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Rodrigo Granda le dio la espalda a los rehenes
Eduardo Mackenzie
viernes, 22 junio 2007


Más que un viaje para ser "examinado por médicos" el de Rodrigo Granda a Cuba aparece exactamente como una huída apresurada. Las verdaderas razones de esa escapada a la isla caribeña podrían ser mucho más serias. Dos en particular se destacan: 1. Como no obtuvo el aval de la dirección de las Farc para jugar un papel en la búsqueda de una solución al drama de los rehenes, Granda no quiso quedarse en Colombia. Las Farc se opusieron a que él fuera excarcelado y el hombre no estaba motivado para contradecir a sus patrones y ayudar a sus víctimas. 2. Granda prefirió esconderse en la isla de Fidel Castro donde las órdenes de captura que Interpol está haciendo llegar a todos los puertos y aeropuertos del planeta no serán tenidos en cuenta[1]. Como se sabe, Rodrigo Granda debe responder a jueces del Paraguay por el secuestro y asesinato de Cecilia Cubas, la hija del expresidente Raúl Cubas, doble crimen en el que están involucrados (con confesiones y otras pruebas) individuos que estaban bajo la influencia de Rodrigo Granda. Mientras estaba preso, esa deuda pendiente no le quitaba el sueño a Granda. En libertad la cosa es a otro precio.

Hay una tercera posibilidad, que se suma a las anteriores, y que debería ser examinada: Granda habría viajado a Cuba para entrar en contacto directo con los jefes de las Farc y reanudar su actividad en esa organización. ¿Manuel Marulanda Vélez vive en Cuba? ¿Hay otros jefes importantes de las Farc en la isla? Sería imprudente descartar esa hipótesis. El hecho de que Granda no haya querido irse a París, donde el presidente Nicolás Sarkozy lo habría puesto a trabajar en favor de las liberación de Íngrid Betancourt y de los otros 56 rehenes "políticos"[2], ni a Caracas, donde las Farc tienen importantes antenas, llama la atención. El llamado "canciller de las Farc" no viajó a Caracas, donde hay bastantes médicos castristas, pues su meta, probablemente, es más militar que política: recibir instrucciones de sus jefes cubanos y colombianos para reanudar el “trabajo” que los agentes colombianos le interrumpieron cuando lo capturron en esa ciudad el 13 de diciembre de 2004.

Desde los años 60, La Habana ha jugado un papel central en el adiestramiento, financiación y dirección de las guerrillas marxistas colombianas, a pesar de las negaciones vendidas fácilmente a los medios por los propagandistas del castrismo. La discreta visita que dos diplomáticos cubanos le hicieron a Granda, el 4 de junio pasado, en la cárcel de La Dorada, antes de la excarcelación, y la ulterior decisión de viajar a La Habana, permite concluir que la nomenklatura cubana sigue inmiscuída fuertemente en la dirección de las Farc y pretende en estos momentos cerrar la ventana que Bogotá y París abrieron con la excarcelación de Rodrigo Granda.

Desde luego, la huída a La Habana no cerrará el capítulo Rodrigo Granda. De Cuba, ese activista regresará un día como siempre volvieron de allá tantos jefes y combatientes de las Farc, del Eln y del M-19: con órdenes, dinero y arsenales para sembrar la muerte en Colombia. Basta recordar un sólo caso, el más espectacular quizás, el del Karina, barco repleto de fusiles que Jaime Bateman, en 1981, bajo órdenes de los cubanos, compró probablemente en Libia e intentó introducir a Colombia por mar y tierra. El Karina fue hundido por la Armada colombiana en el Océano Pacífico y el avión secuestrado de Aeropesca, que transportaba una parte del citado botín, terminó en las aguas del río Orteguaza con sus cajas de fusiles perdidas para siempre.

