Más
que un viaje para ser "examinado por médicos" el de Rodrigo
Granda a Cuba aparece exactamente como una huída apresurada.
Las verdaderas razones de esa escapada a la isla caribeña
podrían ser mucho más serias. Dos en particular se destacan:
1. Como no obtuvo el aval de la dirección de las Farc para
jugar un papel en la búsqueda de una solución al drama de
los rehenes, Granda no quiso quedarse en Colombia. Las Farc
se opusieron a que él fuera excarcelado y el hombre no
estaba motivado para contradecir a sus patrones y ayudar a
sus víctimas. 2. Granda prefirió esconderse en la isla de
Fidel Castro donde las órdenes de captura que Interpol está
haciendo llegar a todos los puertos y aeropuertos del
planeta no serán tenidos en cuenta[1]. Como se sabe, Rodrigo
Granda debe responder a jueces del Paraguay por el secuestro
y asesinato de Cecilia Cubas, la hija del expresidente Raúl
Cubas, doble crimen en el que están involucrados (con
confesiones y otras pruebas) individuos que estaban bajo la
influencia de Rodrigo Granda. Mientras estaba preso, esa
deuda pendiente no le quitaba el sueño a Granda. En libertad
la cosa es a otro precio.
Hay una tercera posibilidad, que se suma a las anteriores, y
que debería ser examinada: Granda habría viajado a Cuba para
entrar en contacto directo con los jefes de las Farc y
reanudar su actividad en esa organización. ¿Manuel Marulanda
Vélez vive en Cuba? ¿Hay otros jefes importantes de las Farc
en la isla? Sería imprudente descartar esa hipótesis. El
hecho de que Granda no haya querido irse a París, donde el
presidente Nicolás Sarkozy lo habría puesto a trabajar en
favor de las liberación de Íngrid Betancourt y de los otros
56 rehenes "políticos"[2], ni a Caracas, donde las Farc
tienen importantes antenas, llama la atención. El llamado
"canciller de las Farc" no viajó a Caracas, donde hay
bastantes médicos castristas, pues su meta, probablemente,
es más militar que política: recibir instrucciones de sus
jefes cubanos y colombianos para reanudar el “trabajo” que
los agentes colombianos le interrumpieron cuando lo
capturron en esa ciudad el 13 de diciembre de 2004.
Desde los años 60, La Habana ha jugado un papel central en
el adiestramiento, financiación y dirección de las
guerrillas marxistas colombianas, a pesar de las negaciones
vendidas fácilmente a los medios por los propagandistas del
castrismo. La discreta visita que dos diplomáticos cubanos
le hicieron a Granda, el 4 de junio pasado, en la cárcel de
La Dorada, antes de la excarcelación, y la ulterior decisión
de viajar a La Habana, permite concluir que la nomenklatura
cubana sigue inmiscuída fuertemente en la dirección de las
Farc y pretende en estos momentos cerrar la ventana que
Bogotá y París abrieron con la excarcelación de Rodrigo
Granda.
Desde luego, la huída a La Habana no cerrará el capítulo
Rodrigo Granda. De Cuba, ese activista regresará un día como
siempre volvieron de allá tantos jefes y combatientes de las
Farc, del Eln y del M-19: con órdenes, dinero y arsenales
para sembrar la muerte en Colombia. Basta recordar un sólo
caso, el más espectacular quizás, el del Karina, barco
repleto de fusiles que Jaime Bateman, en 1981, bajo órdenes
de los cubanos, compró probablemente en Libia e intentó
introducir a Colombia por mar y tierra. El Karina fue
hundido por la Armada colombiana en el Océano Pacífico y el
avión secuestrado de Aeropesca, que transportaba una parte
del citado botín, terminó en las aguas del río Orteguaza con
sus cajas de fusiles perdidas para siempre.
En esa época la coyuntura revolucionaria era diferente. Las
guerrillas se creían triunfantes, dueñas del futuro y aptas
para imponer por la fuerza su visión del mundo, a pesar de
sus enormes fracasos. Hoy esos mismos aparatos, sobre todo
el Eln y las Farc, están siendo demolidos por el Estado
democrático colombiano, quien derrotó al M-19 y al Epl. La
vieja pretención de las Farc y del Eln de regentar a
Colombia mediante la fuerza y el terror es rechazada por las
mayorías. Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde el
hundimiento de la URSS. Las "masas populares"
latinoamericanas saben hoy bastante bien lo que ocultaba el
llamado "socialismo" a la soviética o a la cubana.
El otro aspecto de la peripecia de Rodrigo Granda es que
éste defraudó a quienes llegaron a creer por un instante que
a las Farc les quedaban vagos rescoldos de un sentimiento
humanitario. Siguiendo la doctrina bolchevique de utilizar
la mentira como elemento de comunicación, las Farc
engañaron, de nuevo y sin el menor escrúpulo, a todo el
mundo. Sobre todo al presidente francés Nicolás Sarkozy
quien llegó a creer que un acto de generosidad, como la
puesta en libertad de un rebelde condenado a 21 años de
cárcel por delitos de sangre, podría sensibilizar a los
"históricos" de las Farc y desbloquear el tema de los
rehenes.
Después de haber prometido que él presentaría al presidente
Sarkozy las "pruebas de vida" de Íngrid Betancourt, Rodrigo
Granda no entregó nada tras ser liberado y se mostró, por el
contrario, en vísperas de su viaje a Cuba, hostil a toda
iniciativa que beneficiara a los rehenes. En otras palabras,
en lugar de comprarse la virginidad que le ofrecían los
presidentes Uribe y Sarkozy, y de convertirse en un "agente
de paz", Granda optó por volver al seno de las Farc. ¿De ese
retorno al infierno, saldrá un Granda renovado, dispuesto a
encontrar fórmulas inteligentes que le permitan a los
rehenes escapar a sus torturadores? Lamentablemente nada
respalda esa hipótesis.
Así, el gobierno francés y los comités de apoyo de Íngrid
Betancourt en Europa, fueron sacudidos por una realidad: las
Farc habían vuelto a bloquear la enésima tentativa de
arreglo. Mucho menos sorprendidos fueron el presidente Uribe
y la opinión colombiana, quienes no le acordaron mayor
trascendencia a la idea de soltar a Granda. Colombia conoce
bien la brutalidad y rigidez mental de las Farc. Europa ha
comenzado a frotarse a esos angelitos.
Pese a todo ello, el asunto Rodrigo Granda creó una
situación inédita, cuyo impacto será durable. El presidente
Uribe, quien había sido acusado por las Farc y por la
familia Betancourt, y por algunos comités de apoyo europeos,
de no hacer "nada" o incluso de "impedir" la liberación de
los rehenes, pudo demostrar cuán tendenciosa era esa
apreciación. Con su decisión de indultar y poner en
libertad, de manera unilaterial, a 193 guerrilleros de las
Farc, y excarcelar a Rodrigo Granda, él demostró que la
insensibilidad moral merodeaba más bien por el lado de las
Farc y que el gobierno colombiano, sin poner en peligro la
seguridad del país, podía ir lejos en la búsqueda de una
salida al drama de los rehenes. "Nosotros hicimos un gesto
unilateral muy grande para ver si en algún momento se les
conmueve el corazón y liberan a los secuestrados”, declaró
con algo de optimismo el jefe de Estado colombiano. Obdulio
Gaviria, asesor del presidente, precisó que en la medida de
Uribe también había pesado el triste caso de Emmanuel, hijo
de tres años de Clara Rojas, secuestrada por las Farc junto
con Íngrid Betancourt. “El gesto humanitario del presidente
Uribe busca que la humanidad comprenda que Colombia está
sufriendo un gran drama, representado por el secuestro más
infame de la historia, un niño que desde su concepción y
gestación está secuestrado”[3].
Tomadas por sorpresa, las Farc no supieron responder
políticamente a ese desafio. Por boca de Rodrigo Granda
dijeron que no harían nada hasta que sean liberados los dos
guerrilleros extraditados a Estados Unidos[4] y hasta que se
desmilitarice una zona de 800 km² en los municipios de
Pradera y Florida. Así cerraron todo diálogo, pues se trata,
precisamente, de los puntos que ellos saben que, para el
presidente Uribe, y para Washington, no son negociables.
