Aún
no se dispone de una línea, ni de una campaña precisa y
motivadora, que entusiasme al electorado de oposición, el cual se
supone mayoritariamente dispuesto a votar por el Sí, el próximo 15
de agosto. Una constatación que en forma de preocupación han
expresado diversos analistas y articulistas en la prensa nacional
el pasado fin de semana.
Se
trata de una situación ciertamente preocupante, de la cual
trasluce una falta de ideas, de conceptos, de programas y
proyectos; una escasez que deja indiferente – pero no
despreocupado, ni inconsciente – al electorado.
Si le metemos la lupa a la actual dirigencia de oposición en una
importante medida la misma está compuesta y hasta encabezada por
los elementos que conforman la tragedia moderna que ha puesto en
jaque a nuestra democracia. Ex-chavistas, adecos, copeyanos,
militares retirados y afines. En fin gente que con anterioridad
participó en campañas electorales, pero de otro tipo, con otras
comodidades, pero igualmente sin aportar un pensamiento, sin
esquemas, ni planes. Los exchavistas que conforman la CD, hicieron
en el 98 una campaña meramente destructiva, el lema era borrar el
pasado; por su parte los pocos adecos y copeyanos, que aún
parasitan en la Coordinadora, estuvieron siempre acostumbrados a
campañas sinvergüenzonas, con mucho derroche en metálico, pero en
la actualidad solo disponen de piticos repotenciados, y de Aleidas
Josefinas el país está que revienta. Así mismo, pululan dentro del
comando de campaña de la oposición, unas pseudo encuestadoras,
cuyos directivos ante una cámara y un micrófono, les da por hablar
de todo cual taxista. Y al propio Pompeyo Márquez quien está
haciendo una magnifica labor de apagafuegos, el momento histórico
lo sorprendió militando o simpatizando, con un partido político
cuyo candidato presidencial es un ciclotímico militar golpista.
Mientras tanto el gobierno le mete dinero y acelerador a una
campaña, que comenzó hace un año.
Ambas campañas, tanto la del gobierno como la de oposición, no
logran captar, ni mucho menos encauzar el sentimiento popular, por
ello hablábamos anteriormente de nuestra tragedia moderna ;
conocemos el drama, a los culpables los tenemos identificados,
invocamos nuestros principios y orgullo democrático, pero la vida
continua y nada pasa, la corrupción sigue su ruta, ahora con mayor
intensidad.
¿Será que llegamos al colmo de la superficialidad? ¿Por qué no se
ataca de frente el asqueroso balance de corrupción y violencia
chavista? Será que adecos, copeyanos, exchavistas y afines temen
verse en un insostenible espejo; sin duda, la apariencia sigue
siendo más importante que la verdad en sí misma.
En
consecuencia, el coraje, el reto y las ideas brillan por su
ausencia; se anteponen valores obsoletos, más volubles ante la
inagotable inmediatez, que habita en nuestros dirigentes cual
enfermedad incurable.
No
obstante, la responsabilidad de hacer algo y de actuar el próximo
15 de agosto está en manos del electorado. Hace ya un buen rato
que nuestros dirigentes por sí solos, no llenan ni estadios, ni
avenidas. Si se produce una avalancha de participación en el
venidero RR, no debe crear falsas ilusiones, por cuanto se tratará
sin duda de un voto rechazo y no de un voto de adhesión.
Eso
que lo tengan bien claro, ese arrogante triunvirato conformado por
encuestadoras, políticos y publicistas quienes con su actitud,
están represando y obstaculizando a una potencial, emergente y
necesaria dirigencia de oposición, renovada, portadora a su vez de
un discurso corajudo y dispuesta a asumir los retos que la
sociedad venezolana de estos tiempos exige.