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Angela Merkel lo hizo.
¿Nicolas Sarkozy lo hará ?

Eduardo Mackenzie
viernes, 23 mayo 2008


La Canciller alemana, tras su brillante actuación en la Cumbre de Lima, viajó a Bogotá. Allí se comprometió a apoyar firmemente al presidente Alvaro Uribe en la lucha contra el narco-terrorismo y a acrecentar la cooperación económica y científica con Colombia. Ella indicó que Alemania sostendrá el programa colombiano de indemnización de las víctimas de la violencia y el programa de guardabosques, al que están vinculadas 60 000 familias. Esas personas, que antes sembraban coca, ahora son “guardianes de la selva”, explicó el jefe de Estado colombiano.  

La Canciller alemana, quien viajó a Bogotá con una delegación de 80 personalidades de su país (empresarios, parlamentarios y ministros),  dijo que Berlín ayudará a Colombia “con equipos y formación” en la erradicación de cultivos ilegales y en la indemnización de las víctimas de la violencia.

 

Ese viaje de Angela Merkel a Bogotá es un gesto fuerte y de alto simbolismo. La Canciller sabe que visitar a Colombia en momentos en que el presidente Alvaro Uribe recibe infames ataques verbales y amenazas de parte de dos regímenes autoritarios vecinos, dirigidos por déspotas incurables y amigos de las Farc, tendrá un impacto en el complicado juego de poderes que Hugo Chávez trata de imponerle al continente.  

 

Para Angela Merkel, la obscura doctrina que Chávez llama “socialismo del siglo XXI” no es la mejor base para consolidar la prosperidad y la libertad en  América Latina. “Hugo Chávez no es el vocero de América Latina”, declaró Angela Merkel poco antes de partir para Lima. Chávez le respondió con insultos y declarándola “heredera de Hitler”.  En Lima le pidió disculpas, para ahorrarse un incidente.

 

Alemania ve, en cambio, a Colombia como un “socio importante en América Latina, al lado de Brasil y México”. Fue eso lo que dijo Christian Hellbach, el embajador alemán en Colombia. Este agregó que  Colombia es visto por Berlín como un “conjunto de nuevas y grandes oportunidades de negocios, principalmente en el tema de recursos y energía naturales, especialmente en el tema de los biocombustibles”.

 

En la primera visita de un jefe de gobierno alemán a Colombia hay como una intención muy clara de Berlín de decir ciertas cosas. Uno de los asesores de la Canciller subrayó que la visita a Bogotá  “puede ser interpretada como una señal de apoyo a la política del presidente Uribe con respecto al clima de seguridad y confianza alcanzado.” Angela Merkel aprovechó su ida a Lima para visitar también México y Brasil, además de Colombia y Perú.  Esa agenda quiere decir mucho. 

 

Mientras tanto, ¿qué hace el gobierno francés? ¿Piensa el presidente Nicolas Sarkozy declarar su respaldo a la gestión pacificadora del presidente Uribe? La pregunta es legítima pues Francia  presidirá desde el 1 de julio la Unión Europea. ¿El presidente Sarkozy se muestra  dispuesto a jugar la carta colombiana, mexicana y brasileña como su homóloga alemana?  Lamentablemente, nada indica que esas sean sus intenciones. Pues París no acierta a ver las relaciones bilaterales con Colombia desde otro prisma  que no sea el tema Ingrid Betancourt.

 

Ese enfoque, que puede ser muy loable desde el punto de vista humanitario, obliga sin embargo al Eliseo a seguir una política errada, cuando no inepta, respecto de Bogotá : presiones y más presiones exasperantes al gobierno colombiano para que ceda ante las Farc. Para que éstas, a su vez, liberen a Ingrid Betancourt. Tal manera de luchar por la liberación de Ingrid Betancourt, en la que las exigencias a las Farc no son la verdadera prioridad, ha fracasado desde hace seis años. En plena fase de descomposición y derrota, las Farc necesitan más que nunca a esos rehenes, utilizados como escudos humanos de los grandes caciques de las Farc. Sin duda es hora de inventar otra cosa para liberar a los rehenes y para tener una verdadera política de amistad con Colombia y el continente latinoamericano. Empero, el gobierno francés no parece estar dispuesto a revisar sus esquemas.

 

Ese enfoque lamentable también pone a París en posición de debilidad frente al régimen de Caracas el cual, con ayuda de las Farc, pretende dictarle unas condiciones y aparecer como el dueño absoluto de la suerte de los rehenes y de Ingrid Betancourt. Lo mismo podría decirse respecto del régimen de Quito. El envío reciente de un avión sanitario francés a Bogotá, que estaba listo a sacar de la selva a Ingrid Betancourt y a otros rehenes, fracasó pues las Farc se opusieron a ello, sin que Caracas emitiera una sola crítica.

 

La visita ulterior de Bernard Kouchner a Colombia, Ecuador y Venezuela fue un nuevo fracaso. En lugar de exigirle al presidente Chávez ejercer todo su peso político ante las Farc para que éstas, arrumadas a su poder y dependientes de sus suministros, liberen inmediatamente a los secuestrados, el ministro francés de Relaciones Exteriores puso la presión sobre Bogotá, para que éste le permita de nuevo a Chávez ser mediador. Përo quien amenaza con enviar “diez batallones” de blindados contra Colombia carece de autoridad moral para jugar tal papel.   

 

Así, mientras Alemania avanza con paso firme en Colombia, con una política clara de respaldo concreto a un régimen democrático que basa sus políticas en los valores de Occidente, Francia trata de implementar una política de apaciguamiento respecto de tres regimenes duros que, aunque salidos de elecciones, buscan poner al continente  en la órbita de la entente antiamericana y antioccidental que integran Rusia, China, Irán, Siria, Cuba y Bielorusia.

 

Es hora de que París abra los ojos, y se dote de una política inteligente frente a Colombia y a América Latina. Pues lo que se está jugando en el continente es enorme. La lucha popular contra  las maniobras de desestabilización de Hugo Chávez, Raúl Castro y consortes, ya ha comenzado. Colombia no está sola en su lucha contra el expansionismo chavista. El electorado venezolano le negó a Chávez una reforma constitucional que le abriría las puertas de una presidencia vitalicia. En Bolivia, los ciudadanos del departamento de Santa Cruz expresaron en otro referendo su deseo de autonomía frente al poder caudillista que trata de imponer, mediante bayonetas y tacos de dinamita, el presidente Evo Morales. Cinco otros departamentos bolivianos están preparando sus referendos de autonomía, que La Habana y Chávez condenan violentamente. Por decisión del Senado boliviano, en manos de la oposición, el pueblo participará, en agosto, en un referendum que podría revocar el mandato de Morales.

 

Hugo Chávez amenazó a los bolivianos con intervenir directamente si su peón local llega a ser desbancado. Pero Bolivia no es un país dócil que se dejará avasallar por los dólares y las armas de Caracas.

 

El hombre fuerte de Venezuela está, al mismo tiempo, tratando de impedir el derrumbe definitivo de las Farc pues quiere utilizarlas en un proyecto secreto destinado a dividir a Colombia en dos pedazos. Es el proyecto “Nueva Colombia” en el que zonas del sur del país con salida hacia el océano Pacífico, además de la Amazonía colombiana colindante con Ecuador, Perú, y Brasil, quedarían bajo el control militar de fuerzas “bolivarianas”, es decir de generales de Cuba y Venezuela.  Cali sería la capital de ese nuevo y triste enclave. Por eso las Farc, desde hace más de diez años, han intentado implantarse en los departamentos del Cauca y del Valle y tratado de penetrar esa ciudad y el puerto de Buenaventura. El desmantelamiento de las redes narco-terroristas en esas dos ciudades avanza con dificultad pues para las Farc se trata de un bastión estratégico.

 

No por casualidad, las Farc están pidiendo la creación de una zona desmilitarizada del doble del tamaño de París, en los municipios de Florida y Pradera, no lejos de Cali. Allí, bajo el pretexto de negociar el “canje de prisioneros”, las Farc harían converger cinco de sus numerosos frentes dispersos para reforzar su amenaza contra Cali y las ciudades aledañas. Por eso el gobierno rechaza esa propuesta.

 

En todo caso, la muerte de Raúl Reyes, número dos de las Farc, en un ataque de las fuerzas armadas colombianas, el 1 de marzo de 2008, en territorio ecuatoriano, fue un duro revés para los arquitectos de ese plan divisionista.

 

No es todo. Las intrigas del chavismo están afectando a otros países. Agentes de Caracas están urdiendo un levantamiento de la comunidad mapuche de Chile, contra las autoridades de Santiago. El plan de crear un “país mapuche” es visto por el Estado chileno como una amenaza subversiva. Brasil también podría despertarse un día con la noticia de que los indios yanomami de la Amazonía brasileña, azuzados por chavistas, proclamaron su independencia. El congreso brasileño y el gobierno de Lula toman muy en serio lo que está ocurriendo.  Los puestos militares de la región están siendo reforzados (1).

 

Las gesticulaciones de Chávez son especialmente fuertes respecto de Bolivia. Pues ese país está llamado a convertirse en bastión de la subversión “bolivariana”. El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, explicó eso en una conferencia en Caracas, en diciembre de 2007. Una veintena de nuevos cuarteles militares, bajo control cubano y venezolano, serán edificados de cara a las cinco fronteras que tiene ese país: Brasil, Perú, Chile, Argentina y Paraguay. El plan de apoderarse de Bolivia para exportar la revolución a Argentina y al resto del cono sur latinoamericano, aventura que le costó la vida a Ernesto Guevara en 1967, no ha sido archivado por los hermanos Castro. Con Evo Morales en el poder,  con los petrodólares de Hugo Chávez y los suministros militares rusos, la operación Bolivia está cobrando vida.    

 

Para ambientar y legitimar esos planes ante las opiniones públicas, el castro-chavismo ha creado un organismo, la Coordinadora Continental Bolivariana. Días antes de que Raúl Reyes fuera abatido, ese aparato se reunió en Quito, bajo el patrocinio de las autoridades. Algunos de sus delegados fueron a dar luego al campamento de Reyes donde perecieron junto con éste.

 

Francia no puede ignorar lo que está ocurriendo en América Latina. París no pude jugar la mala carta en la confrontación que ha comenzado por la defensa de las libertades. De un lado está la mayoría de países libres del continente, los unos con gobiernos de izquierda moderada, como Chile, Brasil, Perú y Argentina, los otros con gobiernos liberal-conservadores, como los de Colombia, México y Guatemala. Todos defienden  el sistema de mercado y de libertades. Frente a ese bloque emerge el bloque de la contestación violenta neo-marxista del llamado “bolivarismo”, que controla los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

 

¿Cual de los dos bloques escogerá Francia? ¿Hacia donde portará su ayuda? La Alemania de Angela Merkel ha mostrado la buena dirección. ¿Nicolas Sarkozy  la seguirá?  ¿O adoptará una postura ambigua, consistente en estar con los unos y con los otros? Eso sería lamentable y muy difícil. Ello beneficiaría al peor y agravaría el problema.    ¿Qué hará la Unión Europea? ¿Cerrará los ojos o asumirá una posición valiente?  Es hora de que el Viejo Continente, que ha vencido los dos más grandes imperios totalitarios, el hitleriano y el comunista, sostenga a quienes defienden las libertades en América Latina.

 


Notas

(1) Edgar C. Otalvora Chávez apoya movimientos separatistas latinoamericanos, El Nuevo País, Caracas, 13 de mayo de 2008.

 

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Periodista y escritor. Ultima obra publicada: “Las Farc, fracaso de un terrorismo” (Ediciones Random House Mondadori/Debates, Bogotá, 2007)


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