Luis
Eladio Pérez vino a París a decir lo que no había dicho ni
en Bogotá, ni en Caracas. El ex rehén de las Farc,
liberado el 27 de febrero pasado, en declaraciones[1]
al semanario Paris Match, afirma que Ingrid
Betancourt “sufre más que cualquier otro rehén”, a causa
de los “ultrajes, humillaciones y vejaciones de la
guerrilla”.
El cuadro
que pinta Luis Eladio Pérez es, como el de cada uno de los
que salieron de ese infierno: cada vez más terrible. Sin
embargo, esta vez, Luis Eladio Pérez, quien estuvo seis
años en poder de las Farc[2],
y casi siempre amarrado a un árbol, va más lejos que los
otros pues él acusa de graves abusos a los rehenes mismos.
Según él, entre esas víctimas de las Farc hay roces,
agresiones y traiciones. Algunos de éstos colaboran con la
guerrilla, se dejan comprar por un pedazo de pan. El ex
parlamentario señala, sin dar ninguna precisión, que
“Ingrid no quería ver ni oir a Clara” [Rojas], que Ingrid
y él, Eladio, fueron “denunciados” por sus propios
compañeros, por sólo “evocar una huelga de hambre o un
intento de evasión”. El indica que Ingrid Betancourt,
quien está muy mal de salud y “destruída físicamente”
comparte su cautividad con varios rehenes “enfermos
mentales”.
Luis Eladio
Pérez lanza sus críticas más acervas contra “cuatro
militares y policías” rehenes, un grupo “especialmente
difícil” pues, según él, está integrado por “mirones”.
Estos viven obsesionados con la idea de ver desnuda a
Ingrid Betancourt, quien tendría mucha dificultad “para
proteger su intimidad de mujer, para cambiarse,
desvestirse, secarse después del baño”. El ex
parlamentario cuenta que un día tuvo él que golpear a un
rehén para que la dejara tranquila, pues éste “quería
tocarla, acariciarle el trasero”.
La crueldad
de los guerrilleros también es denunciada por Luis Eladio
Pérez. Estos son cínicos y brutales con sus víctimas.
Algunos guerrilleros “le han propuesto abiertamente [a
Ingrid Betancourt] relaciones sexuales, incluido un
comandante”. Un guerrillero intentó atacarla sexualmente
una noche. Pero ella dio la alarma. Los camaradas del
agresor le creyeron a él y no a ella. “Otros guerrilleros
no vacilan al filmarla cuando está en el baño para poder
masturbarse enseguida viendo esas imágenes”.
El ex
senador nariñense insiste: “Ella nunca se ha beneficiado
de un tratamiento de favor, como ciertos parecen pensar.
Todo lo contrario, contra quien la guerrilla se empecina,
de manera salvaje y absurda, es siempre Ingrid. El
comandante encargado de los rehenes, un tal Enrique, alias
‘gafufo’, es un tipo odioso. Ex alcalde de un pueblo del
Guaviare, él es un frustrado que muestra un odio constante
hacia los rehenes políticos. Especialmente ante Ingrid”.
Como el
periodista insiste en el tema del resentimiento de los
rehenes respecto de Ingrid, Luis Eladio Pérez reitera con
una frase de salón: “Colombia es un país donde la gente
muere no de cáncer sino de envidia”. Antes de explicar
que, a pesar de que Ingrid se muestra siempre generosa y
está dispuesta a servir, “la inmensa diferencia cultural
y social” entre ella y los otros rehenes se traduce en
“resentimiento” contra ella. También Ingrid paga, según
Eladio, su notoriedad, pues los rehenes ven que “en las
noticias de la radio sobre el problema de los rehenes el
80 y 90% son sobre Ingrid”.
El
testimonio de Pérez aporta otros elementos nuevos. El dice
que Ingrid, al comienzo de su cautiverio, intentó
arrojarse de una piragua para suicidarse. Que ella sabe
que su muerte “sería el comienzo del fin de las Farc”, y
que si no fuera por la esperanza de volver a ver a los
suyos, ella se “sacrificaría”.
Lo que crea
un malestar es lo que dice Pérez sobre la maldad de
ciertos rehenes. Ello sorprende. Las otras víctimas que
escaparon a las Farc no habían contado nada semejante. Ni
el ministro Fernando Araújo, ni el intendente John Frank
Pinchao. Ellos nunca insinuaron nada contra los rehenes.
Ni Clara Rojas, ni Consuelo González. Ni Gloria Polanco,
ni Jorge Gechem, ni Orlando Beltrán. El coronel Luis
Mendieta, quien no ha sido liberado todavía, hace por el
contrario, en su carta del 21 de diciembre de 2007, un
verdadero elogio de la solidaridad entre los rehenes, en
su caso personal y en el de otros. El explica, por
ejemplo, que “los hombres de la fuerza pública” le
confeccionaron rústicos juguetes, pequeños vestidos y
zapatos al niño de Clara Rojas. Ingrid Betancourt, en su
carta del 24 de octubre de 2007, donde describe su
terrible situación, su “soledad infinita” y su degradación
física, no evoca esos bochornosos episodios evocados por
el ex senador. Ella dice únicamente que, después de la
fuga del intendente Pinchao, los guerrilleros la pusieron
“en un grupo humanamente muy difícil”. Eso es todo.
Tras su
liberación, y desde Caracas, Luis Eladio Pérez dio a la
radio colombiana una versión diferente de la que presentó
a Paris Match. El habló de cierta solidaridad entre
los rehenes. Cuando sufrió un infarto, por ejemplo, él
obtuvo una aspirina que le entregó “uno de los rehenes
norteamericanos”[3].
Luis Eladio Pérez acusó a las Farc de “ensañarse contra
Ingrid”, de “maltratarla”. Pero no acusó a los rehenes, ni
siquiera cuando dio los nombres de los cinco militares y
policías que quedaron en el grupo de Ingrid desde julio de
2007. Luis Eladio Pérez estuvo en el grupo de Ingrid hasta
poco después de la huída exitosa de Pinchao, en mayo de
2007. ¿El habría sido el único testigo de las fechorías de
los rehenes de la Fuerza Pública contra Ingrid? ¿Por que
Pinchao no habla de eso, si él estaba en el mismo grupo de
Ingrid? ¿Si éstas ocurrieron después, cómo Pérez supo
eso? ¿Durante el breve encuentro que tuvo con Ingrid el
4 de febrero de 2008? ¿Por otro medio? A mi me hubiera
gustado pedirle precisiones y hacerle otras preguntas a
Luis Eladio Pérez en París, pero la conferencia de prensa
que había sido anunciada, fue cancelada a último minuto[4].
Antes de la
muerte de Raúl Reyes y de Iván Ríos, Luis Eladio Pérez
había dicho en Caracas que las Farc “no están
debilitadas”. En Paris Match esa organización
terrorista aparece menos brutal: los guerrilleros le
quitaron a Luis Eladio Pérez, y a otros políticos
liberados el 27 de febrero, las cartas que les habían
confiado los rehenes norteamericanos, quienes están
también muy enfermos y deprimidos. Ese hecho no aparece en
las declaraciones de Pérez a la revista parisina.
El ex
senador incursiona en terreno pantanoso cuando da a
entender a Paris Match que las Farc son menos
intransigentes ahora. “Por primera vez, las Farc parecen
querer avanzar políticamente”, asegura, antes de concluir:
“No hay que cerrarles la puerta”. En declaraciones dadas
en París al diario argentino Página 12, él omite
toda acusación contra los rehenes para concentrarse en
otra de sus prioridades: atacar al presidente Alvaro
Uribe, para quien pide, sin más argumentos, “un juicio de
responsabilidades”. El ex rehén parece haber pescado en
Caracas el feroz virus del anti-uribismo pues dice estar
muy disgustado por “la forma” como el presidente Uribe le
retiró a Hugo Chávez su pretendida “mediación” en el tema
de los rehenes.
La gira
internacional del ex rehén tiene, al parecer, un objetivo
adicional: hacer el elogio de las Farc. Colombia debería
aceptar, dice él a Página 12, “una cohabitación
ideológica” con las Farc pues ello permitiría “mantener un
clima democrático”. Sin sonrojarse, Luis Eladio Pérez
agrega que la sociedad colombiana “está madura para
aceptar la incursión política por parte de las Farc”. ¿En
qué se basa el señor Pérez para decir que las Farc han
llegado a semejantes alturas de comprensión “política” ?
En una anticipación: en que ellas “no asesinaron a ninguno
de los rehenes después de la muerte de Raúl Reyes”. ¿Qué
garantiza que no lo hagan más tarde? Nada. Sin embargo ese
temor no preocupa a Luis Eladio Pérez por una buena razón:
la influencia que ejerce Hugo Chávez en las Farc es enorme
y, según él, frenará cualquier nueva salida bestial de
éstas. Pues las Farc, gracias a Chávez, y a Piedad
Córdoba, han “cambiado de mentalidad”.
¿Si ello es
así por que las Farc no liberan inmediatamente a los
rehenes? ¿Por que no admiten siquiera que la Iglesia
católica o la Cruz Roja los visite? ¿Por qué las Farc se
empeñan en maltratar y humillar a Ingrid Betancourt?[5]
¿Por qué las Farc amenazan a los rehenes de la Fuerza
Pública, y a los rehenes norteamericanos, con dejarlos
pudrir en la selva durante 60 o más años? ¿Por qué las
Farc insisten en la desmilitarización de Florida y
Pradera? ¿Por qué las Farc siguen asesinando indígenas y
campesinos, como ocurrió hace pocos días en Ituango? ¿Por
qué las Farc están tratando de extender sus tentáculos a
México, Perú, Paraguay, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela y
Ecuador?
Esa
realidad preocupante no encaja con el esquema angelista
que le han vendido al ex rehén Luis Eladio Pérez en
Caracas.
Las
insinuaciones de éste contra ciertos rehenes coinciden de
manera extraña con la nueva idea de las Farc de dividir en
dos nuevos grupos a los rehenes “políticos”: entre los
civiles y los militares (dentro de los cuales incluyen a
los tres norteamericanos), después de haber dividido en
dos categorías a los secuestrados, entre “políticos” y
“económicos”. Esas afirmaciones están destinadas a sembrar
la cizaña entre los colombianos, a aislar a un grupo
particular de rehenes “políticos”, a desalentar a quienes
luchan por sacar a todos los rehenes y secuestrados
de las manos de las Farc.
Aceptar la
división de los rehenes entre “civiles” y “militares” es
muy peligroso: las Farc podrán castigar más duramente a
los segundos y llevarlos incluso a una fase de exterminio,
como hicieron con los once diputados del Valle. O como
hicieron con el sargento Alberto Sol Rivera, abaleado en
agosto de 2007 y con el sargento retirado que lo
acompañaba cuando los dos fueron secuestrados el 25 de
marzo de 2007. El objetivo de esa división arbitraria es
ejercer sobre las fuerzas armadas colombianas y las
autoridades norteamericanas una terrible presión
psicológica. Parece como si Luis Eladio Pérez se hubiera
prestado a ese juego. Su actuación no hace sino complicar
la situación de sus ex compañeros de infortunio, por
quienes tiene, como se vé, muy poco respeto, exceptuando a
Ingrid Betancourt.
Durante su
entrevista con el presidente Nicolas Sarkozy, Luis Eladio
Pérez expuso el plan que le convendría a las Farc: la
liberación de los guerrilleros más temibles, los llamados
“gordos”, incluso de aquellos acusados de crímenes de lesa
humanidad, sin exigirles que juren que no volverán al
combate, y reconocer políticamente a las Farc. Según
Pérez, el intercambio entre rehenes y terroristas se
podría hacer en Guayana, sin necesidad de una zona
desmilitarizada en Colombia. Simón Trinidad debería ser
recibido en Francia como “refugiado político”.
En
síntesis, el mensaje enviado a París es éste: en lugar de
ayudar a Colombia en su lucha contra el terrorismo,
Francia debe ayudar a las Farc a salir del impasse en que
se encuentran: debe ayudarlas a echarle mano a los cuadros
y ex combatientes encarcelados, darles el estatuto de
organización “política” y retirarlas de la lista europea
de organizaciones terroristas.
A finales
de febrero pasado, el ministro colombiano de Defensa, Juan
Manuel Santos, había declarado que el Gobierno estaba
dispuesto a “excarcelar a los guerrilleros que cumplen
condena si las Farc ponen en libertad a las personas que
mantienen cautivas”. Santos subrayó que “el gobierno está
listo para el intercambio; no es sino que liberen a los
secuestrados y nosotros cumpliremos con nuestra parte del
acuerdo”. El 13 de marzo de 2008, el Comisionado para la
Paz, Luis Carlos Restrepo, insistió: “El Gobierno está
dispuesto a permitir que criminales de las Farc,
responsables de delitos no indultables, salgan de las
cárceles si éste es un mecanismo eficaz para la liberación
de los secuestrados”.[6]
Yama Rade,
secretaria de Estado francés para los derechos del Hombre,
advirtió el 28 de febrero de 2008 que las Farc deberían
responder si algo le pasa a Ingrid Betancourt. “A las Farc
no les conviene retener a Ingrid Betancourt, ni tomar
riesgos con su salud, porque el mundo entero las observa”.
¿Por cual
de los dos proyectos se inclinará la diplomacia francesa?
¿Por el del gobierno democrático de Alvaro Uribe o por el
de las Farc? ¿Ante el cuadro de horrores que describen los
rehenes y los ex rehenes, Francia comprenderá por fin que
la política respecto de Colombia no se resume al caso de
Ingrid Betancourt sino que es mucho más amplia y general?
¿Francia comprenderá por fin que las Farc deben ser
desmanteladas? ¿Que las Farc representan un peligro para
toda la América Latina? ¿Que Colombia debe ser apoyada por
Europa en su lucha contra esa monstruosidad? ¿Que la
liberación de los rehenes debe continuar como se está
dando ahora: sin demoras, sin trámites ni condiciones
especiales cuyo trámite podría durar meses y años? ¿Que
ese llamado en favor de todos los rehenes debe
hacerse a las Farc y, sobre todo, al presidente Hugo
Chávez, no por ser un “mediador” de hecho, sino por la
influencia importante y directa que él ejerce sobre la
organización terrorista?
Muchos en
Colombia esperan que el gobierno francés opte sin tardar
por uno de los dos bandos, por el del Estado y a la
sociedad colombiana en su lucha por la libertad.
[1]
Paris
Match,
entrevista de Michel Peyrard, 20-26 de marzo de 2008.
[2]
Luis Eladio Pérez fue secuestrado en junio de 2001 y
compartió durante cuatro años la vida de cautiverio de
Ingrid Betancourt, del 22 de agosto de 2003 a julio de
2007, cuando el grupo fue separado tras la huida de
John Frank Pinchao. Pérez dice haberla visto de nuevo
unos minutos el 4 de febrero de 2008.
[3]
El País,
Cali, 28 de febrero de 2008. Los tres rehenes
norteamericanos son Thomas Howes, 54 años, Marc
Gonçalves, 35 años y Keith Stansell, 43 años.
[4]
Pablo A. Paranagua, Le Monde (20 de marzo de
2008) insinúa que esa conferencia de prensa fue
cancelada por intrigas de la familia de Ingrid
Betancourt: “Las divisiones de la familia Betancourt
provocaron un enredo entre el palacio del
Eliseo y el ministerio francés de Relaciones
Exteriores y trastornaron el programa de la visita [de
Pérez] a Francia”.
[5]
El 27 de febrero de 2008, el presidente Hugo Chávez le
pidió públicamente a Manuel Marulanda, jefe de las
Farc, que cambiara las “condiciones” de cautiverio de
Ingrid Betancourt. ¿Qué pasó con eso? Desde entonces,
Caracas no ha dicho una sóla palabra al respecto.
[6]
Colprensa
y El País, Cali, 14 de marzo de 2008.