Advertencias sobre violencia
religiosa en Venezuela fueron incluidas en sus respectivos
boletines por compañías especializadas en materia de
seguridad que atienden a corporaciones internacionales.
Ejecutivos que viajaron esta semana a Venezuela recibieron
un boletín donde se sugería abstenerse de asistir a oficios
religiosos durante su estancia en el país, dado lo que
califican como un clima de agresiones contra las comunidades
católicas y judías.
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La defensa de su régimen, en la perspectiva de Hugo Chávez,
recae en tres niveles, según se desprende de uno de sus
recientes artículos publicados en el oficialista diario
Últimas Noticias de Caracas.
En primera instancia “los cuerpos policiales y militares”.
En segundo lugar “las vanguardias revolucionarias” y en
tercero, “el pueblo combativo en las calles”. El esquema de
defensa está definido dentro de un contexto de conflicto
interno y no de acción contra enemigos externos. El modelo
presupone la existencia de organizaciones paramilitares y de
cuerpos de choque dentro de la estructura de defensa de la
revolución, ambos al margen de la estructura policial y
militar legalmente constituida.
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Una silenciosa guerra de información y contra-información se
habría producido entre Caracas y Bogotá a raíz de las
operaciones de liberaciones de secuestrados a manos de las
Farc.
Dentro del gobierno colombiano existe el convencimiento de
que una vez más la cercanía del gobierno venezolano con las
Farc se hizo presente, mediante maniobras ejecutadas por su
canal de TV internacional, Telesur.
Durante el primer día de la operación, que perseguía el
rescate de varios funcionarios policiales y cuya ejecución
arrancó desde territorio brasileño, fue creada una alta
confusión mediática por parte de voceros vinculados al
chavismo colombiano y que habían logrado ingresar al grupo
de observadores de la entrega.
Un periodista colombiano, vinculado con Telesur, divulgó ese
día diversos reportes sobre supuestas acciones ofensivas del
Ejército colombiano que habrían impedido la entrega de los
secuestrados. Observadores internacionales que seguían de
cerca el proceso identificaron las “noticias” como una
acción de contrainformación, por parte de las Farc, con el
apoyo del gobierno venezolano y de su conexión colombiana,
el equipo que rodea a la senadora Piedad Córdoba. Los hechos
hicieron que el presidente Alvaro Uribe calificara a Telesur
como “Telefarc”.
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Tratándose de acciones con alto contenido propagandístico,
en las anteriores entregas de secuestrados con esquemas
negociados entre Caracas y las Farc, el gobierno venezolano
garantizó a la guerrilla la adecuada cobertura mediática.
La presencia de Telesur le permitió a las Farc en el 2008,
contar con una posición privilegiada en el manejo de las
imágenes de las liberaciones y controlar los primeros
mensajes que los liberados emitían.
Ahora, en las liberaciones producidas en los primeros días
de febrero, el facilitador logístico y el garante de la
operación no fue Chávez sino el Ejército brasileño. Brasil
fue particularmente estricto en sus exigencias de apego a
normas de neutralidad junto a la Cruz Roja, mientras Lula
optó por mantener su imagen al margen del operativo.
No contando con Telesur como parte oficial de la comitiva
que recibiría a los secuestrados, las Farc organizaron la
presencia de periodistas extranjeros en el lugar de
liberación quienes entrevistaron a los secuestrados aún en
cautiverio. Las verdaderas coordenadas del lugar de
liberación de los secuestrados habrían sido conocidas por
periodistas franceses de la Radio France Internationale,
antes de que la propia Cruz Roja las recibiera. La RFI fue
el medio internacional escogido por las Farc para, junto a
Telesur, dar su cobertura preferencial a la liberación de
los secuestrados.
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En el Congreso brasileño ya no sólo se discute el tema
Venezuela desde la perspectiva de las ventajas económicas
del ingreso del país petrolero al Mercosur versus el rechazo
que el régimen de Chávez encuentra en varias organizaciones
políticas de peso en Brasil. Más recientemente, el ingreso
de Venezuela se maneja como un comodín en las negociaciones
de Brasil con sus socios menores en el Mercosur, quienes ven
a Venezuela como un contrapeso al poderoso y decisivo socio
brasileño.
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El PT, el partido de Lula, ha esgrimido en estos días el
argumento de la inconveniencia de promover el aislamiento de
Chávez, alegando que para Brasil resulta conveniente tenerlo
cerca. Desde la acera de enfrente, los socialdemócratas del
PSDB y prominentes figuras del oficialista PMDB alegan que
el gobierno de Chávez no califica para el Mercosur al no
satisfacer las condiciones democráticas exigidas por el
Protocolo de Ushuaia.
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El epicentro de este debate es el Congreso brasileño donde
el pasado martes 04 de febrero el partido PSDB abortó el
tratamiento del protocolo Venezuela-Mercosur.
El Protocolo ya fue sancionado por la Cámara de Diputados
pero su aprobación definitiva depende de dos últimas
instancias: la Comisión Mixta Brasileña ante el Parlamento
del Mercosur y el Senado. En éste último, el Protocolo
deberá hacer tránsito ante las comisiones temáticas
respectivas antes de subir a la plenaria.
El más reciente atasco de Chávez en el Congreso brasileño
ocurrió justamente en la Comisión Mixta Brasileña ante el
Parlamento del Mercosur. Será sólo hasta el 18 de febrero
cuando probablemente el oficialismo logre eventualmente la
aprobación en esta Comisión, aunque el hecho no está
garantizado ya que aliados de Chávez en Uruguay y Paraguay
estarían presionando al Congreso de Brasil, cosa que está
molestando a algunos parlamentarios inicialmente
simpatizantes del ingreso de Venezuela.
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La presidencia del Senado de Brasil estará en manos de José
Sarney, expresidente del país y líder del PMDB, partido de
la coalición que respalda desde el legislativo al gobierno
Lula. Sarney, quien durante su mandato hizo especial amistad
con su coetáneo colega venezolano Jaime Lusinchi, es un
abierto crítico de Chávez.
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“Norte das águas”, un libro de cuentos de José Sarney,
escrito en los años sesenta, fue editado en español en 1989
por la Presidencia de la República de Venezuela. La edición
lleva una presentación escrita por Jaime Lusinchi en muestra
de la amistad que ambos forjaron en diversos encuentros en
zonas fronterizas de Brasil y Venezuela.
El ahora presidente del Senado, ha denunciado el peligro que
para los intereses brasileños representa la expansión de la
revolución chavista. Su posición coincidiría con la de
reputados militares retirados y de miembros del alto mando
militar brasileño.
Pese a ser de la base de apoyo del oficialismo, Sarney se
mantiene contrario al ingreso de Venezuela al Mercosur.
Incluso su elección para presidir el Senado habría estado
relacionada con su compromiso de mantener esta posición.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |