Un ciclo se cierra para el Polo
Democrático. Después de lo ocurrido en estos días, el PDA
ya no podrá mostrarse más como la encarnación de un
supuesto “socialismo democrático”. Esa pérdida de
decencia definitiva no se la debe atribuir el Polo a la
imprudencia retórica del presidente Hugo Chávez, quien
afirmó el 23 de agosto pasado, en medio de una nueva salva
de violentas amenazas y de insultos contra Colombia, que
él iba a “utilizar” sus “amigos” del Polo Democrático
para imponerles a los colombianos sus designios
hegemónicos.
Los dirigentes del Polo hubieran podido
escapar a las consecuencias de esa grave revelación
firmando un rechazo contundente, claro y unitario a las
ambiciones totalitarias de Chávez. Pero no lo hicieron. No
fueron capaces de hacerlo. En lugar de eso, Jaime Dussán,
presidente del PDA, lanzó ante la prensa una retahíla de
mentiras. Dijo que “desconocía” qué Hugo Chávez tuviera
planes “supuestamente expansionistas en Colombia”, y se
permitió incluso ironizar y tratar de desviar la atención
hacia otro terreno. Si Chávez tiene redes en Colombia,
dijo, esas “son los grandes medios de comunicación” que
tanto lo entrevistan. El senador huilense fue incluso más
lejos. Con gran cinismo, dijo que “no sabía nada” de la
pérdida de garantías a la oposición en Venezuela, que no
sabía que allá había censura de prensa, cierre de emisoras
y una atroz ley de educación que ha desatado en estos días
una violenta represión contra los jóvenes.
¿Cómo podría saber tales cosas Jaime Dussán
si él está convencido de que “socialismo democrático y
Estado de derecho” son algunos de los tópicos que hay “en
común” entre el PDA y el señor Hugo Chávez? ¿Puede haber
socialismo democrático con monopolio del poder,
militarismo, amenazas bélicas a los países vecinos,
censura de prensa, control policiaco de la población,
tortura y encarcelamiento de los opositores políticos?
Quizás lo único cierto que dijo Dussán a la prensa esta
semana es que el PDA tiene “nexos ideológicos y
programáticas” con el jefe de gobierno venezolano. Pero
eso ya lo sabíamos. Esos nexos son muy fuertes y hasta
asfixiantes.
Gustavo Petro, rival de Dussán, salió con
un discurso disímil. En plan de seductor, prometió que si
él es elegido nuevo líder del Polo el 27 de septiembre
próximo “no permitirá que ese partido sea un apéndice de
Chávez”. Y agregó: “Igual que hay que ser claro con las
Farc, hay que ser claro con un gobierno extranjero”. El
problema es que la frase de Petro, una de tantas, llegó
muy tarde y por razones oportunistas. Petro, además, se
equivoca: el PDA jamás ha sido claro con las Farc. Cuando
Raúl Reyes decretó desde su guarida ecuatoriana que “Petro
no es el Polo”, pues éste había osado criticar la matanza
de los diputados rehenes, la fracción mayoritaria del
Polo, con Dussán a la cabeza, le obedeció a Reyes y aisló
a Petro.
Si Gustavo Petro hubiera tenido una línea
diferente sobre las Farc y sobre Chávez, habría salido
inmediatamente de la secta polista y fundado un movimiento
diferente, con bases sanas. Pero no lo hizo. Y ahí sigue
disimulando su fiebre caudillista y sus convicciones
chavistas. ¿No fue Petro uno de los que más aplaudió a
Piedad Córdoba cuando ella, en abril de 2008, lanzó
elogios descarados a las Farc y ratificó que ella sí
estaba de acuerdo “con los planes expansionistas” de Hugo
Chávez? ¿Dónde está la autocrítica de Petro de esa
bochornosa conducta?
Días antes de la arenga de Chávez acerca de
la necesidad de que el chavismo “llegue a Colombia”,
gracias a la utilización de redes y “partidos homólogos”
como el PDA, el jefe de esa formación extremista había
estado en conversaciones secretas en Caracas. Jaime
Dussán no ha revelado mayor cosa acerca de esa visita.
¿Qué pactos suscribió en Caracas? ¿Por qué ese encuentro
fue el preámbulo a la declaración tan agresiva de Chávez
del 23 de agosto? ¿Por qué en lugar de apaciguar a Chávez
éste salió de esa reunión más imperialista que nunca? El
senador Dussán nos debe a los colombianos unas cuantas
explicaciones.
“El chavismo no existe en Colombia y el
Polo tampoco es el promotor del chavismo”, aseguró Dussán
a la prensa, creyendo poder trasquilarla. Y sin duda lo
hizo pues inmediatamente dijo lo contrario sin que los
reporteros reaccionaran. El presidente del PDA afirmó, en
efecto, que existen lazos ideológicos con el movimiento de
Chávez, el Partido Socialista Unido de Venezuela, "los
cuales estamos tratando de fortalecer".
Quiéralo o no el ex presidente de Fecode,
hay en Colombia un partido chavista, totalmente
disciplinado y a las órdenes de Caracas y ese es el Polo
Democrático.
Pero ver sólo eso sería pecar de
superficialidad. El chavismo en Colombia no se resume al
PDA. El chavismo es también un fenómeno sutil y
subterráneo. El se ha metido en los pliegues más íntimos
del poder judicial, donde está haciendo mucho daño. La
oposición sistemática al gobierno, el llamado “choque de
trenes” entre los poderes, entre las Cortes y los
diferentes organismos de control, es el resultado de esa
gangrena. La guerra supuestamente jurídica contra los
congresistas y los militares, el saboteo a las
extradiciones y a ley Justicia y Paz, la avalancha de los
llamados falsos positivos, la destrucción del DAS, los
procesos y amenazas de cárcel que algunos jueces y
magistrados lanzan contra los periodistas insumisos, son
asimismo el reflejo de la infiltración de esa fuerza
disolvente que trata de apoderarse del destino de
Colombia. El desafío contra Colombia es enorme y los
golpes no vendrán únicamente del extranjero. Todo el mundo
debe abrir los ojos.