Ni Páez, ni Guzmán Blanco, ni
Crespo, caudillos militares que ejercieron un peso decisivo
durante el siglo XIX venezolano, se plantearon un
despropósito de tal naturaleza. El otro caudillo que ejerció
gran influencia en el siglo XIX, José Tadeo Monagas, tentado
por la ambición de poder, modificó la Constitución de 1830
en 1857, con el propósito de continuar en el poder, pero fue
derrocado. Todas las Cartas Magnas de esa centuria: 1811,
1819, 1821, 1830, 1858, 1864, 1874, 1881, 1891 y 1893
permiten la reelección del Presidente por una sola vez,
después de un período fuera del gobierno, con la sola
excepción de la Constitución de 1857.
En el siglo XX, las Constituciones promulgadas por Castro en
1901 y 1904, no permiten la reelección inmediata del
Presidente, al igual que la Carta Magna promulgada por Gómez
en 1909, cuando el Dictador aún usaba guantes de seda. Lo
mismo ocurre con las Cartas Fundamentales de 1936, 1945,
1947 y 1961. Las excepciones fueron las Constituciones
gomecistas de 1914, 1922, 1925, 1928, 1929 y 1931, así como
la promulgada por el Coronel Pérez Jiménez, en 1953.
La Constitución de 1999, aprobada por una Constituyente
integrada en su casi totalidad por partidarios de Chávez,
refleja las ambiciones de poder del Teniente Coronel al
incorporar un artículo, el 230, en el cual se consagra la
extensión del período presidencial a seis años, incluyendo
la posibilidad de reelección inmediata por una sola vez,
hecho sin precedentes en la Historia de Venezuela.
El mandato contenido en ese artículo le permite al
Presidente permanecer 12 años continuos en el gobierno y en
el caso de Chávez serían 14 años, incluyendo los dos que
transcurrió en el poder mientras se convocaba a elecciones
de relegitimación de los poderes públicos, de acuerdo a la
nueva Constitución. Ningún Presidente de Venezuela ha
permanecido tanto tiempo de manera consecutiva en el cargo,
ni siquiera el dictador Gómez.
Pero la ambición de poder del Teniente Coronel lo lleva más
lejos todavía: quiere perpetuarse en la Presidencia de la
República hasta que se le seque el esqueleto, como él mismo
lo declaró reiteradas veces, a raíz del debate sobre la
propuesta de reforma constitucional que presentó al país en
el 2007, donde incluía ya la reelección indefinida, junto al
ataque de la propiedad privada, pretensión que fue rechazada
por el pueblo de Venezuela el 2 de diciembre de ese año.
Sin dudas, en la modificación del Artículo 230 se aprecia
una insaciable sed de poder de Chávez, pues se borra del
texto de nuestra Constitución el impedimento de ser
reelegido más de una vez, es decir, se abre el camino para
la presidencia perpetua, al estilo de Fidel Castro en Cuba.