El tema de las Farc mantiene
paralizada la aprobación del tratado que crearía el Consejo
Suramericano de Defensa (CSD).
En septiembre pasado, Lula da Silva de visita oficial en
Bogotá, obtuvo el compromiso de Alvaro Uribe de participar
en la creación del Consejo. Hasta ese momento, Colombia era
el único de los doce países del subcontinente que se
mostraba renuente. El colombiano condicionó su decisión a
que la carta constitutiva expresamente declarara que el CSD
sólo reconocerá a las “fuerzas institucionales” de cada uno
de los países signatarios. Uribe pidió además que figure
como doctrina el “rechazo total a grupos violentos,
cualquier sea su origen”. La propuesta de Uribe fue aceptada
tanto por Lula como por la presidenta Michelle Bachelet,
quien en su condición de Presidenta del Mercosur fue
consultada telefónicamente desde Bogotá por Lula.
Uribe buscaba impedir que el CSD pudiera reconocer a las
Farc como fuerza beligerante tal como lo propuso Hugo Chávez
en enero pasado. Si bien el tema ha perdido espectacularidad
mediática, en Colombia tienen presente las especiales
relaciones que Venezuela mantiene con las Farc.
Los negociadores de Venezuela y Bolivia en las reuniones
para redactar el acta de creación del CSD se opusieron a la
inclusión del texto sugerido por Colombia. La firma del acta
debió realizarse el pasado mes de octubre y fue suspendida
por la falta de consenso. La próxima reunión de Unasur sería
a mediados de diciembre y no se vislumbra que el enredo sea
resuelto.
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La creación del Banco del Sur pareciera seguir el mismo
camino del ya casi olvidado Gasoducto del Sur que tantos
viajes y discursos ameritó por parte del presidente Chávez
en el año 2006.
El banco fue una propuesta de Chávez para crear un híbrido
de banco central de los países suramericanos y un banco de
desarrollo subregional: sería una suerte de “Banco Mundial”
y “Fondo Monetario Internacional” de magnitudes regionales y
bajo control de los gobiernos ideológicamente amigos de
Caracas. El proyecto de crear el Banco del Sur se encuentra
paralizado, según confesó Chávez esta semana.
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El documento constitutivo del Banco del Sur fue suscrito en
diciembre del 2007, en medio de los actos por la toma de
posesión de la presidenta Cristina Kirchner. Ya entonces
quedó patente el divorcio de miras entre Brasil por una
parte, y el dueto Venezuela-Ecuador por la otra.
Desde el inicio de los debates sobre el Banco del Sur,
Brasil había rechazado la opción de crear una suerte de
Banco Central suramericano: Brasil no pretende y Lula no
podría disponer de las reservas internacionales para
convertirlas en una colocación en el banco inventado y
promovido por Venezuela. Incluso, Brasil de forma insistente
argumentó sobre la pre existencia de la Corporación Andina
de Fomento (CAF), buscando desanimar la creación del
proyecto chavista de un banco subregional de desarrollo.
Incluso el gobierno Lula en paralelo a las negociaciones
sobre el Banco del Sur, se apuró a finales del 2007 para
completar sus trámites y aportes convirtiéndose en miembro
pleno de la CAF.
La decisión brasileña de formar parte del grupo de
fundadores del Banco del Sur fue estrictamente de orden
político. Lula da Silva aplicó su esquema de no
confrontación con Chávez y como lo hizo en el pasado con
otros proyectos chavistas, accedió a figurar en la foto
respectiva.
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Bajo el supuesto de que la CAF se ha convertido en un
obstáculo para la materialización de su proyectado Banco del
Sur, Chávez anunció esta semana su interés de liquidarla.
Incluso habló de tomar las instalaciones que la CAF tiene en
Caracas, para que sirvan de un banco que aspira crear con
los presidentes de Ecuador y del ALBA. El propósito de
Chávez sobre la CAF formó parte de una serie de anuncios
explosivos que el mandatario venezolano hizo en materia
económica y financiera durante una reunión de ALBA cumplida
en Caracas el pasado miércoles 26 de noviembre.
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Oficialmente la cita del ALBA de esta semana tenía como
propósito analizar la crisis económica mundial. En la
práctica se limitó a aprobar la convocatoria para otra
cumbre, con participación de los países beneficiarios del
programa Petrocaribe. La cita de Chávez con sus socios del
ALBA se concentró en escuchar una conferencia del economista
y presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien expuso lo que
ha sido su tesis de los últimos años para desdolarizar la
economía de su país, plan ahora proyectado a la región
andina y amoldado a los deseos geopolíticos de Chávez.
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En medios diplomáticos caraqueños quedó la convicción de que
el propósito de la cita del ALBA del miércoles pasado no fue
la oficialmente expresada. La fecha del encuentro de Chávez
con sus socios del ALBA fue la misma de la llegada a Caracas
del presidente ruso Dmitri Medvédev. Ese día, Chávez atendió
en el Palacio de Miraflores a sus amigos del ALBA durante el
día y los despachó hacia el final de la tarde. En palacio se
preparaba una marcial recepción a Medvédev quien llegó en
horas de la noche. Chávez forzó el ceremonial para incluir a
sus amigos del ALBA en una reunión informal y en la cena de
honor ofrecida al ruso en el Círculo Militar.
Chávez, a juicio de diplomáticos consultados, habría buscado
mostrarse ante el visitante ruso, como jefe político y
vocero de los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Honduras,
Cuba y Dominica.
Para Chávez es intragable que Brasil se pasee por el mundo y
participe en los foros internacionales, en calidad de vocero
de Suramérica. Este hecho estaría agriando las cordiales
pero poco operativas relaciones entre Lula y Chávez.
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De la conferencia de Correa en la reunión del ALBA, emanó un
paquete de acciones que Chávez anunció. Retiro colectivo del
Banco Interamericano de Desarrollo. Eliminación de la CAF.
Creación de una suerte de banco central de los países del
ALBA. Creación de una moneda virtual (el sucre) con
funciones contables que reemplace el uso del dólar en la
zona del ALBA. Correa se estaría convirtiendo en el mentor
económico de la revolución bolivariana.
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Bolivia y Venezuela anunciaron que - emulando a Correa-,
revisarían la legalidad de sus deudas externas, lo que fue
entendido internacionalmente como un pre-anuncio de Chávez
sobre su intención de dejar de pagar su deuda.
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Chávez ofreció su total respaldo a la posición de Correa de
desconocer sus compromisos externos. Con esta declaración,
Chávez agrega nuevos elementos de confrontación con Lula da
Silva. Parte de la deuda que Correa se niega a pagar, fue
contraída con Brasil. Este hecho mantiene en tensión las
relaciones entre Brasilia y Quito.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |