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Noël Saez y sus candentes memorias
Eduardo Mackenzie
domingo, 8 marzo 2009


Antes de trabajar como diplomático durante 30 años, Noël Saez, ex cónsul de Francia en Bogotá desde 2001, fue un militar de carrera. “No soy loco y mucho menos suicida pero yo amo la acción”, confiesa en el libro que acaba de  publicar en París. En “L’émissaire” (El Emisario, Editions Robert Laffont), Noël Saez narra sus andanzas en ocho países. La parte colombiana ocupa las dos terceras partes de la obra.

 

Noël Saez es recordado en Colombia por  su polémico desempeño en el caso Ingrid Betancourt. Mandatado por el gobierno francés, y algunas veces con el permiso de Bogotá, el cónsul, apodado por sus detractores como “el 008”, incursionó muchas veces, con su amigo suizo Pierre Gontard, en los territorios nacionales para entrar en contacto con jefes de las Farc. Su misión: poner en libertad a Ingrid Betancourt. El final de esas aventuras no fue glorioso. Ni él ni Gontard lograron sacar a Ingrid, ni a ningún otro secuestrado, de las garras de las Farc. Por el contrario, los dos terminaron en una posición incómoda. Algunos les reprochan haber abusado de su misión y haber  traicionado a Colombia y a su gobierno por haber entrado en connivencia con el movimiento terrorista. Lo encontrado en los discos duros de los computadores de Raúl Reyes es inquietante. Nadie sabe si ese asunto terminará en una acusación formal de la justicia colombiana.

 

“Yo no soy un mercenario, ni un cómplice, ni un consejero de las Farc”, afirma Noël Saez. Dice que él sólo se esforzó “por mantener las buenas relaciones con las partes en conflicto”. Sin embargo, su libro muestra que  su actitud “neutral” es de un género raro. El lector descubre que  los elementos claves del asunto Farc, Saez los ignora o los toma parcialmente. El ex consul se sorprende, por ejemplo, de que el gobierno de Alvaro Uribe no haya jamás encontrado un contacto local “capaz de ganarse la confianza de las Farc” y dice que le parece absurdo que el gobierno y los colombianos quieran desmantelar  ese movimiento terrorista, el cual, para Saez,  “no ha perdido la guerra” y es practicamente invencible y eterno.

 

Saez admite que en seis años él le envió 108 mensajes a Raúl Reyes, pero subraya que uno de éstos era “falso”. Se trata, dijo, de un mensaje donde le dice al número dos de las Farc que el Parlamento Europeo piensa darle a éstas una “legitimidad política”.  “¡Yo nunca escribí eso!”, exclama. Más adelante subraya que le informó a Reyes que la Unión Europea estaba dispuesta a retirar las Farc de la lista de organizaciones terroristas si liberaba a todos los rehenes.

 

Cuando habla de Colombia, Noel Saez adopta un tono amargo y duro. El presidente Alvaro Uribe y  el Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, son caricaturizados por él como extremistas que no quieren dialogar y no piensan sino en “aplastar” a las Farc “únicamente por medios militares”. En cambio, el lenguaje es otro cuando  habla de las Farc. Estas nunca son calificadas de terroristas sino de “rebeldes”; sus jefes son siempre “comandantes” (sin comillas) y  sus crímenes (poco evocados) son presentados con adjetivos etéreos. Las Farc, por ejemplo, no asesinaron a los 11 rehenes en Urrao, sólo los “liquidaron pura y simplemente”. En cambio, la muerte de Raúl Reyes es calificada por él de “asesinato”. El ex cónsul se extasía ante el recuerdo de las “esculturales guerrilleras afrocolombianas” que lo acompañaban y le portaban el morral durante las largas caminatas por la selva.

 

Sin matiz alguno, el diplomático adopta las posiciones de los gobiernos de Ecuador y de Venezuela. Sobre el ataque al campamento donde murió Raúl Reyes, Saez dice haber experimentado un sentimiento “de  rabia” al conocer la noticia. La liquidación de su interlocutor preferido constituyó, según él, una “violación deliberada del espacio aéreo y terrestre del Ecuador por el ejército colombiano”. Lo que hacía Reyes en esa parte de Ecuador lo tiene sin cuidado. El concepto colombiano de legítima defensa, él no lo acepta. Saez afirma que  el ataque contra Reyes fue hecho para frustrar  la negociación que Reyes estaba a punto de concluir para “liberar a Ingrid Betancourt”. El libro no aporta una sola prueba en respaldo de esa tesis. Lo que si incluye son grandes elogios  para los presidentes Hugo Chávez, Rafael Correa y para Alfonso Cano, y virulentos ataques contre el presidente Alvaro Uribe. El sucesor de Tirofijo es descrito por Noël Saez como “un intelectual”, como “un hombre cultivado y por lo tanto un moderado”. El presidente colombiano es, en cambio, “un hombre intratable”, un “gobernador implacable”, un “partidario de la mano dura”, alguien que “no quiere negociar con la guerrilla”.

 

El odio no es sólo contra Uribe. Noël Saez acusa al ex presidente Belisario Betancur de haber “avalado” la matanza de miembros de la Unión Patriótica, formación que Saez describe como un “partido de oposición legal de inspiración comunista”, sin decir jamás que esa organización era una emanación directa de una banda armada. La masacre de la UP fue, según Saez, una “traición del Estado”.

 

Poseído por tales clichés de propaganda, Noël Saez orientó mal su acción en Colombia. En ninguna parte el lector encontrará la menor crítica de la inepta estrategia que Saez aplicó de plegarse a las exigencias de las Farc, lo que dilató varios años el rescate de Ingrid y de otros secuestrados y afectó las relaciones de Colombia con varios países. 

 

Más que revelaciones, lo que ofrece el libro es un mosaico de interpretaciones de episodios conocidos. Las apreciaciones de Saez son muy parecidas, si no idénticas, en muchos puntos, a las explicaciones dadas por las Farc. ¿La Operación Jaque? Una “traición” de César. Saez cree que éste  “se dejó corromper” por el gobierno de Uribe “a cambio de una promesa de no extradición a los Estados Unidos”. ¿Las acusaciones de los ex rehenes norteamericanos contra Ingrid Betancourt? “No creo en lo que dicen. La vida en la selva es un infierno. Hubo roces entre ella y ellos e Ingrid tuvo quizás una reacción normal de defensa. Eso es todo”. Lo que no le impide decir, a renglón seguido, que Ingrid fue una “ingrata” con él pues tras su liberación no lo llamó ni una sola vez en París para darle las gracias por todo lo que él había hecho por ella.

 

Las “íntimas convicciones” de Noel Saez chocan con la realidad y con los hechos notorios, con lo que todo el mundo sabe, y con lo dicho por muchos actores: el Gobierno colombiano, los militares colombianos, los ex rehenes,  Interpol, Ingrid Betancourt y hasta las mismas Farc. Leyendo esas páginas es imposible no pensar que la ideología, no los hechos, es lo que orienta su visión. Saez cree lo que le dicen las Farc. Saez afirma, por ejemplo, que éstas “no buscan la conquista del poder”.  “Yo discutí con cinco dirigentes de las Farc y ninguno me dijo eso”. “Ellas no sólo lo dicen sino que lo escriben en todos sus documentos”, le repliqué.  “Eso es para consumo de sus militantes”, me respondió Saez, antes de lanzar el conocido refrán: “Las Farc son una guerrilla campesina que sólo lucha para hacer unas reformas”.

 

Los errores y confusiones del libro son sintomáticos. Saez elude el papel de la URSS en el asesinato de Gaitán, y dice que ese atentado ocurrió “durante el gobierno de Laureano Gómez” (el presidente era Mariano Ospina Pérez), que el creador de las Farc fue Marulanda Vélez (Tirofijo llegó más tarde cuando la actividad  armada comunista ya existía y su dirección había pasado por las manos de Olimpo, de Jacobo Prías Alape y de Ciro Trujillo), que las “raíces políticas” de las Farc son “el movimiento bolivariano y el partido comunista clandestino” (¡sic!), que los primeros secuestros “económicos” de las Farc comenzaron “en 1991” (estos arrancaron en  1963 con los secuestros y asesinatos de Harold Eder y Oliverio Lara), que la matanza de los once diputados-rehenes ocurrió “en 2004” (ocurrió el 5 de mayo de 2003).  

 

El diplomático reconoce que las Farc son las “responsables de miles de muertes en Colombia”, pero relativisa inmediatamente eso diciendo que hay otros actores que hacen lo mismo: los militares, los paramilitares y la delincuencia común. El diplomático confunde muchas cosas y utiliza el esquema  cómodo pero muy deformante según el cual en Colombia hay un “conflicto armado” en el que intervienen varias “partes”, las cuales son equivalentes política y moralmente: el gobierno, las guerrillas, los militares, los paramilitares, etc. El no ve a Colombia  como un país atacado por el terrorismo, sino a un país en guerra consigo mismo. Los defensores de una de las democracias más antiguas y civilistas del continente americano no valen para él más que los fanáticos enemigos de ésta.  En el esquema del diplomático, las Farc sólo se defienden de los ataques de sus enemigos, desde Marquetalia hasta el secuestro de Ingrid Betancourt. Este último crimen, por ejemplo, es la consecuencia de una “provocación” de Ingrid. Noël Saez afirma que Raúl Reyes le dijo un día que las Farc no la hubieran secuestrado si ella no los hubiera “provocado” y “humillado” en la famosa reunión del Caguán unos días antes del secuestro.  Noel Saez parece creer todo eso.

 

¿Como ve el ex “mediador” Noël Saez el futuro de las Farc? El estima que las Farc están “declinando” y que no lograrán restaurar sus “fuerzas vivas”.  Empero, Saez  agrega que “a pesar de las deserciones y de las traiciones”, siempre habrá en Colombia “un vivero de jóvenes que se sumarán” a esa banda y que las masivas manifestaciones urbanas de repudio a las Farc son inútiles.  El diplomático francés deja correr su afiebrada imaginación al decir que el gobierno colombiano se dispone a “desatar” una “ofensiva militar por todas partes”.  Según sus “fuentes”, esa “ofensiva” será catastrófica pues incluye la posibilidad de “destruir la selva del sur del país para facilitar la exterminación de los frentes de las Farc que operan en esa vasta zona”.

 

Por esa razón a Alfonso Cano no le queda sino un camino, según Saez: “consolidar su poder dentro de las Farc antes de negociar con el gobierno”, y obtener el envío de “observadores imparciales de la comunidad internacional para prevenirlas contra los abusos de un gobierno que las arrincona hacia la rendición y la humillación”. ¿Si eso es lo que Noël Saez llama ser “neutral” que podría Colombia esperar de él  si no lo fuese? 

 

 

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Periodista y escritor. Autor de "El enigma IB" (sobre el caso Ingrid Betancourt), publicado en
diciembre de 2008 (Random House Mondadori, Bogota).
Tambien es autor de "Las Farc, fracaso de un terrorismo", (Random House Mondadori, Bogota).


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