En esa época la coyuntura revolucionaria era diferente. Las guerrillas se creían triunfantes, dueñas del futuro y aptas para imponer por la fuerza su visión del mundo, a pesar de sus enormes fracasos. Hoy esos mismos aparatos, sobre todo el Eln y las Farc, están siendo demolidos por el Estado democrático colombiano, quien derrotó al M-19 y al Epl. La vieja pretención de las Farc y del Eln de regentar a Colombia mediante la fuerza y el terror es rechazada por las mayorías. Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde el hundimiento de la URSS. Las "masas populares" latinoamericanas saben hoy bastante bien lo que ocultaba el llamado "socialismo" a la soviética o a la cubana.

El otro aspecto de la peripecia de Rodrigo Granda es que éste defraudó a quienes llegaron a creer por un instante que a las Farc les quedaban vagos rescoldos de un sentimiento humanitario. Siguiendo la doctrina bolchevique de utilizar la mentira como elemento de comunicación, las Farc engañaron, de nuevo y sin el menor escrúpulo, a todo el mundo. Sobre todo al presidente francés Nicolás Sarkozy quien llegó a creer que un acto de generosidad, como la puesta en libertad de un rebelde condenado a 21 años de cárcel por delitos de sangre, podría sensibilizar a los "históricos" de las Farc y desbloquear el tema de los rehenes.

Después de haber prometido que él presentaría al presidente Sarkozy las "pruebas de vida" de Íngrid Betancourt, Rodrigo Granda no entregó nada tras ser liberado y se mostró, por el contrario, en vísperas de su viaje a Cuba, hostil a toda iniciativa que beneficiara a los rehenes. En otras palabras, en lugar de comprarse la virginidad que le ofrecían los presidentes Uribe y Sarkozy, y de convertirse en un "agente de paz", Granda optó por volver al seno de las Farc. ¿De ese retorno al infierno, saldrá un Granda renovado, dispuesto a encontrar fórmulas inteligentes que le permitan a los rehenes escapar a sus torturadores? Lamentablemente nada respalda esa hipótesis.

Así, el gobierno francés y los comités de apoyo de Íngrid Betancourt en Europa, fueron sacudidos por una realidad: las Farc habían vuelto a bloquear la enésima tentativa de arreglo. Mucho menos sorprendidos fueron el presidente Uribe y la opinión colombiana, quienes no le acordaron mayor trascendencia a la idea de soltar a Granda. Colombia conoce bien la brutalidad y rigidez mental de las Farc. Europa ha comenzado a frotarse a esos angelitos.

Pese a todo ello, el asunto Rodrigo Granda creó una situación inédita, cuyo impacto será durable. El presidente Uribe, quien había sido acusado por las Farc y por la familia Betancourt, y por algunos comités de apoyo europeos, de no hacer "nada" o incluso de "impedir" la liberación de los rehenes, pudo demostrar cuán tendenciosa era esa apreciación. Con su decisión de indultar y poner en libertad, de manera unilaterial, a 193 guerrilleros de las Farc, y excarcelar a Rodrigo Granda, él demostró que la insensibilidad moral merodeaba más bien por el lado de las Farc y que el gobierno colombiano, sin poner en peligro la seguridad del país, podía ir lejos en la búsqueda de una salida al drama de los rehenes. "Nosotros hicimos un gesto unilateral muy grande para ver si en algún momento se les conmueve el corazón y liberan a los secuestrados”, declaró con algo de optimismo el jefe de Estado colombiano. Obdulio Gaviria, asesor del presidente, precisó que en la medida de Uribe también había pesado el triste caso de Emmanuel, hijo de tres años de Clara Rojas, secuestrada por las Farc junto con Íngrid Betancourt. “El gesto humanitario del presidente Uribe busca que la humanidad comprenda que Colombia está sufriendo un gran drama, representado por el secuestro más infame de la historia, un niño que desde su concepción y gestación está secuestrado”[3].

Tomadas por sorpresa, las Farc no supieron responder políticamente a ese desafio. Por boca de Rodrigo Granda dijeron que no harían nada hasta que sean liberados los dos guerrilleros extraditados a Estados Unidos[4] y hasta que se desmilitarice una zona de 800 km² en los municipios de Pradera y Florida. Así cerraron todo diálogo, pues se trata, precisamente, de los puntos que ellos saben que, para el presidente Uribe, y para Washington, no son negociables.

