo XIX, resucitada en los inicios del siglo XXI.
 

flegana@movistar.net

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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