Ante tal intransigencia, la familia Betancourt y los comités
de apoyo perdieron una vez más sus esperanzas. Lo nuevo es
que ellos parecen haber cambiado de tono ante las Farc y en
lugar de responsabilizar a Uribe de esa crisis ahora
responsabilizan a la entidad secuestradora. Ese lógico
viraje llega un poco tarde pero es mejor que nada. Fabrice
Delloye, ex marido de Íngrid, quien suele pedir que Francia
"sancione" a Colombia por el largo cautiverio de ésta, ahora
apunta su lanzallamas contra las Farc y les exige presentar
pruebas de vida de la secuestrada pues desde hace más de
cuatro años no se tienen noticias exactas al respecto. "Si
no las obtenemos rápidamente pensaremos que ella está
muerta", enfatiza Delloye[5]. Y, por primera vez, ese
personaje levantó la voz contra las Farc: "Hay que
repetirlo, los métodos de las Farc son criminales,
espantosos, indignos de una guerrilla. ¿Las Farc quieren
perder todos los trenes o entrar en un proceso para ir más
lejos? Lo que espero es un milagro. Si Íngrid llega a estar
muerta, sería aún más abominable pensar que durante todo ese
tiempo las Farc no quisieron decirlo"[6].
Acogida por el Comité de apoyo de París, crítico excesivo de
Uribe y cercano a Mélanie Betancourt, la hija de la
secuestrada, esa tesis fué calificada de "irresponsable" por
la Federación Internacional de Comités de Apoyo a Íngrid
Betancourt (FICIB). En un comunicado divulgado en París, ese
grupo se mostró convencido de que Íngrid está viva y validó
la creencia en ese sentido de la madre y la hermana de la
secuestrada, Yolanda Pulecio y Astrid Betancourt. La FICIB
optó por asumir otra actitud ante las Farc y les exigió,
como Fabrice Delloye, la entrega de una prueba de vida de la
ex senadora. El Comité de Apoyo de París ha pedido ayuda a
Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores.
Las Farc no podrán salvar la cara con elogios falsos a
Sarkozy y conspiraciones contra Uribe. El claro apoyo dado
por el G-8 a la política del presidente Álvaro Uribe,
gracias a la mediación del presidente Sarkozy, muestra el
grave aislamiento de las Farc. Estas deben pues responder
rápidamente a las exigencias. Muchos en Colombia y Francia
rechazan la actitud de Granda y piden respuestas sobre la
situación real y liberación inmediata de los rehenes. Por el
momento, la postura de las Farc sigue siendo arrogante:
hicieron saber que ven con malos ojos el hecho de que todos
los guerrilleros excarcelados hayan aceptado firmar un
compromiso con el gobierno de Uribe de no volver a militar
en el crimen.
Algo que molesta particularmente a los familiares de los
rehenes es que Granda, fue ambiguo al momento de saber que
sería liberado. El hizo ver, al comienzo, que podría jugar
un papel positivo en el llamado "intercambio humanitario".
Cuando le quedó claro que él sería no solo excarcelado sino
que podría escapar del país, se retractó y adoptó el
discurso oficial de las Farc.
¿En qué momento Granda aceptó jugar un papel positivo en
favor de los rehenes una vez fuera excarcelado? Ese detalle
no está aún muy claro y los interrogatorios en La Habana no
faltarán al respecto. Hubo, en todo caso, un instante en que
entre las declaraciones del abogado de Granda y de éste
mismo la opinión llegó a pensar que Granda aceptaba jugar el
papel decente que le proponía Uribe. Incluso personalidades
del gobierno creyeron ver en ese momento la buena fé del
guerrillero. “Granda está en condición de gestor de paz,
haciendo su labor. Pero hay que darle a eso un tiempo, tener
paciencia, esperar a que el secretariado de las Farc
reflexione”, declaró el ministro del Interior y de Justicia,
Carlos Holguín Sardi, el 14 de junio de 2007. Esas ilusiones
parecen haberse esfumado al momento de escribir esta nota.
Casi con un pié en el estribo del avión, Granda volvió a
intentar crear fricciones entre Venezuela y Colombia al
decir que su captura en Caracas había tenido por objetivo
"generar un conflicto" entre los dos países. Todo permite
pensar que Granda será utilizado desde Cuba para tratar de
sacar a las Farc de las listas de organizaciones
terroristas, meta principal de los activistas de las Farc en
el extranjero. La tarea de ellos es forjar la imagen de unas
Farc como instrumento "de liberación" y endormecer a todo el
mundo respecto del hecho de que se trata de una entidad
dedicada al secuestro, al tráfico de droga y al terrorismo.
Algunos hombres de la Iglesia creen saber, sin embargo, que
Granda no está del todo perdido para la "paz" y que su
"buena voluntad" saldrá un día a flote en beneficio de los
rehenes. Ese angelismo fue reiterado por el sacerdote Darío
Echeverry quien hizo esos elogios tras haber acompañado a
Granda a Cuba. Sus palabras suscitaron la cólera de algunos
y el asombro de otros. ¿Si la Iglesia se muestra compasiva
con los victimarios cual será su actitud ante las víctimas?
Las Farc están condenadas a intentar esta vez una salida
pragmática. ¿Están preparadas para eso? Ellas no viven, en
todo caso, un buen momento. Están siendo derrotadas en lo
militar y en lo político. Su imaginación se ha agotado.
Muchos de sus frentes están siendo demolidos por las
deserciones de combatientes jóvenes y por los golpes que les
propinan casi a diario la Policía y el Ejército. Su
proyección estratégica sobre los departamentos del Cauca y
del Valle ha fracasado. Su intento de cercar a Bogotá fué
destruído. Sus bastiones en La Macarena están siendo
penetrados por las fuerzas militares. Hace tres años ellos
decían que no firmarían la paz hasta que no hubiera
paramilitares. Esa excusa ya no la invocan.
La única carta que les queda son los 56 rehenes. Los
sufrimientos inauditos de éstos y de sus familias los tiene
sin cuidado. Con esa carta pretenden dinamitar la política
de seguridad democrática que los colombianos respaldan. Si
consiguen la nueva desmilitarización pedida habrán triunfado
y aplazado por unos meses su colapso definitivo. ¿Se
embarcará en eso el Estado colombiano, ante la insistencia
de gobiernos extranjeros? Tangible antes del episodio de la
liberación masiva de guerrilleros, esa presión parece haber
disminuído por un tiempo. La tendencia incluso parece
invertirse. Uribe y Sakozy parecen querer profundizar sus
relaciones y buscar otros caminos para salvar a los rehenes.
Un acercamiento entre los Estados Mayores militares de los
dos países está en movimiento. Todo eso significa un vuelco
positivo en las relaciones diplomáticas entre Colombia y
Francia. La dirección de las Farc querrá sabotear ese
proceso. Elevada será la atención que los presidentes
Sarkozy y Uribe deberán prestarle a esa amenaza.
Notas
[1] RCN, Bogotá, 3
de junio de 2007.
[2] Fuera de esos rehenes considerados como "políticos" por
las Farc, hay cerca de 900 otras personas secuestradas por
las Farc que no son objeto de ninguna negociación, salvo la
del pago del rescate. Muchos rehenes de las Farc cuya
recompensa no ha sido pagada fueron asesinados.
[3] Emmanuel, hijo de Clara Rojas y de un guerrillero, fue
retirado a su madre. Ella no sabe donde lo tienen. Las Farc
se niegan a entregar el bebé a su abuela, la madre de Clara
Rojas, como ésta lo solicita.
[4] Se trata de la "comandante" Nayibe "Sonia" Rojas,
condenada en 2007 por tráfico de cocaína, y de Ricardo
Palmera, alias Simón Trinidad, quien está siendo juzgado en
Washington por el secuestro de tres civiles norteamericanos
en Colombia y por tráfico de droga.
[5] Le Parisien, 14 de junio de 2007.
[6] Ibid.
* |
Periodista
colombiano,
autor del libro: "Les Farc, ou l'échec d'un communisme
de combat".
Editions Publibook, Paris, 593 páginas, diciembre de
2005. |