Ante tal intransigencia, la familia Betancourt y los comités de apoyo perdieron una vez más sus esperanzas. Lo nuevo es que ellos parecen haber cambiado de tono ante las Farc y en lugar de responsabilizar a Uribe de esa crisis ahora responsabilizan a la entidad secuestradora. Ese lógico viraje llega un poco tarde pero es mejor que nada. Fabrice Delloye, ex marido de Íngrid, quien suele pedir que Francia "sancione" a Colombia por el largo cautiverio de ésta, ahora apunta su lanzallamas contra las Farc y les exige presentar pruebas de vida de la secuestrada pues desde hace más de cuatro años no se tienen noticias exactas al respecto. "Si no las obtenemos rápidamente pensaremos que ella está muerta", enfatiza Delloye[5]. Y, por primera vez, ese personaje levantó la voz contra las Farc: "Hay que repetirlo, los métodos de las Farc son criminales, espantosos, indignos de una guerrilla. ¿Las Farc quieren perder todos los trenes o entrar en un proceso para ir más lejos? Lo que espero es un milagro. Si Íngrid llega a estar muerta, sería aún más abominable pensar que durante todo ese tiempo las Farc no quisieron decirlo"[6].

Acogida por el Comité de apoyo de París, crítico excesivo de Uribe y cercano a Mélanie Betancourt, la hija de la secuestrada, esa tesis fué calificada de "irresponsable" por la Federación Internacional de Comités de Apoyo a Íngrid Betancourt (FICIB). En un comunicado divulgado en París, ese grupo se mostró convencido de que Íngrid está viva y validó la creencia en ese sentido de la madre y la hermana de la secuestrada, Yolanda Pulecio y Astrid Betancourt. La FICIB optó por asumir otra actitud ante las Farc y les exigió, como Fabrice Delloye, la entrega de una prueba de vida de la ex senadora. El Comité de Apoyo de París ha pedido ayuda a Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores.

Las Farc no podrán salvar la cara con elogios falsos a Sarkozy y conspiraciones contra Uribe. El claro apoyo dado por el G-8 a la política del presidente Álvaro Uribe, gracias a la mediación del presidente Sarkozy, muestra el grave aislamiento de las Farc. Estas deben pues responder rápidamente a las exigencias. Muchos en Colombia y Francia rechazan la actitud de Granda y piden respuestas sobre la situación real y liberación inmediata de los rehenes. Por el momento, la postura de las Farc sigue siendo arrogante: hicieron saber que ven con malos ojos el hecho de que todos los guerrilleros excarcelados hayan aceptado firmar un compromiso con el gobierno de Uribe de no volver a militar en el crimen.

Algo que molesta particularmente a los familiares de los rehenes es que Granda, fue ambiguo al momento de saber que sería liberado. El hizo ver, al comienzo, que podría jugar un papel positivo en el llamado "intercambio humanitario". Cuando le quedó claro que él sería no solo excarcelado sino que podría escapar del país, se retractó y adoptó el discurso oficial de las Farc.

¿En qué momento Granda aceptó jugar un papel positivo en favor de los rehenes una vez fuera excarcelado? Ese detalle no está aún muy claro y los interrogatorios en La Habana no faltarán al respecto. Hubo, en todo caso, un instante en que entre las declaraciones del abogado de Granda y de éste mismo la opinión llegó a pensar que Granda aceptaba jugar el papel decente que le proponía Uribe. Incluso personalidades del gobierno creyeron ver en ese momento la buena fé del guerrillero. “Granda está en condición de gestor de paz, haciendo su labor. Pero hay que darle a eso un tiempo, tener paciencia, esperar a que el secretariado de las Farc reflexione”, declaró el ministro del Interior y de Justicia, Carlos Holguín Sardi, el 14 de junio de 2007. Esas ilusiones parecen haberse esfumado al momento de escribir esta nota.

Casi con un pié en el estribo del avión, Granda volvió a intentar crear fricciones entre Venezuela y Colombia al decir que su captura en Caracas había tenido por objetivo "generar un conflicto" entre los dos países. Todo permite pensar que Granda será utilizado desde Cuba para tratar de sacar a las Farc de las listas de organizaciones terroristas, meta principal de los activistas de las Farc en el extranjero. La tarea de ellos es forjar la imagen de unas Farc como instrumento "de liberación" y endormecer a todo el mundo respecto del hecho de que se trata de una entidad dedicada al secuestro, al tráfico de droga y al terrorismo.

Algunos hombres de la Iglesia creen saber, sin embargo, que Granda no está del todo perdido para la "paz" y que su "buena voluntad" saldrá un día a flote en beneficio de los rehenes. Ese angelismo fue reiterado por el sacerdote Darío Echeverry quien hizo esos elogios tras haber acompañado a Granda a Cuba. Sus palabras suscitaron la cólera de algunos y el asombro de otros. ¿Si la Iglesia se muestra compasiva con los victimarios cual será su actitud ante las víctimas?

Las Farc están condenadas a intentar esta vez una salida pragmática. ¿Están preparadas para eso? Ellas no viven, en todo caso, un buen momento. Están siendo derrotadas en lo militar y en lo político. Su imaginación se ha agotado. Muchos de sus frentes están siendo demolidos por las deserciones de combatientes jóvenes y por los golpes que les propinan casi a diario la Policía y el Ejército. Su proyección estratégica sobre los departamentos del Cauca y del Valle ha fracasado. Su intento de cercar a Bogotá fué destruído. Sus bastiones en La Macarena están siendo penetrados por las fuerzas militares. Hace tres años ellos decían que no firmarían la paz hasta que no hubiera paramilitares. Esa excusa ya no la invocan.

La única carta que les queda son los 56 rehenes. Los sufrimientos inauditos de éstos y de sus familias los tiene sin cuidado. Con esa carta pretenden dinamitar la política de seguridad democrática que los colombianos respaldan. Si consiguen la nueva desmilitarización pedida habrán triunfado y aplazado por unos meses su colapso definitivo. ¿Se embarcará en eso el Estado colombiano, ante la insistencia de gobiernos extranjeros? Tangible antes del episodio de la liberación masiva de guerrilleros, esa presión parece haber disminuído por un tiempo. La tendencia incluso parece invertirse. Uribe y Sakozy parecen querer profundizar sus relaciones y buscar otros caminos para salvar a los rehenes. Un acercamiento entre los Estados Mayores militares de los dos países está en movimiento. Todo eso significa un vuelco positivo en las relaciones diplomáticas entre Colombia y Francia. La dirección de las Farc querrá sabotear ese proceso. Elevada será la atención que los presidentes Sarkozy y Uribe deberán prestarle a esa amenaza.


Notas


[1] RCN, Bogotá, 3 de junio de 2007.

[2] Fuera de esos rehenes considerados como "políticos" por las Farc, hay cerca de 900 otras personas secuestradas por las Farc que no son objeto de ninguna negociación, salvo la del pago del rescate. Muchos rehenes de las Farc cuya recompensa no ha sido pagada fueron asesinados.

[3] Emmanuel, hijo de Clara Rojas y de un guerrillero, fue retirado a su madre. Ella no sabe donde lo tienen. Las Farc se niegan a entregar el bebé a su abuela, la madre de Clara Rojas, como ésta lo solicita.

[4] Se trata de la "comandante" Nayibe "Sonia" Rojas, condenada en 2007 por tráfico de cocaína, y de Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, quien está siendo juzgado en Washington por el secuestro de tres civiles norteamericanos en Colombia y por tráfico de droga.

[5] Le Parisien, 14 de junio de 2007.

[6] Ibid.

*

Periodista colombiano, autor del libro: "Les Farc, ou l'échec d'un communisme de combat".
Editions Publibook, Paris, 593 páginas, diciembre de 2005.


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