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La nueva farsa de las Farc
Eduardo Mackenzie
martes, 30 diciembre 2008


La nueva maniobra de las Farc es transparente. Una vez más la banda terrorista, severamente golpeada en 2008 pero no desmantelada del todo, está explotando su frágil margen de maniobra para darse una infame publicidad en el extranjero.

 

Aprovechando la principal carta que les queda, los secuestrados y las familias de éstos, las Farc anunciaron que pondrían en libertad a seis rehenes en la primera quincena de enero de 2009. Nadie sabe si tal promesa es seria. Diciembre termina sin que los terroristas hayan dado siquiera la lista de las personas que soltarían. Tampoco han indicado cual sería el área de la eventual entrega. Al mismo tiempo, ciertos voceros indígenas anuncian que volverán a movilizar a sus bases, precisamente en enero, pues el gobierno, dicen, “se burla de ellos”.

 

Eso no es todo. El 27 de diciembre, las Farc erigieron nuevas exigencias al asunto de la entrega de los seis rehenes. Quieren que haya “delegados” de Venezuela, Ecuador y Argentina en el eventual acto de entrega, pues la entidad autorizada por el gobierno colombiano para recibir a esas víctimas, la Cruz Roja Internacional, es vista por ellos con “desconfianza”. Eso es lo que acaba de decir  el jefe comunista Carlos Lozano, quien advierte, además, que su camarada Pilar Córdoba, conocida por muchos como Teodora Bolívar, “va a insistir” en que haya delegados “de esos tres países”.

 

El tinglado es grotesco. Dos de esos gobiernos son violentos enemigos de Colombia. Rafael Correa, para no evocar sino a uno, insultó hace pocos días al canciller colombiano a quien trató de “mentiroso” y anunció que él impedirá el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Colombia. ¿Cómo un  energúmeno de esa calaña podría jugar un papel neutral en una entrega de rehenes?

 

Es obvio que las Farc se repiten. Tratan de montar un golpe de propaganda con sus amigos al mismo tiempo que erigen dificultades a su propia promesa para embolatar a la opinión y endilgarle al gobierno la acusación de que él “dilata de manera innecesaria la entrega de los secuestrados”. Este último detalle es visible en las declaraciones de Carlos Lozano.

 

La lógica de la Farc es simplista. Sin embargo, aún así logra embobar a las almas sensibles. Algunos diarios hablan en estos días de una Ong extranjera de “derechos humanos” que trata de decirle al gobierno colombiano  cómo debe actuar ante las exigencias de las Farc. Sin investigar de qué “defensores” de derechos humanos se trata, esa prensa repite lo que algunos le dictan, sin mostrar la menor curiosidad, ni el menor sentido crítico. Nadie se pregunta por qué los supuestos defensores de derechos humanos, en lugar de defender a las víctimas, a los secuestrados, lo que hacen es servir de comodines de los secuestradores.  Nadie se pregunta por qué esa gente, en lugar de exigirle a las Farc la entrega ya de los rehenes, ahora mismo, sin poner más obstáculos, esos “defensores” de pacotilla se ponen a gritar que entregar los rehenes a la Cruz Roja no es posible pues las Farc quieren que emisarios de Hugo Chávez y Rafael Correa metan sus narices en ese evento para salpicar de injurias a Colombia.

 

Para acabar de cegar a los cándidos, las Farc sacan de la manga el artilugio del “apoyo extranjero”. La prensa colombiana se tragó sin chistar la boa al repetir que ese “apoyo extranjero” está constituído por “reconocidos intelectuales”. Si ella mirara de cerca las cosas, vería que se trata, en realidad, de una cuerda de fanáticos que busca resucitar la dinámica del  “intercambio humanitario” inventado por las Farc. ¿Cuándo será que la prensa colombiana aprenderá a no dejarse hipnotizar con espejitos extranjeros? ¿Cuándo aprenderá a distinguir un objeto auténtico de una baratija?  Lo que esos diarios llaman “apoyo extranjero” no es más que un grupo de firmones, una clique de siniestros individuos que firma y avala automáticamente lo que sea cuando les dan la orden de hacerlo. Ese curioso grupo de firmones, donde puede haber personas honradas pero embarcadas por razones obscuras en raras aventuras,  es dirigido por un gringo poco recomendable, James Petras, quien asegura, por ejemplo, que los atentados terroristas del 11 de septiembre contra los Estados Unidos no fueron sino un “autoatentado de la CIA”. Respecto de nuestro país, el insigne James Petras sueña con que Hugo Chávez desate de una vez por todas la guerra contra Colombia. Esa es la clique repugnante que distraídos redactores colombianos llaman “intelectuales internacionales”.

 

No es la primera vez que los jefes de las Farc montan  “escenarios” para tratar de derribar a Colombia. Sus imposturas fracasarían si los dirigentes políticos, las autoridades y los média emplearan a fondo la memoria. ¿Eso es mucho pedir? Esa carencia facilita el trabajo de ciertos “expertos” que logran imponer la idea de que esa banda “ha variado su posición frente al canje”, que “ya no quiere una zona despejada”, que sólo busca “recobrar espacios políticos” pues está dispuesta, ahora sí, a llegar a un “diálogo con el próximo gobierno”. Tonterías. Las Farc no han cambiado de orientación. Si Colombia escucha  tales sirenas perderá lo andado hasta ahora y tendrá que conformarse con más guerra y más dolor.

 

 

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Periodista y escritor. Ultima obra publicada: “Las Farc, fracaso de un terrorismo” (Ediciones Random House Mondadori/Debates, Bogotá, 2007)


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