Las
compras de armas, así como el envío de recursos a gobiernos
“amigos”, son dos temas que están erosionando la imagen de
Hugo Chávez dentro de sus propios seguidores en Venezuela.
Esta semana el gobierno venezolano se mostró particularmente
sensible a la divulgación de cifras de sus gastos en
armamentos rusos. La agencia Interfax (privada pero
vinculada con el gobierno ruso), distribuyó el sábado 19 de
julio, un cable donde comentaba que la industria militar
rusa esperaba concertar ventas a Venezuela hasta por US$
30.000 millones en equipos que serían entregados hasta el
2012. La cifra causó escándalo en Venezuela porque
representaba un monto muy cercano al total de las actuales
reservas internacionales del país. La información no fue
desmentida por Caracas sino hasta la madrugada moscovita del
jueves 24 de julio, cuando ya con Chávez en tierra rusa,
Interfax repitió la noticia y el supuesto monto de las
nuevas compras bélicas.
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El gobierno venezolano, que hasta ahora actuaba con
jactancia sobre sus compras militares a Rusia, emitió un
comunicado desmintiendo a Interfax. El canciller venezolano,
Nicolás Maduro, afirmó en Madrid el viernes que Chávez había
sido “blanco de una inusitada maquinaria mediática adversa
que utilizó la mentira y la manipulación de la realidad”,
aunque se abstuvo de especificar que lo que Caracas
consideró “ataques” fueron cables emitidos por la agencia
rusa.
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Diversas fuentes aseguran que las nuevas compras de
armamento ruso por parte de Venezuela se enfrentan a
dificultades. El gobierno ruso, durante la estadía de Chávez
en Moscú, emitió un comunicado afirmando que las ventas
bélicas a Venezuela se realizan “conforme a las obligaciones
internacionales y legislaciones de ambos países". Tanta
delicadeza hizo sospechar que Rusia habría presentado quejas
de carácter político a la delegación venezolana. Las
relaciones de Miraflores con las Farc, al parecer, estarían
molestando hasta por los lados del Kremlin, según analistas
europeos consultados.
Incluso el anuncio de Chávez de su apoyo a la presencia de
una flota rusa en el Caribe, no fue bien recibida a nivel
oficial de Moscú. Existe la percepción de que Chávez se
mueve en una lógica de confrontación de bloques al estilo de
la pasada “guerra fría”, en la cual sólo creen algunos
sectores minoritarios del mudo político militar ruso.
Rusia vende armas a Venezuela como lo hace a Colombia y
aspira hacerlo a Brasil. En ello existe un interés comercial
y no la definición de una alianza estratégica como la
pregonada por Chávez.
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Otro punto de roce entre Caracas y Moscú habría sido la
solicitud de venta a crédito que presentaron los
negociadores venezolanos. El precio de la nueva lista de
compras bélicas venezolanas a Rusia estaría en la creíble
cifra de entre 5 y 6 mil millones de dólares, según la
agencia Ria-Novosti.
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El proyecto brasileño para conformar antes de finales de año
un Consejo de Defensa Suramericano está andando con prisa
inusual. En Santiago de Chile se produjo la semana que
termina, la segunda reunión a nivel de representantes de los
doce países suramericanos que buscan llegar a acuerdos sobre
el carácter y las funciones que cumpliría ese Consejo. Según
información oficial suministrada por la Cancillería chilena,
organismo que coordina las deliberaciones, los futuros
miembros habrían definido el CDS como un “mecanismo de
diálogo político y cooperación en materias de defensa”. Con
ello, queda a un lado la propuesta de Hugo Chávez, secundada
por Bolivia, de que el CDS debía funcionar como una alianza
militar. No existe en los gobiernos de los principales
países suramericanos, la menor intención de ceder la
conducción de sus fuerzas militares a un hipotético
organismo multinacional suregional.
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La Fuerza Aérea brasileña está analizando las opciones para
su próximo sistema de aviones de combate. Oficialmente
fueron preseleccionadas seis empresas: las estadounidenses
Boeing y Lockheed Martin, la francesa Dassault, la empresa
exportadora rusa Rosoboronexport, la sueca Saab y el
consocio europeo Eurofighter.
Rusia y Francia han hecho amplias gestiones para procurar
ser los ganadores en la venta, en la cual además de los
componentes técnicos estará de por medio los consabidos
elementos políticos.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ya ofreció incluso
la construcción en territorio brasileño de parte de la flota
de aviones Rafale que pudiera ser adquirida por Brasil. Los
rusos habrían ido abriendo la mano en los últimos meses en
cuanto a los “adicionales” que ofrecerían a Brasil a cambio
de la compra de sus Sukhoi. Esos “adicionales” están
relacionados con el interés brasileño de unir transferencia
tecnológica a la compra de los nuevos aviones. Además de
armarse, el gobierno de Brasil y sus empresarios del sector
bélico desean incrementar su catálogo de productos.
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En el alto gobierno brasileño (que no en los altos mandos
militares) existiría un rechazo abierto a la compra de
aviones de origen estadounidense. Se argumenta en ese
sentido el actual veto de Washington a las ventas de equipos
militares sensibles a Venezuela, lo cual se ha reflejado en
los problemas de Venezuela para mantener su flota de aviones
F-16, y las restricciones a que están sometidas empresas de
Brasil y España imposibilitadas para venderle naves
militares a Caracas.
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Pilotos de combate brasileños se encuentran en EEUU para
participar en los juegos de guerra aérea Red Flag. Se trata
de ejercicios en los cuales tradicionalmente participaban
los pilotos venezolanos de aviones caza F-16. La última
ocasión en la cual Venezuela asistió a Red Flag fue en 1996.
La presencia de Brasil deja en evidencia la proximidad y los
puentes que los militares brasileños mantienen con sus pares
estadounidenses.
Este año, además de Brasil, estarán en Red Flag pilotos de
India navegando en aviones Sukhoi-30. Será una oportunidad
para medir las capacidades de los aviones rusos en
condiciones exigentes de combate simulado.
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En caso de Brasil orientarse hacia los aviones rusos, el
equipo en mente sería el Sukhoi Su-35. En la lista de
compras de Chávez a Rusia, se encontraría una nueva veintena
de aviones de combate. Diversas versiones procedentes de
Moscú coinciden en que Venezuela estaría interesada en
adquirir el Su-35. La producción masiva de Su-35 apenas
comienza y la entrega sólo sería posible a comienzos de la
próxima década.
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La diplomacia brasileña (civil y militar) anda a toda
máquina. Satisfecho con el logro de crear UNASUR, Lula da
Silva se propone convertirse en el reactivador de la
“integración latinoamericana”, para lo cual está convocando
a una cita presidencial continental (sin EEUU ni Canadá)
para el próximo mes de diciembre.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |