La
crisis del
Polo:
¿pelea
entre
neo-estalinistas?
Eduardo
Mackenzie
viernes,
14
septiembre
2006
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El
fantasma de la división ronda al llamado Polo Democrático
Alternativo. El que aparecía hasta hace una semana como el
gran cacique de esa formación, Gustavo Petro, arrogante
senador que sueña cada noche con derrocar al gobierno del
presidente Alvaro Uribe mediante lunáticas acusaciones, fue
arrinconado y puesto en minoría como un vulgar principiante
durante una agitada reunión de la dirección de su propio
partido el pasado 10 de septiembre.
La fracción más dura del PDA, integrada por miembros del
semi clandestino Partido Comunista y de la secta maoísta
Moir, creyó que era necesario cerrarle la boca al fogoso
senador quien había osado, días atrás, rechazar una
propuesta de Raúl Reyes, el “comandante” del “bloque sur” de
las Farc.
Reyes había declarado que las Farc estaban dispuestas a
apoyar toda tentativa de conformación de un utópico
“gobierno del PDA”, y que, a pocas semanas de las elecciones
regionales, la dirección de las Farc sentía una especial
“predilección” por el PDA.
Consciente del riesgo que esas declaraciones hacían correr
al Polo, Gustavo Petro respondió rudamente en el sentido de
que él sentía “asco” ante esa iniciativa y que con tales
propuestas lo que buscaban las Farc era “destruir” al PDA.
Esa viril postura, cuya sinceridad, además, nadie discute,
no le gustó a los otros caciques del Polo. La “intensa
discusión” que se desató enseguida en la cúspide constituye,
según un diario bogotano[1], “la mayor crisis en seis años”
de esa formación.
Lo curioso es que la caza de brujas abierta por los
dirigentes del PDA contra el sector de Gustavo Petro ocurrió
pocas horas después de que Raúl Reyes lanzara la orden de
aislar a quien había osado refutarlo. En efecto, en una
entrevista publicada por una revista mexicana[2], Reyes
decretó: “Petro no es el Polo”. El jefe terrorista puso
entonces a un lado al senador extremista y en el otro a “los
revolucionarios de verdad” que están, según él, en el PDA,
es decir “mucha gente progresista, patriótica,
antiimperialista ... y también chavistas”.
A comienzos de julio pasado, tras la masacre de los once
diputados del Valle rehenes de las Farc, Gustavo Petro había
exigido a sus copartidarios condenar de manera más explicita
a las Farc.
Ultra disciplinado, el sector más duro de la dirección
obedeció la orden de Reyes y convocó a sólo 23 de los 31
miembros del comité ejecutivo para montarle una emboscada,
como las saben montar los buenos leninistas, a Gustavo Petro
y a su actual aliado Lucho Garzón, Alcalde mayor de Bogotá.
Y en lugar de buscar una salida razonable al abrazo de oso
escalofriante que pretende darle la organizacion terrorista
al PDA, los invitados decidieron ignorar el problema y
debatir, más bien, durante siete horas, “cual debe ser la
actitud del Polo en relación con el senador Gustavo Petro”.
Al día siguiente, Carlos Gaviria, otra eminencia del PDA,
temiendo que esa crisis malogre sus ambiciones de candidato
presidencial del Polo para las elecciones de 2010, que él
piensan ganar fácilmente, ofreció su renuncia a la
presidencia del PDA, luego de decir que las frases de Petro
contra las Farc “le hacen daño” al Polo y lo “ponen en
peligro”. En cuanto a Jorge Robledo, el gran timonel del
Moir, acusó a Petro de haberse convertido en una “rueda
suelta” que trata de imponer sus “posiciones personales”.
Otros gritaron que Petro estaba construyendo su propio
espacio político y habia incurrido en “uribismo”.
Sólo seis de los asistentes respaldaron a Petro.
Uno de ellos, Lucho Garzón, quien estaba distanciado del
senador, corrió a defenderlo. "Con Petro sin dilación ni
lugar”, dijo. “Lo que las Farc en los últimos meses le están
mandando al Polo Democrático no son petardos, le ha mandado
cilindros de gas. Y uno, a esos cilindros de gas no les
responde ni con rancheras ni con boleros", concluyó.
Jaime Dussán, otro senador del PDA, fué más lejos que los
otros al decir que Gustavo Petro le había “declarado la
guerra a las Farc”, cosa muy chocante, según él, pues,
agregó, “las Farc no son nuestros enemigos”. Para curarse en
salud, y evitar un nuevo escándalo, Dussán agregó que las
Farc “tampoco son nuestros amigos”, pues el PDA “condena
toda forma de violencia”.
Si el PDA condenara en realidad “toda forma de violencia” la
propuesta de Raul Reyes habría sido inmediatamente
rechazada, y por unanimidad, por la citada dirección,
posición que esa coalición está muy lejos de alcanzar, como
queda visto a la luz de la terrible disputa en curso.
Jaime Dussán desnuda su pensamiento totalitario cuando saca
el viejo refrán de que el llamado “conflicto” colombiano no
puede ser resuelto sino a través de una “salida política con
la subversión”. Es decir, de una capitulación del Estado
democrático frente a los violentos. Ese tema de la “salida
política” divide desde hace décadas las aguas entre quienes
buscan en Colombia una perspectiva independiente y los que
no ven otro horizonte que el de seguir, discretamente o no,
bajo la coyunda de las Farc.
Para defenderse, Gustavo Petro utilizó un lenguaje que no se
le conocía hasta ahora y que sorprendió a muchos. Sostuvo
que el Polo no es un partido jerarquizado, sino “una red en
la que se puede opinar libremente” y que esos partidos
jerarquizados “llevaron la Unión Soviética al Gulag y en
Camboya a Pol Poht". El parlamentario acusó a las Farc de
ser “estalinistas” y recordó que “ésta no es una discusión
entre compañeros, sino entre unos alzados en armas, como las
Farc, y un civil, como yo, que opina desde la izquierda
democrática"[3].
Todo eso ocurre en momentos en que el PDA trata de
posicionarse, en efecto, ante la sociedad colombiana, como
un movimiento de “izquierda democrática” es decir como un
grupo de oposición que no está dispuesto a acudir a la
violencia para alcanzar sus objetivos.
Sin embargo, el PDA está lejos de aceptar qué es un partido
de izquierda democrática. El Polo es una coalición
disparatada donde convergen los restos del Partido Comunista
pro Moscú, reducido a la porción congrua tras el hundimiento
de la URSS, así como la desmovilizada guerrilla del M-19 y
otros grupos de extrema izquierda que jamás han cuestionado
los dogmas marxistas.
La acción que desempeña el PDA y el senador Gustavo Petro
coincide con esa visión antidiluviana, y encaja, de hecho,
con los esfuerzos de las Farc por desestabilizar al
gobierno. Petro acusa frenéticamente al jefe de Estado
colombiano de haber “tolerado” el surgimiento de los
paramilitares de extrema derecha desde cuando era gobernador
de Antioquia, acusación que Petro jamás pudo probar. El se
opuso siempre al Plan Colombia contra el tráfico de drogas y
el terrorismo, y batalla contra la ley de Justicia y paz que
permitió la desmovilización de más de 30 mil paramilitares y
el encarcelamiento de sus jefes. Petro se muestra como la
perfecta comparsa del presidente Hugo Chavez y hasta llegó a
estar de su lado cuando éste, en enero de 2005, protestó
contra Alvaro Uribe por la captura de Rodrigo Granda, un
jefe de las Farc que se ocultaba en Venezuela.
El minoritario Polo Democrático Alternativo dice tener 552
mil adherentes y se ve, sin embargo, como “opción de poder”
desde su congreso “de unificación” de diciembre de 2006,
donde cinco grupos y cinco tendencias más o menos rivales se
disputaron los votos de los 2 700 delegados. En ese congreso
proclamaron su “deslinde con la lucha armada” lo que quiere
decir que ellos no la harán. No obstante, el PDA se abstiene
de condenar la lucha armada que hacen los otros, sobre todo
el terrorismo de las Farc y las otras violencias de las
bandas de extrema izquierda.
La puntual intervención de Raúl Reyes y la violenta reacción
de los duros del PDA, tenía por objetivo recordarle al país,
así como a la fracción que dirige Gustavo Petro, que las
Farc no tolerarán una izquierda que aspire a la menor
independencia, y que el heterogéneo PDA debe doblegarse ante
los designios hegemónicos de las Farc, pues éstas son el
único modelo que puede existir para la izquierda
revolucionaria del país.
Esto demuestra que, lamentablemente, el proyecto de
construir una verdadera izquierda democrática en Colombia,
que no acepte la tutela ideológica-política de bandas
terroristas, no contará jamás con el beneplácito, ni con la
indiferencia de las Farc sino que, por el contrario, tendrá
que hacerse contra la voluntad de ésta.
Nadie ignora que esta crisis del Polo estalla poco después
de que el presidente Chavez lograra inmiscuírse en el asunto
de la liberación eventual de los rehenes en poder de las
Farc. El dictador venezolano pretende, por otra parte,
entablar un diálogo personal con Manuel Marulanda, jefe de
las Farc, para buscarle, como dicen los cuadros del Polo,
una “salida política” al “conflicto” colombiano. El paso
dado por la fracción neoestalinista para tomar las riendas
del PDA es coherente con las maniobras extrañas que Caracas
está desarrollando para proyectar sus ambiciones militares
sobre Colombia.
El problema es que con el brutal manotón de los Dussán,
Gaviria y Robledo, el juguete del PDA puede habérseles
quebrado entre las manos.
* |
Periodista
colombiano,
autor del libro: "Les Farc, ou l'échec d'un communisme
de combat".
Editions Publibook, Paris, 593 páginas, diciembre de
2005. |
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