Hugo
Chávez es el primer mandatario venezolano, en muchas
décadas, que menciona expresamente la palabra "guerra" para
referirse a Colombia. Alegando la presencia de altos
funcionarios estadounidenses en Colombia durante la última
semana, Chávez afirmó, en rueda de prensa acompañado del
comandante Daniel Ortega, que Colombia estaría "fraguando
una conspiración bélica contra Venezuela". Chávez igualmente
amenazó con iniciar hostilidades, al afirmar
que : "la provocación buscaría
obligarnos a dar una respuesta que podría ir a una guerra".
Las declaraciones de Chávez se producen luego que el
anterior domingo dedicara, durante su programa de TV,
epítetos como mafioso, cizañero, o Vito
Corleone, entre otros, contra el jefe de estado de la
vecina Colombia.
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Ortega siguiendo la ruta de su anfitrión, optó por denunciar
a Colombia desde Caracas, por presencia de la Armada
colombiana en las aguas bajo disputa con Nicaragua. El
nicaragüense acusó a Colombia de ser un instrumento de
Washington.
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El
juego diplomático entre Caracas y Bogotá está trancado.
Bogotá busca mantener abiertos los canales de comunicación
oficiales. El gobierno chavista, por el contrario, ha
cerrado las pocas ventanas de comunicación que a nivel
diplomático existían.
Según fuentes bogotanas, el embajador de Colombia en
Venezuela, Fernando Marín Valencia, informó a Uribe sobre la
imposibilidad de comunicarse, incluso telefónicamente, con
el alto gobierno en Caracas. Incluso están paralizadas las
pocas relaciones institucionales que fluían en los últimos
años a nivel de la Comisión de Asuntos Fronterizos,
encabezada en el caso venezolano por el superintendente
aduanero José Vielma Mora.
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Hace dos semanas Venezuela cambió al Encargado de Negocios
en la embajada en Bogotá, donde ya no hay Embajador. El
recién llegado, que ya fue funcionario en esa Embajada en
los años 90, es un diplomático de carrera sin acceso directo
con el alto gobierno venezolano. Pareciera comprobarse la
decisión de Chávez de minimizar la presencia diplomática en
Colombia.
La
ausencia de contactos fluidos entre los dos gobiernos es un
potencializador para que
cualquier pequeño (y usual) incidente fronterizo pueda
devenir en una verdadera crisis militar entre los dos
países.
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Desde noviembre cuando Uribe prescindió de sus servicios
como facilitador ante las Farc,
Chávez anunció diversas represalias contra el gobierno
colombiano. Uribe cortó las alas a Chávez como interlocutor
oficial ante las Farc, alegando que los contactos de
Caracas con el Secretariado de la guerrilla bajo la excusa
de la liberación de secuestrados, estaban adquiriendo
características inadecuadas. Chávez se mostraba públicamente
cada vez más cercano a las Farc y embarcado en una campaña
internacional para mejorar la imagen de la golpeada
guerrilla colombiana.
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Cuando Uribe -en un raro momento de absoluta sinceridad ante
Chávez- denunció la existencia de un plan de expansión de la
revolución bolivariana sobre Colombia, quedaron puestas
definitivamente las cartas de ambos sobre la mesa. Desde
entonces, Chávez ha desarrollado una intensa campaña -con
múltiples frentes- para desacreditar a Uribe, demostrarle el
poderío político, económico y militar, así como la osadía de
la cual es capaz el actual gobierno venezolano cuando el
Presidente se siente retado.
Adicionalmente, Chávez pareciera haber decidido que este era
el momento oportuno para lanzar públicamente su proyecto
político hacia Colombia: legalización de las Farc, alianza
política de la izquierda hacia las elecciones del 2010,
incorporación de Colombia al eje La Habana-Caracas.
En
ese contexto, Chávez organizó la fracasada Operación
Emmanuel, la cual se diseñó como un operativo en territorio
colombiano sin participación - y con notificación a última
hora- del gobierno Uribe.
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Aparte de los gruesos ataques verbales contra Uribe, Chávez
continuaría en cercano contacto con el Secretariado de las
Farc, a espaldas de Bogotá. La información fue divulgada el
viernes por Carlos Lozano, el director de La Voz, el
semanario comunista colombiano.
En
otro frente de confrontación contra Colombia, Chávez ha
vinculado en sus recientes discursos dos temas: el
desabastecimiento de alimentos en Venezuela con el
contrabando de productos hacia Colombia, al parecer
promoviendo razones "domésticas" para el enfrentamiento con
Uribe. Se trataría de una maniobra compleja que buscaría un
chivo expiatorio externo para uno de los problemas que mayor
daño han causado a la popularidad del mandatario venezolano.
Chávez ha insistido en la connotación militar de la
operación para impedir el flujo de alimentos y gasolina
hacia las zonas fronterizas con Colombia.
Internacionalmente, este control de la carga fue entendido
como la "militarización" de la frontera por parte de Chávez,
y ha sido calificada como la primera movida de Venezuela
ante un escenario potencialmente bélico.
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Las últimas semanas fueron escenario para una medición de
apoyo internacional entre Uribe y Chávez. El éxito mediático
obtenido por Chávez al lograr que las Farc le entregaran a
dos secuestradas se convirtió rápidamente en una derrota.
Para gobiernos amigos y mandatarios que sienten simpatía
personal hacia Chávez resultó imposible apoyar la propuesta
de otorgar reconocimiento legal a las Farc. Al parecer, el
Club de Chávez contra Uribe
apenas logró captar Ortega.
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En
tanto, Uribe con el apoyo político interno reconstruido, se
fue a Europa para contar su versión de los hechos y negociar
el apoyo internacional para una gestión ante las Farc.
Francia, España y Suiza le garantizaron su participación en
un esquema de facilitación, diseñado siguiendo rígidas
normas diplomáticas, que no dejan espacio para el
voluntarismo de Chávez y que frenan los ímpetus del francés
Nicolás Sarkozy.
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En
Washington pareciera estarse reconstruyendo la alianza
bipartidista que permitió en el pasado la ejecución del Plan
Colombia. Por más de dos años la bancada demócrata en el
Congreso de EEUU, ha obstaculizado las iniciativas de
la Casa Banca hacia Colombia. Tanto congresistas como
sindicalistas demócratas, han estado abiertos a sectores de
la izquierda colombiana que acusan (como ahora lo hace
Chávez) a Uribe de ser un agente del
paramilitarismo. Esta versión ha comenzado a
debilitarse y, al parecer, existe dentro de líderes
demócratas la intención de reevaluar su posición ante el
conflicto colombiano. Nueve diputados del Partidos Demócrata
formaron parte de la delegación que acompañó a la secretaria
de Estado, Condoleezza Rice, en
su visita a Medellín esta semana. La señora Rice llevó un
mensaje a Uribe: Colombia cuenta con el apoyo de EEUU por
encima de las diferencias partidistas.
* |
Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |