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Nicolas Sarkozy: el dilema de Colombia
Eduardo Mackenzie
domingo, 23 marzo 2008


Luis Eladio Pérez vino a París a decir lo que no había dicho ni en Bogotá, ni en Caracas. El ex rehén de las Farc, liberado el 27 de febrero pasado,  en declaraciones[1] al semanario Paris Match, afirma que Ingrid Betancourt “sufre más que cualquier otro rehén”, a causa de los “ultrajes, humillaciones y vejaciones de la guerrilla”.

 

El cuadro que pinta Luis Eladio Pérez es, como el de cada uno de los que salieron de ese infierno: cada vez más terrible.  Sin embargo, esta vez, Luis Eladio Pérez, quien estuvo seis años en poder de las Farc[2], y casi siempre amarrado a un árbol, va más lejos que los otros pues él acusa de graves abusos a los rehenes mismos. Según él, entre esas víctimas de las Farc hay  roces, agresiones y traiciones. Algunos de éstos colaboran con la guerrilla,  se dejan comprar por un pedazo de pan. El ex parlamentario señala, sin dar ninguna precisión, que “Ingrid no quería ver ni oir a Clara” [Rojas], que Ingrid y él, Eladio, fueron “denunciados” por sus propios compañeros, por sólo “evocar una huelga de hambre o un intento de evasión”. El indica que Ingrid Betancourt, quien está muy mal de salud y “destruída físicamente” comparte su cautividad con varios rehenes “enfermos mentales”. 

 

Luis Eladio Pérez lanza sus críticas más acervas contra  “cuatro militares y policías” rehenes, un grupo “especialmente difícil” pues, según él, está integrado por “mirones”. Estos viven obsesionados con la idea de ver desnuda a Ingrid Betancourt, quien tendría mucha dificultad “para proteger su intimidad de mujer, para cambiarse, desvestirse, secarse después del baño”. El ex parlamentario cuenta que un día tuvo él que golpear a un rehén  para que la dejara tranquila, pues éste “quería tocarla, acariciarle el trasero”.

 

La crueldad de los guerrilleros también es denunciada por Luis Eladio Pérez. Estos son cínicos y brutales con sus víctimas. Algunos guerrilleros “le han propuesto abiertamente [a Ingrid Betancourt]  relaciones sexuales, incluido un comandante”. Un guerrillero intentó atacarla sexualmente una noche. Pero ella dio la alarma. Los camaradas del agresor le creyeron a él y no a ella.  “Otros guerrilleros no vacilan al filmarla cuando está en el baño para poder masturbarse enseguida viendo esas imágenes”.

 

El ex senador nariñense insiste: “Ella nunca se ha beneficiado de un tratamiento de favor, como ciertos parecen pensar. Todo lo contrario, contra quien la guerrilla se empecina, de manera salvaje y absurda, es siempre Ingrid. El comandante encargado de los rehenes, un tal Enrique, alias ‘gafufo’, es un tipo odioso. Ex alcalde de un pueblo del Guaviare, él es un frustrado que muestra un odio constante hacia los rehenes políticos. Especialmente ante Ingrid”.

 

Como el periodista insiste en el tema del resentimiento de los rehenes respecto de Ingrid, Luis Eladio Pérez reitera con una frase de salón: “Colombia es un país donde la gente muere no de cáncer sino de envidia”. Antes de explicar que, a pesar de que Ingrid se muestra siempre generosa y está dispuesta a servir,  “la inmensa diferencia cultural y social” entre ella y los otros rehenes se traduce en “resentimiento” contra ella. También Ingrid paga, según Eladio, su notoriedad, pues los rehenes ven que “en las noticias de la radio sobre el problema de los rehenes el 80 y 90% son sobre Ingrid”.

 

El testimonio de Pérez aporta otros elementos nuevos. El dice que Ingrid, al comienzo de su cautiverio, intentó arrojarse de una piragua para suicidarse. Que ella sabe que su muerte “sería el comienzo del fin de las Farc”, y que si no fuera por la esperanza de volver a ver a los suyos, ella se “sacrificaría”.

 

Lo que crea un malestar es lo que dice Pérez sobre la maldad de ciertos rehenes. Ello sorprende. Las otras víctimas que escaparon a las Farc no habían contado nada semejante. Ni el ministro Fernando Araújo, ni el intendente John Frank Pinchao. Ellos nunca insinuaron nada contra los rehenes. Ni Clara Rojas, ni Consuelo González. Ni Gloria Polanco, ni Jorge Gechem, ni Orlando Beltrán. El coronel Luis Mendieta, quien no ha sido liberado todavía, hace por el contrario,  en su carta del 21 de diciembre de 2007, un verdadero elogio de la solidaridad entre los rehenes, en su caso personal y en el de otros. El explica, por ejemplo, que “los hombres de la fuerza pública” le confeccionaron rústicos juguetes, pequeños vestidos y zapatos al niño de Clara Rojas. Ingrid Betancourt, en su carta del 24 de octubre de 2007, donde describe su terrible situación, su “soledad infinita” y su degradación física, no evoca esos  bochornosos episodios evocados por el ex senador. Ella dice únicamente que, después de la fuga del intendente Pinchao, los guerrilleros la pusieron “en un grupo humanamente muy difícil”. Eso es todo.

 

Tras su liberación, y desde Caracas, Luis Eladio Pérez dio a la radio colombiana una  versión diferente de la que presentó a Paris Match. El habló de cierta solidaridad entre los rehenes. Cuando sufrió un infarto, por ejemplo, él obtuvo una aspirina que le entregó “uno de los rehenes norteamericanos”[3]. Luis Eladio Pérez acusó a las Farc de “ensañarse contra Ingrid”, de “maltratarla”. Pero no acusó a los rehenes, ni siquiera cuando dio los nombres de los cinco militares y policías que quedaron en el grupo de Ingrid desde julio de 2007. Luis Eladio Pérez estuvo en el grupo de Ingrid hasta poco después de la huída exitosa de Pinchao, en mayo de 2007. ¿El habría sido el único testigo de las fechorías de los rehenes de la Fuerza Pública contra Ingrid?  ¿Por que Pinchao no habla de eso, si él estaba en el mismo grupo de Ingrid? ¿Si éstas ocurrieron después, c­ómo Pérez supo eso?   ¿Durante el breve encuentro que tuvo con Ingrid el 4 de febrero de 2008?  ¿Por otro medio? A mi me hubiera gustado pedirle precisiones y hacerle otras preguntas a Luis Eladio Pérez en París, pero la conferencia de prensa que había sido anunciada, fue cancelada a último minuto[4]

 

Antes de la muerte de Raúl Reyes y de Iván Ríos, Luis Eladio Pérez había dicho en Caracas que las Farc “no están debilitadas”. En Paris Match esa organización terrorista aparece menos brutal:  los guerrilleros le quitaron a Luis Eladio Pérez, y a otros políticos liberados el 27 de febrero, las cartas que les habían confiado los rehenes norteamericanos, quienes están también muy enfermos y deprimidos. Ese hecho no aparece en las declaraciones de Pérez a la revista parisina.

 

El ex senador incursiona en terreno pantanoso cuando da a entender a Paris Match que las Farc son menos intransigentes ahora. “Por primera vez, las Farc parecen querer avanzar políticamente”, asegura, antes de concluir: “No hay que cerrarles la puerta”.  En declaraciones dadas en París al diario argentino Página 12, él omite toda acusación contra los rehenes para concentrarse en otra de sus prioridades: atacar al presidente Alvaro Uribe, para quien pide, sin más argumentos, “un juicio de responsabilidades”. El ex rehén parece haber pescado en Caracas el feroz virus del anti-uribismo pues dice estar muy disgustado  por “la forma” como el presidente Uribe le retiró a Hugo Chávez su pretendida “mediación” en el tema de los rehenes.

 

La gira internacional del ex rehén  tiene, al parecer, un objetivo adicional: hacer el elogio de las Farc. Colombia debería aceptar, dice él a Página 12,  “una cohabitación ideológica” con las Farc pues ello permitiría “mantener un clima democrático”.  Sin sonrojarse, Luis Eladio Pérez agrega que la sociedad colombiana “está madura para aceptar la incursión política por parte de las Farc”. ¿En qué se basa el señor Pérez para decir que las Farc han llegado a semejantes alturas de comprensión “política” ? En una anticipación: en que ellas “no asesinaron a ninguno de los rehenes después de la muerte de Raúl Reyes”. ¿Qué garantiza que no lo hagan más tarde? Nada. Sin embargo ese temor no preocupa a Luis Eladio Pérez por una buena razón: la influencia que ejerce Hugo Chávez en las Farc es enorme y, según él, frenará cualquier nueva salida bestial de éstas. Pues las Farc, gracias a Chávez, y a Piedad Córdoba, han “cambiado de mentalidad”.

 

¿Si ello es así por que las Farc no liberan inmediatamente a los rehenes? ¿Por que no admiten siquiera que la Iglesia católica o la Cruz Roja los visite? ¿Por qué las Farc se empeñan en maltratar y humillar a Ingrid Betancourt?[5] ¿Por qué  las Farc amenazan a los rehenes de la Fuerza Pública, y a los rehenes norteamericanos, con dejarlos pudrir en la selva durante 60 o más años?  ¿Por qué las Farc insisten en la desmilitarización de Florida y Pradera? ¿Por qué las Farc siguen asesinando indígenas y campesinos, como ocurrió hace pocos días en Ituango? ¿Por qué las Farc están tratando de extender sus tentáculos a México, Perú, Paraguay, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela y Ecuador?

 

Esa realidad preocupante no encaja con el esquema angelista que le han vendido al ex rehén Luis Eladio Pérez en Caracas.

 

Las insinuaciones de éste contra ciertos rehenes coinciden de manera extraña con la nueva idea de las Farc de dividir en dos nuevos grupos a los rehenes “políticos”: entre los civiles y los militares (dentro de los cuales incluyen a los tres norteamericanos), después de haber dividido en dos categorías a los secuestrados, entre “políticos” y “económicos”. Esas afirmaciones están destinadas a sembrar la cizaña entre  los colombianos, a aislar a un grupo particular de rehenes “políticos”, a desalentar a quienes luchan por sacar a todos los rehenes y secuestrados de las manos de las Farc.

 

Aceptar la división de los rehenes entre “civiles” y “militares” es muy peligroso: las Farc podrán castigar más duramente a los segundos y llevarlos incluso a una fase de exterminio, como hicieron con los once diputados del Valle. O como hicieron con el sargento Alberto Sol Rivera, abaleado  en agosto de 2007 y con el sargento retirado que lo acompañaba cuando los dos fueron secuestrados el 25 de marzo de 2007. El objetivo de esa división arbitraria es ejercer sobre las fuerzas armadas colombianas y las autoridades norteamericanas una terrible presión psicológica. Parece como si Luis Eladio Pérez se hubiera prestado a ese juego. Su actuación no hace sino complicar la situación de sus ex compañeros de infortunio, por quienes tiene, como se vé, muy poco respeto, exceptuando a Ingrid Betancourt.  

 

Durante su entrevista con el presidente Nicolas Sarkozy, Luis Eladio Pérez expuso el plan que le convendría a las Farc: la liberación de los guerrilleros más temibles, los llamados “gordos”, incluso de aquellos acusados de crímenes de lesa humanidad, sin exigirles que juren que no volverán al combate, y reconocer políticamente a las Farc. Según Pérez, el intercambio entre rehenes y terroristas se podría hacer en Guayana, sin necesidad de una zona desmilitarizada en Colombia. Simón Trinidad debería ser recibido en Francia como “refugiado político”.

 

En síntesis, el mensaje enviado a París es éste: en lugar de ayudar a Colombia en su lucha contra el terrorismo, Francia debe ayudar a las Farc a salir del impasse en que se encuentran: debe ayudarlas a echarle mano a los cuadros y ex combatientes encarcelados, darles el estatuto de organización “política” y retirarlas de la lista europea de organizaciones terroristas.   

 

A finales de febrero pasado, el ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, había declarado que el Gobierno estaba dispuesto a “excarcelar a los guerrilleros que cumplen condena si las Farc ponen en libertad a las personas que mantienen cautivas”. Santos subrayó que “el gobierno está listo para el intercambio; no es sino que liberen a los secuestrados y nosotros cumpliremos con nuestra parte del acuerdo”. El 13 de marzo de 2008, el Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, insistió: “El Gobierno está dispuesto a permitir que criminales de las Farc, responsables de delitos no indultables, salgan de las cárceles si éste es un mecanismo eficaz para la liberación de los secuestrados”.[6]

 

Yama Rade, secretaria de Estado francés para los derechos del Hombre, advirtió el 28 de febrero de 2008 que las Farc deberían responder si algo le pasa a Ingrid Betancourt. “A las Farc no les conviene retener a Ingrid Betancourt, ni tomar riesgos con su salud, porque el mundo entero las observa”.

 

¿Por cual de los dos proyectos se inclinará la diplomacia francesa? ¿Por el del gobierno democrático de Alvaro Uribe o por el de las Farc? ¿Ante el cuadro de horrores que describen los rehenes y los ex rehenes, Francia comprenderá por fin que la política respecto de Colombia no se resume al caso de Ingrid Betancourt sino que es mucho más amplia y general?  ¿Francia comprenderá por fin que las Farc deben ser desmanteladas? ¿Que las Farc representan un peligro para toda la América Latina? ¿Que Colombia debe ser apoyada por Europa en su lucha contra esa monstruosidad? ¿Que la liberación de los rehenes debe continuar como se está dando ahora: sin demoras, sin trámites ni condiciones especiales cuyo trámite podría durar meses y años? ¿Que ese llamado en favor de todos los rehenes debe hacerse a las Farc y, sobre todo, al presidente Hugo Chávez, no por ser un “mediador” de hecho, sino por la influencia importante y directa que él ejerce sobre la organización terrorista?

 

Muchos en Colombia esperan que el gobierno francés opte sin tardar por uno de los dos bandos, por el del Estado y a la sociedad colombiana en su lucha por la libertad.

 


 

[1]  Paris Match, entrevista de Michel Peyrard, 20-26 de marzo de 2008.

[2]  Luis Eladio Pérez fue secuestrado en junio de 2001 y compartió durante cuatro años la vida de cautiverio de Ingrid Betancourt, del 22 de agosto de 2003 a julio de 2007, cuando el grupo fue separado tras la huida de John Frank Pinchao. Pérez dice haberla visto de nuevo unos minutos el 4 de febrero de 2008.

[3]  El País, Cali, 28 de febrero de 2008. Los tres rehenes norteamericanos son Thomas Howes, 54 años, Marc Gonçalves, 35 años y Keith Stansell, 43 años.

[4]  Pablo A. Paranagua, Le Monde (20 de marzo de 2008) insinúa que esa conferencia de prensa fue cancelada por intrigas de la familia de Ingrid Betancourt: “Las divisiones de la familia Betancourt provocaron un enredo  entre el palacio del Eliseo y el ministerio francés de Relaciones Exteriores y trastornaron el programa de la visita [de Pérez] a Francia”.

[5]  El 27 de febrero de 2008, el presidente Hugo Chávez le pidió públicamente a Manuel Marulanda, jefe de las Farc, que cambiara las “condiciones” de cautiverio de Ingrid Betancourt. ¿Qué pasó con eso? Desde entonces, Caracas no ha dicho una sóla palabra al respecto.

[6]   Colprensa y El País, Cali, 14 de marzo de 2008.
 

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Periodista y escritor. Ultima obra publicada: “Las Farc, fracaso de un terrorismo” (Ediciones Random House Mondadori/Debates, Bogotá, 2007)


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