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Chávez: el recurso estratégico de Rusia
por Edgar C. Otálvora
domingo, 21 septiembre 2008


La reunión de los presidentes suramericanos para atender el tema de la crisis en Bolivia fue la escena para una medición de fuerzas entre Lula da Silva y Hugo Chávez. El resultado no pareciera haber favorecido al venezolano. La reunión se materializó el lunes 15 de septiembre en Santiago de Chile, pero las tensiones comenzaron a sentirse desde la semana anterior.

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Brasilia tenía en mente jugar en la crisis de Bolivia, un rol análogo al cumplido en otras circunstancias como árbitro subregional. Lula da Silva ordenó a su operador internacional, Marco Aurelio García, que viajara a La Paz como emisario especial para canalizar la creación de un mecanismo de diálogo entre Evo Morales y la oposición. García viajaría a Bolivia acompañado de Samuel Pinheiro Guimarães, el Secretario General de la Cancillería de Brasil: dos hombres de izquierda que podían garantizar la confianza de Evo en la propuesta brasileña.

En el mecanismo ideado por Brasil, este país actuaría como el facilitador de la pacificación de Bolivia, acompañado por Colombia y Argentina. Diversas fuentes de la capital brasileña confirman que el viaje llegó a ser planeado y concertado con la cancillería boliviana y personalmente por Lula da Silva con Evo Morales.

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Una aeronave militar brasileña estuvo preparada en la Base Aérea de Brasilia para levantar vuelo en la mañana del jueves 11 de septiembre y llevar a García y Guimarães a su misión. El viaje se habría abortado ante un mensaje llegado desde La Paz, mediante el cual el gobierno boliviano suspendía la visita de los brasileños y, transmitía a Lula da Silva el desinterés de Morales en las gestiones de Brasil. Para los operadores diplomáticos brasileños no era un secreto que la mano e inspiración de Hugo Chávez estaba operando en las decisiones de Morales. Y en ese momento, Chávez estaba en una onda de aguda confrontación verbal contra EEUU de la cual Morales se había convertido en su justificación.

La expulsión de los embajadores de EEUU en La Paz y Caracas fueron hechos concatenados y coordinados previamente por Chávez y Morales, según las más diversas fuentes. El malestar de múltiples sectores bolivianos por la omnipresencia de Chávez en la gestión de Morales, se vio agudizada esos días, además, por las reiteradas declaraciones de Chávez y su canciller en contra del jefe de las Fuerzas Armadas bolivianas. Chávez es parte de las causas de la crisis en Bolivia, es una conclusión que comparten diversas cancillerías suramericanas.

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La reacción de Lula da Silva fue inmediata. Ante las gestiones de Cristina Kirchner para que Chile convocara una reunión extraordinaria de Unasur, Lula públicamente se mostró poco interesado en asistir al evento. Lula afirmó que esa reunión sería inútil si no existía el compromiso de los bolivianos de aceptar las conclusiones de ese evento. En los corredores del poder en Brasilia se daba como un hecho que Morales tenía poco interés en una solución pacífica a la crisis y que por el contrario, estaba agregando nuevos elementos de tensión. De hecho, Morales no confirmó su asistencia a la reunión de Unasur sino hasta último momento. A Santiago de Chile, el presidente boliviano arribó en un jet suministrado por el gobierno de Chávez.

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Unasur aún no existe, es la opinión de diversos expertos en derecho internacional. Si bien el tratado constitutivo fue firmado el 23 de mayo pasado, su ratificación por los parlamentos de cada uno de los países, aún no se ha producido. De hecho, sólo Bolivia ha ratificado el tratado. Así las cosas, la reunión de Santiago fue un encuentro presidencial de consultas pero sin que sus decisiones sean obligantes para las partes.

En todo caso, Unasur se estrenó como un espacio de debate político. Por lo menos dos temas conflictivos fueron tratados en la mesa. Venezuela, con el apoyo de Bolivia, buscó convertir a Unasur en un resonador de su discurso anti EEUU. Chávez aspiraba que en la declaración de La Moneda se incluyera un párrafo denunciando a EEUU por injerencia. Chávez fue derrotado en esta aspiración.

El propio Chávez ha confesado que él se opuso, por su parte, a que la declaración hiciera una mención al papel que podía cumplir la OEA en la solución del caso boliviano. De esa manera, Chávez le sacó la alfombra al Secretario de la OEA, el chileno José Insulza, presente en la sala y que anda en campaña pre-electoral presidencial en su país.

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Las luces de emergencia están prendidas en Brasilia ante la crisis boliviana. Las respuestas se están dando en diversos terrenos. Los pasos fronterizos con Bolivia fueron militarizados ante la creciente salida de bolivianos hacia territorio de Brasil, buscando refugio. Alternativas al suministro de gas boliviano comienzan a ser percibidas como de emergencia, en algunos sectores empresariales.

En el plano diplomático, Lula designó a un respetadísimo miembro de Itamaraty, el embajador Luiz Felipe de Macedo Soares, como su representante en la Comisión de Apoyo al gobierno de Bolivia creada por Unasur. Venezuela, por su parte, designó a Bernardo Álvarez quien encabezara la misión diplomática de Venezuela en Washington y que fuera expulsado por EEUU una semana atrás.

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Tanto en las alturas políticas como en medios militares brasileños, se siete alto malestar por la apertura de Venezuela a naves y personal militar ruso. La importación a tierras suramericanas del conflicto Rusia-EEUU es visto con preocupación incluso a nivel de la Presidencia brasileña.

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Sergei Chemezov, director general del poderoso conglomerado industrial militar ruso Rostekhnologii, develó las próximas compras armamentistas venezolanas. Tal como se había comentado en medios internacionales en los últimos meses, Chávez aspira comprar una flotilla de aviones Su-35, superiores a los 24 Su-30 que ya posee.

La producción de Su-35 apenas comienza y los nuevos aviones de combate podrían estar en manos venezolanas, de concretarse en negocio, en un plazo de tres o cuatro años.

El Su-35 fue el equipo que Rusia ofreció a Brasil, país que está en vía de renovar su arsenal aéreo. El gobierno Lula optó por una alianza con Francia, rechazando ofertas de EEUU y Rusia.

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El rol de Venezuela como sitio de desembarco de Rusia en tierra firme en Latinoamérica, ha convertido al país en elemento usualmente citado en diversos análisis y comentarios (muchos de ellos con franco carácter propagandístico) que la prensa rusa pro oficialista suele publicar en relación al cuadro político internacional. El analista Alexei Pankin de la agencia RIA Novosti, por ejemplo, no ha dudado en calificar a Hugo Chávez como un “recurso estratégico de Rusia”.

Aparte de ansioso comprador de armas, Venezuela comienza a ser divisada en Moscú como terreno para instalar industria militar de baja tecnología (transportes militares, v.g.) para atender el creciente mercado regional. También la prensa rusa presenta a Venezuela como la plataforma para que Rusia gane presencia en la poco vigilada frontera sur de EEUU.
 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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