Mientras los presidentes
suramericanos exigían aclaratorias a Alvaro Uribe sobre su
acuerdo con EEUU, en Caracas el gobierno venezolano firmaba
el “Estatuto de la Comisión intergubernamental
ruso-venezolana para la cooperación técnico-militar”.
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El contenido del “Estatuto” militar Venezuela- Rusia se
mantiene en secreto. Chávez sólo dijo que está dirigido “a
reforzar la capacidad defensiva venezolana”. Fue suscrito el
27 de julio en Caracas por el viceprimer ministro de Rusia,
Igor Sechin, y por el ministro de defensa venezolano. Se
desconoce los acuerdos que regulan la presencia de naves y
personal militar ruso en territorio venezolano como ya
aconteció el año pasado. La página de la cancillería
venezolana mantiene en blanco la sección correspondiente a
los documentos firmados durante la visita de Sechin.
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Víctor Meza, quien ejercía como Ministro de Gobernación y
Justicia del derrocado gobierno hondureño, se quejó en la
prensa mexicana por la injerencia de Chávez, la cual habría
dificultado una salida política para la crisis. Según Meza,
Zelaya solicitó al presidente Oscar Arias que involucrara a
España en el proceso de diálogo, para compensar a Chávez.
Según Meza, los zelayistas confían en un cuartelazo en
Honduras que sería promovido por EEUU para restituir a
Zelaya. El clima en la Casa Blanca hacia Honduras no
pareciera coincidir con las aspiraciones de Zelaya.
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Lula se quejó públicamente por el acuerdo EEUU-Colombia
sobre bases militares, pero no quebrará lanzas en un
conflicto por ese tema. Una vez más, Brasil no se anotó en
un pleito con EEUU a causa de alguna bravata de Chávez. Por
el contrario, Brasil fue la sede estos días de maniobras
Southern Partnership Station (guerra anfibia) organizadas
por el Comando Sur de EEUU y en las cuales participaron
también Argentina, Perú, Chile y Uruguay.
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Tanto Washington como Bogotá optaron por desplegar
diplomacia civil y militar de alto nivel para exponer el
alcance de los acuerdos. EEUU envió a Brasilia al general
James Jones, asesor de seguridad nacional. Jones se reunió
no sólo con el Ministro de Defensa y con el Canciller,
además mantuvo un encuentro con el asesor presidencial Marco
Aurelio García, quien actúa como el operador de la izquierda
radical (Foro de São Paulo) en el interior del gobierno
Lula. Jones aseguró que ninguna alta autoridad brasileña se
había mostrado contraria a la firma del acuerdo EEUU-Colombia.
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La campaña de Chávez para aislar nuevamente a Uribe fue
compensada por el colombiano con una inusual gira por el
vecindario. Mientras Chávez se enredaba en explicar sin
éxito la presencia de armas venezolanas en manos de las Farc,
Uribe se desplazaba en un viaje relámpago. Usó tres días
para hablar con los mandatarios de Perú, Bolivia, Chile,
Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. Salvo Evo Morales y
el asesor de Lula, Marco Aurelio García, Uribe recogió de
sus anfitriones palabras de respeto al carácter “soberano”
de su pacto con EEUU. La campaña internacional de Chávez
contra el acuerdo Colombia-EEUU había fracasado.
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Tras el final de la gira de Uribe, Chávez curiosamente dejó
a un lado las explicaciones geopolíticas para su nueva
ruptura con Colombia. En conversación con el expresidente
colombiano Ernesto Samper, realizada en Caracas a solicitud
de Chávez, el venezolano habría dicho que se sentía
“maltratado porque nunca le informaron sobre las bases”. Las
razones “estratégicas” con las cuales justificó su nueva
ruptura con Colombia, cedieron lugar a razones
personalísimas del Presidente: él se sintió “maltratado” por
Uribe. Pocas horas después, Chávez reenvió a su embajador a
Bogotá, luego que Piedad Córdoba en teatral gesto se lo
pidiera en un programa de TV en vivo. En privado, la
izquierda colombiana hizo saber a Chávez que su ofensiva
contra Colombia impacta negativamente en la imagen del
chavismo colombiano y tiende a fortalecer a Uribe.
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Mientras Chávez denunciaba los peligros bélicos que Colombia
representaría para la región, ese país fue sede de un
encuentro de altísimo nivel castrense bajo la denominación
de Conferencia de Seguridad de Suramérica. En Cartagena
estuvieron reunidos altos jefes militares del continente,
con ausencia de los países del ALBA y presencia total del
Mercosur. Asistieron el comandante del Comando Sur de EEUU,
el ministro de Defensa y el comandante en Jefe del Ejército
de Uruguay, el jefe del Estado Mayor Conjunto argentino, el
jefe de Estado Mayor paraguayo, el Secretario de Defensa
Nacional mexicano, el jefe del Comando Conjunto de Perú, el
Jefe del Estado Mayor chileno, el Viceministro de Seguridad
de Panamá y, el Presidente de la Junta Interamericana de
Defensa, el general brasileño José Roberto Machado e Silva.
Como anfitrión actuó el general Freddy Padilla, quien aún
ese día actuaba como Ministro de Defensa encargado. El tema
de las bases militares colombianas que serían utilizadas por
EEUU habría sido debidamente explicado a los presentes.
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Las comunicaciones entre Brasil y EEUU y más específicamente
entre sus presidentes, se habrían multiplicado tras el
ascenso de Barack H. Obama. La decisión de la OEA sobre
Cuba, la solicitud de Obama para que Lula sirva de puente
con Irán y, el caso de Honduras, son temas que ejemplifican
el acercamiento entre los mandatarios. Se rumora en medios
diplomáticos que la mediación de Oscar Arias en la crisis
política hondureña, fue una acción concertada por Lula y
Obama.
La aproximación entre los dos gobiernos toca el mundo
militar: el general James Jones en su visita a Brasil,
garantizó transferencia tecnológica en caso de que la fuerza
aérea brasileña opte por el avión estadounidense Super
Hornet F-18. Los militares brasileños están en la fase final
de la licitación para adquirir una flota de 36 aviones de
combate de última generación, negocio que enfrenta a EEUU,
Francia y Suecia y, en el cual Rusia busca no quedarse
fuera.
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Diversas fuentes aseguran que Ecuador adquirió una flotilla
de 14 aviones caza Mirage 50. Según reporta el site Defesa
Net, estas aeronaves fueron ofrecidas inicialmente a Brasil
por Chile, cuya fuerza aérea los sacó de servicio luego de
incorporar varias decenas de F-16. Las aeronaves compradas
por Correa, con vida útil de 10 años, tienen sistemas
actualizados para combate aéreo y portarían misiles
aire-aire con alcance superior a 40 km. Se ignora si la
transacción entre Chile y Ecuador incluye una provisión de
misiles.
El Mirage 50 tiene una autonomía de vuelo de 1250 km con
carga full de armamento, suficiente para –operando desde la
base de Manta a orillas del Pacífico- alcanzar la frontera
con Colombia (300 km) o de Perú (500 km en su punto más
distante). La ciudad de Cali, la tercera del Colombia en
población, estaría al alcance de los Mirage de Correa quien
ha amenazado con responder militarmente contra Colombia.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |