Las
FARC
asesinan
electos y
candidatos
en
Colombia
Eduardo
Mackenzie
miércoles,
24 octubre
2007
|
A
menos de una semana de las elecciones regionales en
Colombia, se cuenta ya con 26 candidatos asesinados, la
mayoría por las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia
(FARC), organización terrorista que pretende participar de
ese modo bárbaro en los comicios del 28 de octubre de 2007
en los que los colombianos van a elegir 18.332 personas para
ocupar lo cargos de gobernadores de departamento, alcaldes,
concejales municipales y diputados departamentales. Los 86.4
49 candidatos inscritos pertenecen a 235 corrientes
políticas diferentes.
En Colombia hay 32 departamentos y 1.099 ciudades y pueblos,
administrados por alcaldes y concejales municipales.
Las víctimas de esta ola de atentados son los electos o los
candidatos a esas funciones. Han sido amenazados o abatidos
simplemente por oponerse a las órdenes de las organizaciones
de extrema izquierda FARC y ELN, o a las órdenes de sus
enemigos, los paramilitares de extrema derecha.
Lo que es igualmente irritante es la indiferencia de las
organizaciones llamadas de derechos humanos frente a esa ola
asesina. Ni un solo comentario se ha expresado por parte de
Amnesty International, y aún menos por la FIDH ni por Human
Rights Watch para condenar las acciones de los extremistas,
ni para brindar apoyo moral a los electos, a los candidatos
y a los electores colombianos. Sin embargo, esos organismos
se ensañan contra las autoridades colombianas por hechos a
veces no verificados y que con frecuencia son producto de
rumores o de operaciones de denigramiento.
El último 22 de octubre, una granada lanzada al cuartel
general de la campaña electoral de Alas Equipo Colombia, un
partido conservador, causó dos muertos y seis heridos. Una
de las víctimas occisas es Janeth Coral, la hermana del
candidato al cargo de alcalde. Atribuido por la policía a
los guerrilleros de las FARC, el atentado ocurrió en Puerto
Asís, en el departamento de Putumayo, al sur del país, cerca
de la frontera con Ecuador.
En la víspera, en el pueblo de Corinto, las FARC asesinaron
al diputado liberal de oposición Elmer Eliel Durán Cano,
miembro de la Asamblea del Cauca. El diputado se hallaba en
la tienda de un familiar. Los sicarios llegaron en moto,
dispararon cinco veces contra él, hiriéndolo mortalmente. El
gobernador del Cauca, Juan José Chaux, opinó que los autores
de ese asesinato son las FARC.
El mismo día, en Cali, la oficina de Juan Carlos Abadía,
candidato al cargo de gobernador del departamento del Valle
del Cauca, fue atacada con granada por desconocidos. No hubo
heridos, pero la oficina quedó destruida.
El 17 de octubre de 2007, Benjamín de Jesús García Valbuena,
candidato del partido Colombia Democrática, que esperaba ser
electo como concejal de Toledo (Antioquia), fue asesinado
junto con su hijo. Ellos circulaban por una carretera de la
periferia de Toledo cuando fueron sorprendidos por
desconocidos que les dispararon. Para las autoridades, la
muerte de García Valbuena confirmó que el departamento de
Antioquia hacía parte del plan
que las FARC implementaron para tratar de sabotear el
proceso electoral.
Pocas horas después, el presidente de la República, Álvaro
Uribe, ofreció hasta 25.000 dólares de recompensa por toda
información que permitiese la detención de los autores de
los atentados contra los candidatos. El jefe de Estado
colombiano decidió también realizar una nueva gira por seis
departamentos para invitar a los ciudadanos a votar
masivamente el 28 de octubre y así poner en jaque a la
violencia. "Que el mejor castigo para los terroristas sea la
participación electoral que le hace honra a la democracia",
exclamó.
Los departamentos más afectados por la ofensiva asesina son
los de Tolima, Huila, Putumayo, Caldas, Cauca, Valle,
Antioquia, Nariño y Quindío, donde la actividad política se
ha degradado por las amenazas, los secuestros y los
asesinatos.
El balance macabro de la violencia ejercida contra las
elecciones regionales desde hace seis meses es de 72
personas abatidas, 37 atentados contra candidatos, 10
personas secuestradas, y más de un centenar de amenazas de
muerte.
Todo eso ante el mayor silencio en Europa. Esas personas
electas, esos candidatos y esos electores que ponen en
peligro sus vidas para que viva la democracia colombiana
visiblemente no le interesan a nadie.
El 16 de octubre, el asesinado fue Adolfo León Álvarez,
candidato del partido Cambio Radical. Quería ser el alcalde
de Ataco, un pueblo del departamento del Tolima.
El 14 de octubre, la oficina del Alto Comisario de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia había
expresado su inquietud ante los atentados contra los
candidatos. En vano había exigido a las FARC que respetara
la vida y la actividad política de todos los candidatos.
Según ciertos observadores, la intención de las FARC es
mantener la presión mediante esa innoble campaña, bautizada
"plan pistola" por la prensa colombiana, y volver a lograr
la cuota parte política que habían adquirido en el pasado al
precio de una violencia extrema, antes de que los militares
los expulsaran de buen número de regiones gracias a la
implementación del
Plan Colombia.
Según la dirección nacional de la Policía, las FARC
declararon que los candidatos "uribistas", es decir los de
los partidos de la coalición gubernamental, eran "objetivo
militar." Sin embargo, entre los candidatos que han sido
asesinados, algunos pertenecen a partidos de la oposición,
como el Partido Liberal.
Para Gilberto Toro, director ejecutivo de la Federación
Colombiana de Municipalidades, la estrategia de las FARC es
atacar a las poblaciones situadas cerca de sus corredores
estratégicos de movilidad y de poner en la mira a las
poblaciones de los territorios donde aún pueden esconderse.
El Sr Toro recordó que desde inicios del año, su Federación
había alertado a las autoridades acerca de la situación
crítica que viven los departamentos del
Huila y del Caquetá, que han sido muy afectados por los
atentados.
Recientemente, los candidatos de varios municipios del
Caquetá, del Tolima y del Huila habían denunciado
públicamente que estaban siendo sometidos a la presión
directa de las FARC, que les exigían que, tras el pago de
una suma de dinero, obtuvieran una "autorización" que les
permitiese hacer política "sin estorbos".
Las autoridades tratan de ofrecer una protección
individualizada a cada candidato pero han admitido que se
ven sobrepasadas por la amplitud de la tarea. Nueve mil
candidatos han solicitado una protección personal. Las
autoridades le asignaron a cada uno un policía y 563 otros
candidatos gozan de "medidas de seguridad".
Es así como cerca de 135.000 policías han sido desplegados
para proteger a los candidatos, a los electores y a los diez
mil locales de votación repartidos a lo largo de todo el
territorio colombiano. A pesar de esos esfuerzos, el
ministro del Interior y de Justicias, Carlos Holguín
Sardi, ha reconocido que, desgraciadamente, no puede
garantizar la seguridad de todos los candidatos.
Más que nunca es urgente que Francia y la Unión Europea se
movilicen para defender el derecho de hacer política
libremente en Colombia, el de ser elector o candidato sin
temer ser secuestrado o matado por terroristas que sólo
representan a ellos mismos.
Traducido del
francés por Carlos Armando Figueredo
* |
Periodista
colombiano,
autor del libro: "Les Farc, ou l'échec d'un communisme
de combat".
Editions Publibook, Paris, 593 páginas, diciembre de
2005. |
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