Respuesta
a un
observador
francés
Eduardo
Mackenzie
martes, 21
julio 2009
|
Apreciado S.,
Deploro no estar de acuerdo con los planteamientos de tu
carta del 15 de julio pasado, escrita, me dices, “como
liberal y observador” de la realidad colombiana. Tu carta es
una respuesta a mi artículo de la víspera, intitulado “Hacia
la segunda reelección de Álvaro Uribe”. Tu estimas que el
presidente Uribe no debe ir a la segunda reelección. Afirmas
que hay “muchos” candidatos “uribistas” que “de todas
maneras van a continuar la política de seguridad.” ¿Tu crees
realmente eso? Tu idea central, me parece, es esta: “Si
Uribe transforma de nuevo la constitución política, viola la
filosofía de la reforma anterior que se fundamenta en la
frase ‘será reelegido por una vez’".
No estoy de acuerdo con ninguna de estas apreciaciones. No
voy a repetir lo que dije en mi artículo citado. Solo quiero
recordarte algunos hechos:
1. La reelección de un presidente de la República no es una
cuestión de principios, es una cuestión de conveniencia. La
no reelección no hace parte de ningún programa liberal. En
las constituciones de los países más liberales del mundo el
principio de la reelección presidencial existe. Las
modalidades más cortas o más largas de ese acto son un
asunto de táctica, de política, no una cuestión de
principios. Al hablar de la reelección del presidente en
Estados Unidos, y no sin ocultar los riesgos que este
principio puede engendrar, Tocqueville dice esto: “Las leyes
que prohibirían a los ciudadanos reelegir su primer
magistrado les quitarían a ellos el mejor medio de hacer
prosperar el Estado o de salvarlo. Se llegaría además así a
ese resultado grotesco en el que un hombre sería excluido
del gobierno en el momento mismo en que habría terminado de
probar que es capaz de gobernar.” Tocqueville insiste al
decir que el legislador americano, quien le dio al
presidente amplias prerrogativas, introdujo el principio de
la reelección para equilibrar las cosas, pues si el
presidente no es reelegible será independiente del pueblo, y
cesará de ser responsable ante él.
2. En una situación normal, una segunda reelección de un
presidente podría ser vista como una extravagancia. Pero
Colombia está lejos de vivir una situación normal.
3. La democracia colombiana está en peligro. Colombia es un
país latinoamericano que vive bajo una enorme espada de
Damocles. Su sistema liberal-conservador está amenazado.
Cuatro países con regímenes dictatoriales, autoritarios y
expansionistas, con aliados extra continentales poderosos,
trabajan todos los días contra la democracia colombiana.
4. La primera elección de Uribe fue el resultado de una
gravísima situación de hecho, de una catástrofe: el fracaso
del plan de paz negociada del gobierno de Andrés Pastrana y
el tremendo auge de las guerrillas marxistas y de las
milicias de extrema derecha. La segunda elección de Uribe
fue, en particular, el resultado del éxito de su política de
Seguridad Democrática, la cual contuvo esa doble amenaza, y
del convencimiento del pueblo de que esa política no tendría
éxito durable en un solo mandato. Ese pueblo, constituyente
primario, fue quien respaldó la reforma de la Constitución
que adoptó el principio de la reelección inmediata. Esa
reforma no intentó jamás aumentar las prerrogativas del
poder ejecutivo.
5. La reforma constitucional de diciembre de 2004, declarada
exequible por la Corte Constitucional en octubre de 2005,
dice: “Nadie podrá ser elegido para ocupar la presidencia de
la República por más de dos periodos.” Tu pareces partidario
de hacer del principio de los dos periodos algo inamovible.
A diferencia de otros sistemas democráticos, como el
francés, el británico, el israelí, el neo zelandés, el
sistema colombiano de reforma constitucional es
relativamente rígido. ¿Cuál sería la ventaja de agravar esa
rigidez y llegar hasta el bloqueo de la evolución
constitucional, en momentos en que esa evolución es
necesaria y exigida por el país y por la defensa de las
libertades?
6. La situación de Colombia y su problema de seguridad
interna, han mejorado mucho desde 2002, pero el peligro
global no es menor. Es mayor. Colombia tiene ahora dos
regímenes marxistas agresivos en sus fronteras y éstos
cuentan con aliados armados dentro de Colombia. Aunque
diezmadas, las Farc logran organizar un repliegue táctico y
mantener sus ataques terroristas, sobre todo en el sur del
país. Al mismo tiempo, sus aparatos políticos, tanto legales
como clandestinos, están intactos. Esos enemigos de Colombia
han logrado incluso penetrar y orientar un partido
importante de la oposición, el Polo Democrático, y tener
idiotas útiles en una ala importante del Partido Liberal.
7. Hoy todas las democracias del continente americano están
amenazadas. El cambio de gobierno en Estados Unidos no ha
hecho sino agravar las dificultades de Colombia. La mayoría
parlamentaria y el presidente Barack Obama tienen una
política errática frente a Colombia. Es Obama quien deberá
adaptarse a la realidad colombiana y latinoamericana y no lo
contrario. La ruptura de la Casa Blanca con la política de
George W. Bush ante Colombia podría crear, de hecho, una
situación favorable al proyecto subversivo en Colombia. Con
sólo dos excepciones, la UE se muestra indiferente ante la
inestabilidad política del continente latinoamericano y ve
con gran distancia las dificultades particulares de
Colombia. La soledad de Colombia en el universo es inmensa.
8. Si en Honduras, Fidel Castro y Hugo Chávez contaban con
Zelaya para derrumbar la democracia y el capitalismo,
después de lo que han hecho en Bolivia, Ecuador y Nicaragua,
Chávez y Castro cuentan no con uno sino con varios Zelayas
en Colombia, para intentar una aventura similar. Los Zelayas
colombianos ya existen y muestran sus ambiciones en el
Congreso, en algunas fracciones partidistas, en las altas
esferas del poder judicial, en la universidad y en cierta
prensa de renombre.
