Desde uno de sus antros, quizás en Europa,
las Farc han lanzado una horrible risotada. El brutal
traslado a la Picota del coronel Plazas Vega, la resistencia
altiva que él presentó contra ese acto bárbaro, desató la
hilaridad de los terroristas. El plumífero anónimo de las
Farc se felicita: “Plazas Vega duerme en una celda de la
Picota. Con todas las argucias posibles, el ex coronel
intento poner trabas al proceso que se le sigue”.
El cobarde artículo, difundido por Anncol el
22 de agosto pasado, saborea con delectación el calvario que
vive el coronel. Ese texto, a pesar del mal que encarna,
puede ser útil. El confirma dos veces una sospecha que
muchos colombianos tienen: lo que le ocurre al héroe de la
contra-toma del Palacio de Justicia, no es más que una vil
emboscada que le han tendido los narco-subversivos. En
efecto, el artículo de Anncol emplea la palabra “emboscada”.
La frase es ésta: “Plazas Vega no ha tenido nunca dignidad,
ni la tiene ahora para aceptar que está en la última
emboscada de su vida”.
Esa frase insultante, es sobre todo una
revelación. Mejor, es una confesión de parte. En otras
palabras, el falso proceso que contra él han montado los
leguleyos del Colectivo de abogados Alvear Restrepo, no es
más, según Anncol, sino una “emboscada”. Una “emboscada” de
las Farc. Por eso el artículo, escrito con gran precisión,
habla del “proceso que se le sigue”. No del proceso que
otros le siguen. Es evidente: el pronombre reflexivo de
primera persona “se” designa a las Farc como actor detrás de
las acusaciones infundadas.
Anncol agrega algo que tampoco puede ser
pasado por alto: dice que esa “emboscada” será “la última”.
Allí hay, sobre todo, una amenaza clara contra la vida del
coronel Plaza Vega.
¿Qué pensará de esa declaración de las Farc
la juez tercera penal especializada María Stella Jara que
ordenó el brutal e ilegal traslado del coronel a la cárcel
de la Picota violando el fuero de los militares? ¿Cómo
diablos puede seguir pensando ella que el coronel Plazas
Vega no corre ningún peligro en la Picota? ¿Cómo puede ella
seguir dándole crédito a los falsos testimonios que los
autores de la emboscada jurídica contra el coronel Plazas
han introducido en el expediente?
El artículo de Anncol tiene errores de
sintaxis y de ortografía (quizás la pluma es extranjera).
No obstante, ideológicamente es hábil y pérfido. Su
objetivo es sembrar la sospecha, la insidia, el odio, entre
“los militares” y la llamada “oligarquía”, entre el Ejército
y “el sistema oligárquico”, entre Colombia y los Estados
Unidos. Vea cómo lo dice: “la oligarquía e instituciones que
(el coronel Plazas Vega) defendió con ahincó (sic) (…) ya
ni se acuerdan de él”. “La oligarquía que defendió lo ve
como siempre han (sic) sido visto (sic) a los militares;
herramientas baratas, ordinarios (sic) e indignos (sic) de
la clase oligárquica”. Las Farc, a pesar de su derrumbe, no
olvidan las viejas recetas leninistas para tratar de dividir
a sus enemigos, para vencerlos más fácilmente.
Lo que vive el coronel Plazas Vega y su
familia no es un proceso legal. Es el más grande escándalo
actual de la justicia colombiana. No es una instrucción
penal. Es una farsa. Esa una operación de destrucción de un
símbolo militar. Esa comedia monstruosa debe cesar cuanto
antes. Ese proceso debe ser anulado.
Ese escándalo continuó su marcha y agravó los
ultrajes contra la justicia universal pues todos habíamos
callado. Los altos mandos, el gobierno, la prensa, los
grupos de derechos humanos y la sociedad civil. Ninguno
estuvo jamás a la altura de lo que ocurría. Los violentos
lograron vender su historia y confundirnos a todos. ¿Qué
media importante se atrevió a investigar realmente ese
asunto? Ninguno. La prensa está llena de pequeñas notas
factuales que retoman generalmente la versión de la juez
Jara. Eso es todo. Los análisis de fondo, que sí existen,
son publicados en revistas confidenciales. ¿Por qué ningún
medio hasta el momento de redactar esta nota ha querido
entrevistar a la esposa del coronel Plazas, único testigo
presencial del asalto de los agentes del Inpec contra el
Hospital Militar?
El presidente Álvaro Uribe, tras el
nombramiento del doctor Gabriel Silva Luján como ministro de
Defensa, recordó la importancia de fortalecer el sistema de
defensa judicial de los militares y policías que se vean
involucrados en procesos por presuntas violaciones de los
derechos humanos. “Eso de acusar a la fuerza pública y no
probar los hechos, es una falsa acusación que busca hacer un
daño a la fuerza pública, quien es finalmente responsable de
la política de seguridad democrática”, enfatizó el jefe de
Estado.
¿Qué espera el Gobierno para aplicar la
recomendación del Presidente al caso del general Plazas,
donde se da, a la perfección, eso de acusar y no presentar
pruebas? ¿El ministro Gabriel Silva dirá por fin al país
que no es cierto lo que dicen las Farc y que su ministerio
no abandonará al coronel Plazas a su suerte?
* |
Periodista
y escritor. Autor de "El enigma IB" (sobre el caso
Ingrid Betancourt), publicado en
diciembre de 2008 (Random House Mondadori, Bogota).
Tambien es autor de "Las Farc, fracaso de un
terrorismo", (Random House Mondadori, Bogota).
|