El
segundo fracaso en cinco años del Estado francés tras el
envío de un avión a Colombia para dar ayuda sanitaria a
Ingrid Betancourt y a otros
secuestrados enfermos en poder de las Farc, parece no haber
servido para nada. Hay fracasos con los cuales, al menos, se
aprende algo. En este caso, no. La inanidad de las
declaraciones de los responsables franceses tras el anuncio
de que regresará vacío el Falcon 50 estacionado inútilmente
en Bogotá desde el 3 de abril, permite pensar que París no
ha aprovechado esa experiencia para captar la esencia del
problema y aceptar que debe revisar sus esquemas sobre las
Farc, si quiere ayudar realmente a la liberación de las
víctimas de éstas.
La frivolidad
de las fórmulas escogidas por el ministro Bernard Kouchner
para explicar ese fracaso confirma que París, a pesar del
golpe sufrido, asume lo ocurrido como una partida aplazada y
no como una muestra más de la voluntad de las Farc de
explotar a fondo y a muy largo plazo el calvario de Ingrid
Betancourt. «Sin el acuerdo de las Farc sobre esta misión
tan precisa, motivada por la urgencia de la situación humana
y médica de Ingrid Betancourt, no tenemos, por el momento,
ninguna posibilidad», dijo Kouchner. ¿Por el momento?
¿Habría que entender entonces que las Farc podrían ser
sensibles dentro de poco a la “situación humana” de sus
víctimas y retroceder ante los llamados de la razón?
Evocando una
idea del presidente Nicolas Sarkozy, el canciller galo
estimó que el “rechazo” de las Farc era “una falta política
grave y una tragedia humanitaria”. ¿Es así como el poder
francés ve lo que hacen las Farc con los secuestrados?
¿Como una “falta política grave”? ¿No como un acto de
barbarie, insoportable para la conciencia universal, como un
crimen de lesa humanidad[1],
imprescriptible, que merece la mayor severidad de todo
Estado de derecho? Al fundador de Médicos sin Fronteras
le conocíamos una mayor capacidad de indignación. ¿Esta es
cosa del pasado? El frío silogismo de Kouchner frente a la
acción monstruosa de las Farc[2]
sorprende a muchos observadores. ¿Kouchner habría sido capaz
de decir, en 1975, que las masacres ordenadas por Pol Pot
constituyen “una falta política grave” y una ”tragedia
humanitaria”?
Francia envió
su Falcon 50 a Bogotá luego de que el presidente Sarkozy le
exigiera al jefe de las Farc, Manuel Marulanda, por segunda
vez, la liberación de Ingrid Betancourt. ¿Las Farc
prometieron llamar al equipaje en Bogotá para continuar la
operación? Nada se sabe y los interrogantes se acumulan.
¿Cual era el objetivo de la misión humanitaria? ¿Rescatar a
Ingrid y a otros secuestrados enfermos o simplemente darles
atención médica y dejarlos de nuevo en poder de sus
captores? Ninguna aclaración sobre esos puntos ha salido de
la boca de un funcionario francés y ni siquiera de los
editorialistas parisinos, tan acostumbrados a perorar sobre
lo divino y lo humano. Nada tampoco sobre los rumores
inquietantes (pero no confirmados) sobre un deterioro de la
salud de Ingrid[3]
que rodearon el precipitado envío del Falcon 50.
Nadie parece
querer hablar tampoco de las similitudes con lo ocurrido el
9 de julio de 2003, cuando el primer ministro Dominique de
Villepin despachó en total secreto a Manaos, Brasil, once
militares y diplomáticos a bordo de un Hércules C-130, para
rescatar a la ex candidata presidencial colombiana[4].
En esa ocasión, la técnica del rumor sobre la muerte
“inminente” de ésta había sido utilizado a fondo por las
Farc. Nadie parece saber que el resultado de esa frustrada
operación fue el deterioro aún más grave de las relaciones
entre Bogotá y París.
En esa época,
las Farc acusaron al presidente Alvaro Uribe de haber
“inventado” el rumor de que las Farc querían liberar a
Ingrid Betancourt “antes de que muriera”. París y la familia
Betancourt tragaron entero esa explicación –que Bogotá
desmintió sin gran éxito-- y la desconfianza aumentó entre
los dos gobiernos[5].
Esta vez, en 2008, las Farc repiten la misma receta: la
misión fracasó, dice la dirección de las Farc, porque ésta
“no era el resultado de la concertación sino de la mala fe
de (Álvaro) Uribe ante el gobierno del Elíseo, y una burla
desalmada a las expectativas de los familiares de los
prisioneros".
La señal es
esa: Uribe debe ser castigado por Sarkozy y por los
familiares de los rehenes, pues los secuestradores, buenas
almas como todo el mundo sabe, no son quienes se “burlan” de
sus víctimas sino el gobierno colombiano. El criminal endosa
a otro su crimen y cree así fabricarse una virginidad.
¿Hasta cuando París y los comités de apoyo de Ingrid
Betancourt van a seguir dando la impresión de que son
sensibles a esa impostura ?
Conciente del
fracaso de su empresa, la guerrilla colombiana quiere, en
realidad, que otros hagan el trabajo de ella. Desorganizadas
por la ofensiva del Ejército colombiano, las Farc quieren
que Francia le haga la guerra a Colombia, y que ésta
comience por el sabotaje diplomático. Esa guerra debe ser,
sobre todo, contra el presidente Uribe y su política de
seguridad democrática. Ese es el mensaje de fondo, entre
líneas, que se desprende de la fantasmática nueva dirección
de las Farc.
En los
últimos años, la organización narco-terrorista no han hecho
otra cosa que exigirle a otros que enfrenten a sus enemigos.
Lo hicieron con los simpatizantes que les quedan en algunos
sindicatos norteamericanos, para que éstos convencieran a
algunos senadores demócratas de hacer la guerra comercial a
Colombia, pues ellos, las Farc, no podían ir muy lejos. Y lo
lograron. La guerra de desinformación contra la aprobación
del TLC con Colombia cuenta con la AFL-CIO como punta de
lanza y ello ha terminado involucrando a los dos candidatos
demócratas, Obama y Clinton. La extrema izquierda francesa
pretende ahora que sus amigos en Estados Unidos liguen a la
campaña contra el TLC las reivindicaciones del comité
francés de apoyo a Ingrid Betancourt.
Las Farc lo
hicieron también con la familia Betancourt, a quien le
exigieron que proclamara en Europa que el culpable de la
situación de Ingrid es Alvaro Uribe (al comienzo el culpable
era el ex-presidente Andrés Pastrana). Eso ha durado seis
años y los resultados son catastróficos: Ingrid Betancourt
sigue en poder de las Farc y su salud está cada vez peor.
¿El hecho de haber acatado esa línea le ha deparado a Ingrid
un poco de clemencia de parte de sus verdugos? No, para
nada. ¿Hasta cuando esa familia aceptará esa estrategia que
prolonga el sacrificio de la ex candidata y sólo sirve a los
enemigos de la democracia?
Las Farc le
han pedido lo mismo al presidente Hugo Chávez. El debe
hacer la guerra, de una vez por todas, a Colombia. El
hombre, quien desde 1999 tiene excelentes relaciones con
ellos[6]
y les ayuda en todo lo que puede, estuvo a punto de
cumplirles ese encargo cuando ordenó, tras la muerte de Raúl
Reyes, el 1 de marzo pasado, el envío de “diez batallones” a
la frontera con Colombia. El amenazó también con sus aviones
de combate recién comprados a Vladimir Putin.
Las Farc le
han pedido igualmente a Rafael Correa, presidente del
Ecuador, que le declare la guerra a Colombia. Lo intoxicaron
primero, hace cerca de dos años, con el tema de las
fumigaciones en Colombia las cuales, decían, perjudicaban a
Ecuador, y éste, izquierdista fanatizado por Chávez, les
creyó y lanzó amenazas y todo tipo de improperios. Cuando
Raúl Reyes y una veintena de terroristas cayeron bajo las
bombas en un campamento ecuatoriano de las Farc, ellos
azuzaron de nuevo a Correa y éste rompió las relaciones con
Colombia y envió sus soldados a la frontera. Pero éstos, en
lugar de atacar al país vecino, lo que hicieron fue
descubrir los laboratorios de las Farc para fabricar
cocaína. Eso enfrió el belicismo de algunos oficiales
quienes no habían constatado hasta ese momento hasta qué
punto su país estaba siendo utilizado por las Farc como
plataforma cocainera. Hoy el ministro de Defensa ecuatoriano
se encuentra destituído por Correa y otros altos mandos
militares han preferido renunciar a sus cargos[7].
Y la DEA observa con más atención que nunca los asuntos de
Quito.
¿Nicolas
Sarkozy, quien ha sido acusado por el socialismo marxisante
francés de ser un horrible “atlantista”, dejará al pairo las
relaciones con Bogotá para demostrar que no lo es? ¿El viaje
próximo de Bernard Kouchner a “la región” será para
concertar otros gobiernos contra Bogotá y para exigirle que
ceda ante las Farc? ¿O para sugerirle a Uribe nuevos
“gestos” de buena voluntad?
Creyendo que
las Farc podían ser aplacadas con actos generosos, el
presidente Sarkozy ya fue escaldado por ellas. Cuando le
pidió al presidente Uribe que sacara de las cárceles a un
grupo de guerrilleros y, sobre todo, que dejara libre a
Rodrigo Granda, el llamado “canciller” de las Farc,
capturado por agentes colombianos en Venezuela, con ayuda de
la policía venezolana, el mandatario francés aspiraba a
obtener de éstas una cierta reciprocidad. No obtuvo nada.
Todo lo contrario. Creyendo en la seriedad de la iniciativa,
Alvaro Uribe dejó partir en junio de 2007 al peligroso
individuo con la esperanza de que actuara como “agente de
paz”. Lo que Granda hizo fue regresar al seno de la
organización terrorista.
Hoy Granda es
uno de los peores enemigos de los secuestrados. Hace pocos
días, él escribió este terrible párrafo, que constituye una
verdadera amenaza contra la vida de todos ellos: “Que aquí
nadie pose de inocente porque todos quienes están como
cautivos son responsables del azuzamiento de la guerra.
Desde Ingrid en adelante, y valga decir que ninguno de ellos
está en peores condiciones que Simón Trinidad o Sonia”[8].
Lo mejor que
podría hacer la diplomacia francesa es ser consecuente con
lo pedido por Nicolas Sarkozy a la presidente de Argentina,
Cristina Kirchner durante el viaje de ésta a París: que lo
ayude a contener a Hugo Chávez, “cuyas reacciones
intempestivas preocupan a Europa porque ponen en riesgo la
estabilidad de la región”, según las revelaciones de La
Nación, de Buenos Aires[9].
Ser consecuente con esa línea es escuchar más a Bogotá y
respaldar la estrategia de Alvaro Uribe que consiste en
proponerle a las Farc una zona de rencuentro (y no la zona
desmilitarizada que ellos exigen) para realizar allí, ante
los delegados de la comunidad internacional, el llamado
“intercambio humanitario”.
[10]
Acostumbrado
a hacer arengas, discursos y proclamas contra Colombia casi
todos los días, el presidente Hugo Chávez está muy callado
en estos momentos. Su silencio acerca de la suerte de los
secuestrados en Colombia y de la misión humanitaria
francesa, llama la atención. ¿Por qué esa actitud?
Chávez ha
hecho saber que no quiere conversar por teléfono con el
nuevo jefe de las Farc para no hacerle correr riesgos. Pues
esa llamada podría ser interceptada y facilitar un nuevo
ataque colombiano. Esa disculpa, técnicamente válida, no
resiste, sin embargo, un análisis. Si hay alguien en el
mundo que puede sacar del cautiverio a Ingrid Betancourt y a
otros secuestrados esa persona es Hugo Chávez. Y ello sin
necesidad de hacer llamadas a larga distancia. Sin
“consultar” a los jefes terroristas él puede obrar en favor
de esas víctimas. Las Farc escuchan a Hugo Chávez, acatan lo
que él dice. Y por una buena razón: las Farc le deben muchas
cosas al régimen “bolivariano”, sin el cual éstas no habrían
podido resistir a la ofensiva del Estado colombiano.
Entre las
Farc y Hugo Chávez hay una vieja amistad, confirmada hace
poco cuando Chávez pidió públicamente que los demás
gobiernos reconozcan a las Farc como parte “beligerante”
en el llamado “conflicto colombiano”. Esa iniciativa
fracasó: nadie quizo aventurarse por esa vía, ni siquiera el
presidente de Ecuador. Ese grotesco llamado y los escritos
de Raúl Reyes descubiertos en su computador, se sumaron a
las numerosas pruebas ya existentes sobre la complicidad que
hay entre el dictador venezolano y el movimiento terrorista
más peligroso del hemisferio occidental.
El silencio
de Chávez responde más bien a la consigna dada por las Farc
tras la muerte de Raúl Reyes de darle la espalda a todo el
mundo, de vetar a todo eventual actor internacional, como la
Iglesia católica y los tres países europeos, Francia, España
y Suiza, susceptibles de hacer avanzar el expediente de los
rehenes. Sin embargo, Hugo Chávez podría exigir la
liberación inmediata de los secuestrados, como hizo con el
caso de los seis soltados en marzo, pues las Farc, arrumadas
a Venezuela, son prácticamente su rehén. Rehén pues sin el
beneplácito del hombre fuerte venezolano, las Farc no
podrían recibir de Caracas ni una aspirina. En otras
palabras, si Ingrid Betancourt o cualquier otro secuestrado
de las Farc muere en cautiverio, la responsabilidad del
presidente Hugo Chávez, además de la responsabilidad de las
Farc, quedará comprometida.
No hay que
olvidar lo que proponía Raúl Reyes en sus últimos mensajes
al Secretariado de las Farc: mantener una relación “directa
y permanente” con el presidente Chávez a quien le pedirán, o
le pidieron, que acepte “recibir a los guerrilleros y a los
secuestrados hasta que se logre un arreglo definitivo con
este gobierno o el que le siga”. Reyes agregó que esa
propuesta la harían las Farc oficialmente “en un encuentro
personal” con Chávez y que “a pesar de esa mediación no van
a renunciar a la exigencia del despeje de Florida y Pradera
en el Valle del Cauca”.
¿Las Farc
están aplicando la estrategia de Raúl Reyes? ¿Los
secuestrados han sido trasladados a Venezuela?[11]
La próxima gira del ministro francés de Relaciones
Exteriores por América Latina podría ser la ocasión para
sacar en claro algunas de estas cosas. La ignorancia, el
misterio, la desinformación que reinan en este momento
juegan contra la vida de los rehenes, maltratados y vilmente
utilizados por el terrorismo como palanca de chantaje contra
Colombia. La “bofetada”[12]
dada a París por las Farc por lo del Falcon 50 debería
suscitar una reflexión más profunda en el seno del gobierno
francés en lugar de que éste siga tentado por una línea de
diplomacia paralela y de acomodamiento a las fantasmagorías
fabricadas por los torturadores de Ingrid.
[1]
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el 1 de octubre
de 2001 una histórica resolución en la que obliga a sus
189 países miembros a luchar contra el terrorismo,
congelando sus medios de financiación y negándole apoyo
político. A finales de abril de 2002, la asamblea
general de la ONU declaró que estaba dispuesta a
considerar el secuestro de personas como un crimen
contra la humanidad. En el Estatuto de la Corte Penal
Internacional, aprobado en julio de 1998, la
desaparición forzada de personas, lo que incluye el
secuestro de personas por un Estado o por una
organización política, constituye un crimen contra la
humanidad. Las leyes francesas recogen la noción de
crimen contra la humanidad en el libro segundo del nuevo
código penal francés, vigente desde marzo de 1994. El
procurador general, Pierre Truche, escribió en la
revista Esprit (n. 181,1992), sobre esta noción
jurídica : “Tratado sin humanidad, como en todo crimen,
a la víctima se le niega su naturaleza humana y se la
expulsa de la comunidad humana [..] Al crimen contra la
humanidad la ley le confiere un régimen particular: es
imprescriptible (no caduca), es decir, que sus autores
pueden ser perseguidos hasta el último día de sus
vidas”.
[2]
Orlando Beltrán, ex representante a la Cámara, soltado
en marzo de 2008 por las Farc, asegura que en la selva
hay secuestrados en “total estado de locura” que “ya no
coordinan absolutamente nada”. Pues la condición de los
rehenes son muy difíciles y a los enfermos no les dan
tratamiento médico alguno. El confirmó que Ingrid
Betancourt está enferma. Radio Caracol, 6 de
abril de 2008.
[3]
El
primero en hablar del grave deterioro de la salud de
Betancourt fue Luis Eladio Pérez, ex rehén de las Farc,
liberado por éstas en marzo de 2008. Después de hablar
en Bogotá, París y Buenos Aires del estado “gravísimo”
estado de salud de Ingrid, Pérez minimizó esa
degradación el 7 de abril de 2008, cuando se supo que la
misión humanitaria francesa había fracasado. Sin decir
que él había originado la alerta, Pérez dijo a la
Associated Press: “Pienso que la situación de Ingrid
Betancourt fue novelada. Todo eso no corresponde a la
realidad”. En los mismos días, el sacerdote católico
Manuel Mancera aseguró que un guerrillero le había dicho
que Ingrid estaba “gravemente enferma” y que las Farc
buscaban “un médico por los lados de Tomachipán (Guaviare)
para que la atendiera”. Ese rumor tampoco fue confirmado
por la prensa ni por las autoridades colombianas.
[4]
Ver
el excelente libro de Jacques Thomet intitulado
Ingrid Betancourt, ¿Historias del corazón o razón de
Estado?, Editorial Planeta, Bogotá, 2006.
[5]
En febrero de 2004, el gobierno colombiano estuvo a
punto de llamar a Bogotá a su embajador en Francia para
protestar por los insultos proferidos contra el jefe de
Estado colombiano por Fabrice Delloye, ex marido de
Ingrid Betancourt y agregado comercial en ese momento de
la embajada francesa en Quito.
[6]
Las
Farc le enviaron cien mil dólares a Hugo Chávez cuando
éste salió de la cárcel, tras el frustrado golpe de
Estado de 1992. Después, cuando Chávez fue elegido
presidente, las Farc reforzaron su relación con él.
Hasta el punto de que el 10 de agosto de 1999, firmaron
un pacto con el ministro venezolano del Interior, el
capitán Ramón Rodríguez Chacín. Ese pacto, revelado por
el diario El Universal, de Caracas, prevé la
entrega a las Farc de petróleo y medicamentos
especiales, así como la obtención de permisos de
residencia y asilo político a sus combatientes. Sin
hablar de facilidades para crear empresas en el dominio
bancario, agrícola, de vivienda y salud. Rodríguez
Chacín reconoció más tarde haber firmado ese pacto como
una salida para que las Farc “disminuyeran los
secuestros en la zona de frontera”.
[7]
La
Vanguardia,
Barcelona,
9 de abril de 2008.
[8]
El Tiempo,
Bogotá, 3 de abril de 2008. Granda exagera. Simón
Trinidad y Sonia están encarcelados en prisiones de
Estados Unidos. Fueron condenados por tráfico de drogas
y otros crímenes. Ellos gozan de excelente salud y de
las garantías que la justicia norteamericana otorga a
los detenidos y prisioneros.
[9]
La Nación,
Buenos Aires, 8 de abril de 2008.
[10]
La
zona de encuentro sería creada en una región despoblada.
El gobierno colombiano estima que aceptar la
desmilitarización de los municipios de Pradera y Florida
equivale a dejar en manos de las Farc a sus 112 000
habitantes. Hoy cursan en los juzgados más de 600
demandas en los tribunales colombianos por los crímenes
y abusos cometidos por las Farc durante la experiencia
de tres años de la zona desmilitarizada del Caguán (de
42 000 km²), entre 1999 y 2002, durante la presidencia
de Andrés Pastrana. “Colombia es el único país donde a
algunos les parece lógico que para negociar la situación
de 50 secuestrados con un grupo terrorista, se le
entregue como rehenes a los habitantes de las
poblaciones despejadas”, declaró Luis Carlos Restrepo,
comisionado de paz. (Revista Cambio, Bogotá, 3 de
abril de 2008).
[11]
La periodista María Angélica Correa, publicó el 6 de
abril de 2008, en el diario Perfil, de Buenos
Aires, una entrevista con cuatro desertores de las Farc
y del Eln. Estos confirmaron la existencia de bases de
esas organizaciones en Venezuela, con ayuda del ejército
venezolano. Uno de ellos declaró haber escuchado, en
junio de 2007, que en la zona de Apure, en una finca de
Elorza, había estado Ingrid Betancourt.
[12]
La expresión es del Comité francés de apoyo a Ingrid
Betancourt.
* |
Periodista
y escritor.
Ultima obra publicada: “Las Farc, fracaso de un
terrorismo” (Ediciones Random House Mondadori/Debates,
Bogotá, 2007) |