El tema Venezuela fue incluido
en la agenda de Lula da Silva con Barack H. Obama a petición
de Hugo Chávez, y no por iniciativa del brasileño como la
había insinuado el presidente venezolano. La revelación fue
hecha por Brasilia mediante una nota de la oficial Agência
Brasil distribuida poco antes de la llegada de Lula a la
Casa Blanca.
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Llamó la atención que Lula incluyera a su Ministra Jefe de
la Casa Civil, Dilma Rousseff, en la delegación que lo
acompañó a la Casa Blanca. La ministra Dilma quien es la
candidata de Lula para las elecciones presidenciales del año
próximo, es objeto de una sistemática campaña promocional
por parte su actual jefe.
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Venezuela y Colombia entran en una nueva etapa de
aproximación, en medio del recurrente ciclo amor-odio que ha
caracterizado las relaciones entre Caracas y Bogotá desde
1999. El tema de las relaciones especiales entre las Farc y
el gobierno venezolano está siendo obviado por Bogotá. Por
su parte, Caracas se limita a escarceos verbales con el
ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, quien no
ha dejado de apuntar hacia Hugo Chávez en sus acusaciones
sobre connivencia internacional con la guerrilla.
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El anuncio de fumigaciones sobre narcocultivos en la zona
colombiana del Catatumbo podría convertirse en el nuevo tema
de conflicto entre Bogota y Caracas. El río Catatumbo y sus
afluentes son tributarios del Lago de Maracaibo, por ello el
impacto de sustancias desfoliadoras en las aguas podría
causar serias consecuencias para las poblaciones allí
asentadas. Ya Venezuela adelantó su rechazo al anuncio
colombiano, en lo que podría transformarse en un caso
análogo a la protesta que Ecuador mantiene contra Colombia
por aspersiones en la zona fronteriza.
La alternativa a las fumigaciones sería la erradicación
manual de las plantaciones, pero ese método parece imposible
en el Catatumbo, según fuentes consultadas, dada la alta
presencia en la zona de unidades guerrilleras que
adicionalmente cuentan con territorio venezolano como
aliviadero. El tema saltará a la mesa de los presidentes,
quienes prevén reunirse el próximo mes de abril
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Alvaro Uribe insiste en mantener un cariz comercial en su
representación diplomática en Caracas. Ya en el pasado
reciente lo intento con el cucuteño Enrique Vargas Ramírez y
más recientemente con el empresario santandereano Fernando
Marín Valencia. Este último fue retirado de su misión en
Caracas mediante el poco ortodoxo método del anuncio público
de Uribe ante un grupo de empresarios.
Con el norte colocado en la normalización de las relaciones
comerciales, Uribe manda como Embajadora a la economista
María Luisa Chiappe Pulido, cuya familia ha estado vinculada
con negocios en Venezuela desde los años sesenta. De larga
experiencia en organismos públicos colombianos y
multilaterales, Chiappe viene de ejercer como la Presidenta
Ejecutiva de la Cámara Colombo-Venezolana en Bogotá. Se
trata de su primer cargo diplomático. .
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La diplomacia chavista ha evaluado positivamente a Chiappe
Pulido y la ha calificado como una ficha del ex presidente
Ernesto Samper. En Bogotá se maneja la especie de que el
nombre de Chiappe fue llevado al escritorio presidencial por
Noemí Sanin, la actual embajadora colombiana en Londres,
eterna candidata a la Presidencia y quien es tenida como
conocedora de la realidad de Venezuela. La primera misión de
Sanin como Embajadora fue en Caracas a principios de los
años noventa.
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A cambio de Chiappe, el gobierno venezolano envía a Bogotá
como nuevo Embajador a Gustavo Márquez, quien se ha
desempeñado intermitentemente como embajador del chavismo y
como responsable del área de comercio internacional. La
selección de Márquez habría sido recibida con reservas por
el gobierno colombiano. Si bien el perfil de Márquez pudiera
coincidir con el interés colombiano de focalizar la agenda
bilateral hacia lo comercial, los expertos en el tema
venezolano en el gobierno de Colombia no han dejado de
recordar que Márquez habría sido el operador de la salida de
Venezuela de la Comunidad Andina.
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La diplomacia militar suramericana estuvo particularmente
activa durante la semana que acaba de finalizar. Santiago de
Chile fue la sede del primer encuentro de ministros de
defensa de la subregión, luego que en diciembre pasado fuera
creado el Consejo Suramericano de Defensa. Guyana envió a la
cita a su Ministro del Interior Clement Rohee.
Por Venezuela concurrió el Vicepresidente Ejecutivo Ramón
Carrizález Rengifo, quien actúa como encargado del
Ministerio de Defensa, tras una crisis en el alto mando
militar venezolano que desplazó al hasta hace poco hombre
fuerte, general Jesús González González.
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La declaración suscrita en Santiago es un programa de
trabajo que incrementaría las relaciones entre los
componentes militares tanto en el área de cooperación y
creación de confianza mutua. Tres aspectos críticos fueron
incluidos en la declaración: Crear un mecanismo de alerte
ante “situaciones de riesgo para la paz”, asunto que será
elevado a consideración de los presidentes de UNASUR.
Intercambiar información sobre el muy sensible asunto de las
adquisiciones bélicas. Y crear una instancia permanente
denominada “Centro Suramericano de Estudios Estratégicos de
Defensa”, suerte de escuela de guerra suramericana de la
cual Argentina aspira ser sede.
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La aparente armonía del encuentro del CSD encubrió la
tensión existente entre Ecuador y Venezuela contra el
ministro colombiano de Defensa. El tema de la “legítima
defensa” como argumento para incursiones de Colombia en
países vecinos estuvo latente durante las deliberaciones.
Todos los países ratificaron su “respeto de manera
irrestricta a la soberanía, integridad e inviolabilidad
territorial de los Estados”, texto exigido por Ecuador y
Venezuela. También rechazaron “la presencia o acción de
grupos armados al margen de la ley”, texto exigido por
Colombia y que contó con el manifiesto apoyo brasileño.
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La visita del Ministro de Defensa de Colombia Juan Manuel
Santos a Brasilia, como invitado de su homólogo brasileño
Nelson Jobim, está en la línea de la alianza militar que se
ha ido creando entre ambos países, y de la cual participa
Perú. La visita igualmente refuerza la agenda militar de
Santos en su empeño por hacerse de la candidatura
presidencial oficialista con miras a las elecciones del
2010.
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Brasil y Colombia ya tienen acuerdos que permiten
persecuciones en caliente en cursos de agua fronterizos, en
la intrincada red fluvial amazónica, para combatir a la
guerrilla, así como tráfico de drogas y armas. Esta semana
Santos y Jobim conversaron para dar un paso adicional y sin
precedentes que permitiría monitorear conjuntamente una
franja de hasta sesenta kilómetros en la zona fronteriza
común. En la práctica, Brasil estaría suministrando la
capacidad de su sistema de monitoreo amazónico basado en
radares, satélites y cobertura aérea, mientras Colombia
aportaría su sistema de radares (instalados y operado como
parte del apoyo de EEUU). Sobrevuelos militares coordinados
de un país sobre el otro formarían parte de los acuerdos
negociados. Se ignora si estos puntos serán objeto de un
tratado bilateral o serán implementados como simples
acuerdos administrativos entre los dos gobiernos.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |