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Una guerra fría y a crédito
por Edgar C. Otálvora
domingo, 27 julio 2008


Las compras de armas, así como el envío de recursos a gobiernos “amigos”, son dos temas que están erosionando la imagen de Hugo Chávez dentro de sus propios seguidores en Venezuela.
Esta semana el gobierno venezolano se mostró particularmente sensible a la divulgación de cifras de sus gastos en armamentos rusos. La agencia Interfax (privada pero vinculada con el gobierno ruso), distribuyó el sábado 19 de julio, un cable donde comentaba que la industria militar rusa esperaba concertar ventas a Venezuela hasta por US$ 30.000 millones en equipos que serían entregados hasta el 2012. La cifra causó escándalo en Venezuela porque representaba un monto muy cercano al total de las actuales reservas internacionales del país. La información no fue desmentida por Caracas sino hasta la madrugada moscovita del jueves 24 de julio, cuando ya con Chávez en tierra rusa, Interfax repitió la noticia y el supuesto monto de las nuevas compras bélicas.

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El gobierno venezolano, que hasta ahora actuaba con jactancia sobre sus compras militares a Rusia, emitió un comunicado desmintiendo a Interfax. El canciller venezolano, Nicolás Maduro, afirmó en Madrid el viernes que Chávez había sido “blanco de una inusitada maquinaria mediática adversa que utilizó la mentira y la manipulación de la realidad”, aunque se abstuvo de especificar que lo que Caracas consideró “ataques” fueron cables emitidos por la agencia rusa.

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Diversas fuentes aseguran que las nuevas compras de armamento ruso por parte de Venezuela se enfrentan a dificultades. El gobierno ruso, durante la estadía de Chávez en Moscú, emitió un comunicado afirmando que las ventas bélicas a Venezuela se realizan “conforme a las obligaciones internacionales y legislaciones de ambos países". Tanta delicadeza hizo sospechar que Rusia habría presentado quejas de carácter político a la delegación venezolana. Las relaciones de Miraflores con las Farc, al parecer, estarían molestando hasta por los lados del Kremlin, según analistas europeos consultados.
Incluso el anuncio de Chávez de su apoyo a la presencia de una flota rusa en el Caribe, no fue bien recibida a nivel oficial de Moscú. Existe la percepción de que Chávez se mueve en una lógica de confrontación de bloques al estilo de la pasada “guerra fría”, en la cual sólo creen algunos sectores minoritarios del mudo político militar ruso.
Rusia vende armas a Venezuela como lo hace a Colombia y aspira hacerlo a Brasil. En ello existe un interés comercial y no la definición de una alianza estratégica como la pregonada por Chávez.

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Otro punto de roce entre Caracas y Moscú habría sido la solicitud de venta a crédito que presentaron los negociadores venezolanos. El precio de la nueva lista de compras bélicas venezolanas a Rusia estaría en la creíble cifra de entre 5 y 6 mil millones de dólares, según la agencia Ria-Novosti.

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El proyecto brasileño para conformar antes de finales de año un Consejo de Defensa Suramericano está andando con prisa inusual. En Santiago de Chile se produjo la semana que termina, la segunda reunión a nivel de representantes de los doce países suramericanos que buscan llegar a acuerdos sobre el carácter y las funciones que cumpliría ese Consejo. Según información oficial suministrada por la Cancillería chilena, organismo que coordina las deliberaciones, los futuros miembros habrían definido el CDS como un “mecanismo de diálogo político y cooperación en materias de defensa”. Con ello, queda a un lado la propuesta de Hugo Chávez, secundada por Bolivia, de que el CDS debía funcionar como una alianza militar. No existe en los gobiernos de los principales países suramericanos, la menor intención de ceder la conducción de sus fuerzas militares a un hipotético organismo multinacional suregional.

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La Fuerza Aérea brasileña está analizando las opciones para su próximo sistema de aviones de combate. Oficialmente fueron preseleccionadas seis empresas: las estadounidenses Boeing y Lockheed Martin, la francesa Dassault, la empresa exportadora rusa Rosoboronexport, la sueca Saab y el consocio europeo Eurofighter.
Rusia y Francia han hecho amplias gestiones para procurar ser los ganadores en la venta, en la cual además de los componentes técnicos estará de por medio los consabidos elementos políticos.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ya ofreció incluso la construcción en territorio brasileño de parte de la flota de aviones Rafale que pudiera ser adquirida por Brasil. Los rusos habrían ido abriendo la mano en los últimos meses en cuanto a los “adicionales” que ofrecerían a Brasil a cambio de la compra de sus Sukhoi. Esos “adicionales” están relacionados con el interés brasileño de unir transferencia tecnológica a la compra de los nuevos aviones. Además de armarse, el gobierno de Brasil y sus empresarios del sector bélico desean incrementar su catálogo de productos.

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En el alto gobierno brasileño (que no en los altos mandos militares) existiría un rechazo abierto a la compra de aviones de origen estadounidense. Se argumenta en ese sentido el actual veto de Washington a las ventas de equipos militares sensibles a Venezuela, lo cual se ha reflejado en los problemas de Venezuela para mantener su flota de aviones F-16, y las restricciones a que están sometidas empresas de Brasil y España imposibilitadas para venderle naves militares a Caracas.
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Pilotos de combate brasileños se encuentran en EEUU para participar en los juegos de guerra aérea Red Flag. Se trata de ejercicios en los cuales tradicionalmente participaban los pilotos venezolanos de aviones caza F-16. La última ocasión en la cual Venezuela asistió a Red Flag fue en 1996. La presencia de Brasil deja en evidencia la proximidad y los puentes que los militares brasileños mantienen con sus pares estadounidenses.
Este año, además de Brasil, estarán en Red Flag pilotos de India navegando en aviones Sukhoi-30. Será una oportunidad para medir las capacidades de los aviones rusos en condiciones exigentes de combate simulado.

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En caso de Brasil orientarse hacia los aviones rusos, el equipo en mente sería el Sukhoi Su-35. En la lista de compras de Chávez a Rusia, se encontraría una nueva veintena de aviones de combate. Diversas versiones procedentes de Moscú coinciden en que Venezuela estaría interesada en adquirir el Su-35. La producción masiva de Su-35 apenas comienza y la entrega sólo sería posible a comienzos de la próxima década.

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La diplomacia brasileña (civil y militar) anda a toda máquina. Satisfecho con el logro de crear UNASUR, Lula da Silva se propone convertirse en el reactivador de la “integración latinoamericana”, para lo cual está convocando a una cita presidencial continental (sin EEUU ni Canadá) para el próximo mes de diciembre.

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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