9. Tú dices: "No puedo apoyar una re-reelección; el sistema
sería desequilibrado porque la inmensa mayoría de los
poderes estarían en manos de uribistas". Tal apreciación es
alucinante. Álvaro Uribe fue elegido dos veces. ¿Ello le
permitió acumular en sus manos nuevos poderes o todos los
poderes? Claro que no. Lo que dices es sin duda un chiste.
Aquí hay como una confusión enorme de tu parte entre la
reelección de Chávez (que culminó en una acumulación abusiva
de poderes) y la reelección de Uribe (que no culminó en una
acumulación de poderes, sino en una erosión de sus poderes).
10. Al final del segundo mandato de Uribe la mayoría
parlamentaria que le era favorable tiende a dividirse. No se
ve, por otra parte, ningún signo de concentración de poderes
en manos de Uribe. Hay, por el contrario, un fenómeno de
dispersión y antagonismo entre los poderes. El poder
judicial está en guerra contra el poder ejecutivo y contra
el poder legislativo. Dentro del poder judicial hay choques
entre una y otra rama, entre una y otra Corte, etc. Peor,
una minoría de magistrados anti uribistas de la Corte
Suprema de Justicia, sobre todo de la sala penal, ha
instaurado, con éxito parcial, una especie de cogobierno. O
de cogobierno ilegítimo y detestable. Ese poder felón, no
elegido por nadie, bloquea los procesos de la llamada Farc-política,
trata de censurar y obstruir las líneas centrales de acción
del gobierno elegido por el pueblo. Su meta es,
visiblemente, instaurar un gobierno de jueces, tras la
liquidación del actual poder ejecutivo, mediante un falso
proceso contra el presidente, alimentado con falsos
testimonios. El escándalo Tasmania, vergüenza sin límites y
sin precedentes en Colombia, y aún no debidamente resuelto,
que algunos quieren hacer olvidar, fue eso. Fue un intento
de golpe de Estado y de destrucción del Estado de Derecho en
Colombia. Ese intento no triunfó, por fortuna, pero la
conspiración y la arbitrariedad jurídica continúan. Los
organizadores de eso siguen en sus trincheras esperando otro
momento propicio para la relanzar su aventura.
11. Al final del segundo mandato de Álvaro Uribe la prensa
en Colombia es libre. Nunca ha sido más libre que ahora. Y
no sólo libre sino plural, controversial, crítica,
antagonista. Ella puede ser excesiva y feroz. Quienes atacan
la libertad de prensa y la libertad de expresión en Colombia
son los enemigos del gobierno. Son las guerrillas y las
otras bandas armadas quienes asesinan y amenazan a los
periodistas. No es el gobierno, sino una importante fiscal,
muy ligada a la sala penal de la Corte Suprema de Justicia,
bastión del antiuribismo más rabioso, quien amenaza las
voces libres del país. Ella amenaza el programa radial La
Hora de la Verdad y a su principal editorialista, el ex
ministro Fernando Londoño Hoyos, con un tremendo proceso
penal. Un batallón de editorialistas que aborrece por
razones ideológicas la política de Álvaro Uribe y que pide
el regreso al modelo trágico de la capitulación "negociada"
ante el terrorismo, escribe en la más grande libertad. Y
ello ocurre no solo en algunos diarios liberales. Ello se ve
también en otros media, incluidos algunos periódicos
conservadores.
12. Ese bloque opositor que aspira al cogobierno, trata, por
otra parte, de desmoralizar y paralizar las fuerzas
militares y de policía en su lucha contra las Farc y trata
de desmantelar los servicios de inteligencia y
contrainteligencia civil del país, quizás para que las Farc
y los Zelayas colombianos puedan actuar sin tropiezos y
puedan explotar a fondo la época preelectoral y electoral de
aquí hasta mayo del 2010.
13. La oposición parlamentaria y extraparlamentaria más
activa, aunque minoritaria en el país, no puede ser más
explícita en sus intenciones: ganar las elecciones de mayo
con una equívoca plataforma moderada-populista para
desmontar lo hecho en los dos últimos mandatos y
desencadenar el conocido proceso de la toma efectiva del
poder patentado por el bolivarismo.
14. La reelección es un arma poderosa contra las Farc. La
durabilidad de éstas se debe a que supieron jugar con uno y
otro gobierno, durante cinco décadas, explotando las
debilidades del uno, la credulidad del otro. Las Farc
siempre se creyeron, sobre todo durante la época de la URSS,
que eran una estructura “eterna”. Frente a ellas, los
gobiernos de cuatro años eran simplemente “provisionales”.
Por eso ven tan mal lo de la reelección de Uribe, quien no
cayó en la trampa de la falsa “negociación de paz”. Por eso
no quieren que haya continuidad en la seguridad democrática.
¿Piedad Córdoba no dice acaso que, tras el mítico colapso
del gobierno de Álvaro Uribe, se erigirá un “gobierno
provisional”.
15. Si Colombia no viviera esa coyuntura tan peligrosa yo
podría estar de acuerdo contigo. Sin embargo, Colombia no ha
conquistado aún su estabilidad y sus equilibrios son
frágiles. Lo que está en juego es inmenso: el futuro de las
libertades en Colombia.
* |
Periodista
y escritor. Autor de "El enigma IB" (sobre el caso
Ingrid Betancourt), publicado en
diciembre de 2008 (Random House Mondadori, Bogota).
Tambien es autor de "Las Farc, fracaso de un
terrorismo", (Random House Mondadori, Bogota).
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