Tal
parece que la promesa de la "revolución bolivariana" de
forjar un "hombre nuevo" o una "mujer nueva" o una "persona
nueva", para decirlo en lenguaje políticamente correcto, va
a tener que esperar un tiempito más mientras se apacigua la
sampablera de la vanguardia boinacolorá. A pesar de que las
figuras del entorno presidencial tratan de ser un modelo de
compañerismo, solidaridad y abnegación, no siempre pueden
cumplir con el viejo dicho de "querer es poder".
Así por ejemplo, el encumbramiento de Jorge Rodríguez a la
vicepresidencia parece que tiene de psiquiatra al gobernador
Diosdado Cabello, hasta hace nada segundo al bate en el
imaginario "line up" de la nada imaginaria boliburguesía.
Ufano de ser el copiloto de la "quinta república", Cabello
está siendo desplazado por la reconocida habilidad del nuevo
inquilino de Carmelitas, quien ya consiguió ponerle fin al
virreinato del clan Rangel.
Tampoco rezuma felicidad el ubicuo Jesse Chacón, sucedido en
Platanal por el ocurrente Pedro Carreño, quien promete
ocuparse de las cárceles y del hampa, al tiempo que su
dilecto amigo y paisano, Luis Velásquez Alvaray, denunciado
por Chacón, prepara su retorno al país y, no sería de
extrañar, al privilegio de los elegidos. Al fin y al cabo,
se trata del autor intelectual de la "reelección
indefinida". Por cierto que Carreño acaba de consagrase en
los anales del protocolo bolivariano con la expedición de la
"Orden 4 de Febrero" que, aún, Chacón no ostenta.
La diputada Iris Varela no pierde ocasión para criticar el
proceder de su superiora legislativa, la presidenta Cilia
Flores. Desirée Santos también le ha cogido el gusto al
sillón principal del hemiciclo, y es muy probable que el
potencial de controversia infinita que tales circunstancias
tienden a generar, sea una de las razones que llevaron al
señor Chávez a "autodelegarse" la Asamblea, y a dejarla, más
bien, como una suerte de casa de vecindad. El duelo
Varela-Flores podría ser, en consecuencia, el tema principal
del inhabilitado "poder legislativo".
Por no haber sido nombrado ministro de Finanzas, José
Gregorio Vielma Mora no le quiere conceder estatura a
Rodrigo Cabezas, pues declara como si fuera el sucesor de
Nelson Merentes, sin demasiada consideración a la jerarquía
ministerial del ansioso zuliano. Cortarle la testa es lo que
busca el capitán tributario y no tendrá que esforzarse
mucho, pues esa guillotina no tardará en caer por su propio
peso. La estampida del dólar paralelo podría activar la
decapitación, así como también la cacareada "reforma
monetaria" que no logra traspasar el umbral de la consigna.
La litis entre Wllian Lara, décimo titular de Información, y
Andrés Izarra, el octavo pasante de ese despacho, se
encuentra lo suficientemente trabada como para que no se
sepa a ciencia quién es el funcionario que dirige la
"política comunicacional" del nuevo Estado socialista. La
ventaja del segundo es su manejo del inglés, sobre todo
ahora en esta etapa internacional de la "revolución". El
destino del canal 2 y el manejo de la censura oficial son "issues"
que complican el conflicto entre tan elocuentes voceros.
Otra disputa de no poca cuantía venía ocurriendo en el
mismísimo Tribunal Supremo, porque la magistrada Luisa
Estela Morales no le daba respiro al magistrado Omar Mora
Díaz en la competencia por la toga mayor. Ante la
designación de aquella como secretaria de Comisión para la
Reforma Constitucional, éste llego a proponer que al poder
judicial se le apellidara "bolivariano". Pero la Dra.
Morales se impuso al final del día y el Dr. Mora quedó
relegado a una posición secundaria.
Y no deben olvidarse los incordios más establecidos, como el
de Freddy Bernal y Juan Barreto, en especial desde que el
presidente anunciara su decisión de "disolver" a la Alcaldía
Mayor con todo y su regente. O el match carabobeño entre el
gobernador Acosta Carles y su némesis Francisco Ameliach, de
bajo perfil a partir de su marginamiento, en hora undécima,
del Comando Miranda. O la reyerta larense entre el
gobernador Reyes Reyes, de aspiraciones dinásticas, y el
alcalde de Barquisimeto, Henri Falcón, de mejor estima entre
los votantes guaros. O los intríngulis de poder que
caracterizan a esa suerte de "Falcon Crest" llanero en que
ha devenido la primera familia del estado Barinas.
Pero las diatribas pican y se extienden hasta la región
oriental, sobre todo en Anzoátegui, donde el gobernador
Tarek William Saab tiene que afinar su instinto literario
para defenderse de los libelos del ex-ministro Luis Alfonso
Dávila y de la sonora Lina Ron. O en Monagas donde el
mandatario Gato Briceño casi que se sube a la batea para
poder enfrentar las denuncias del oficialismo de Maturín. O
en los apacibles patios de la Casa Amarilla, en los que
cunde el resquemor porque el canciller Nicolás Maduro no le
baja la guardia al apurado embajador Jorge Valero.
Como se aprecia, el "impasse" abunda en el reino del
socialismo de siglo XXI, y eso sin contar que el principio
cardinal de la fraternidad revolucionaria ya dejó de ser una
mera ilusión para convertirse es una realidad concreta, o
quizás adánica. Al fin y al cabo, el hermano Adán terminó
siendo el prototipo genético del perfecto camarada, y quién
lo ponga en duda debe apurarse y preguntarle a Fidel Castro
por su inseparable Raúl. Todo lo demás cuenta menos o casi
nada.
flegana@movistar.net
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |