Hugo
Chávez ya no tiene Embajador en Bogotá. El gobierno de
Venezuela está preparando desde noviembre pasado su aparato
diplomático para una ruptura de relaciones con Colombia.
Chávez la está provocando con una línea confrontacional
directa contra Álvaro Uribe. Pero Chávez no quiere ser quien
tome la decisión de cerrar las respectivas misiones
diplomáticas. Dentro de esa línea, Chávez y su gobierno
(incluyendo a la mayoría monocolor de la Asamblea Nacional),
ha ejecutado acciones y ha expresado criterios que a juicio
de diversos analistas consultados, obligaría a Bogotá a
retirar su Embajador en Caracas. Siguiendo el manual no
escrito de las relaciones internacionales podría tratarse de
un retiro temporal bajo la figura de “llamado a consultas”.
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Pavel Rondón, el Embajador ante Colombia, permanece en
Venezuela desde cuando fue llamado a consultas en el mes de
noviembre. Diplomáticos latinoamericanos acreditados en
Bogotá han escuchado a sus colegas venezolanos afirmar que
Rondón no vuelve. El siguiente paso hacia una ruptura sería
que Venezuela retire de Bogotá a su cuerpo diplomático
(incluyendo a los agregados militares) y limite las
relaciones al nivel consular. Otro tanto estaría en la
cartilla colombiana de reacción.
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A mediados del año pasado era inocultable la formación de
una virtual alianza de quienes procuraban la salida
anticipada de Uribe del cargo, bajo acusaciones de vínculos
con el paramilitarismo y hasta de fraude electoral, además
de enrostrarle supuesta insensibilidad ante los
secuestrados. En ese barco estaban montados desde sectores
de la izquierda legal hasta del partido Liberal, incluyendo
además a un ala del Partido Demócrata estadounidense y a
influyentes operadores de la cancillería francesa.
Primero con su decisión unilateral de amnistiar al Canciller
de las Farc, Rodrigo Granda y luego, con la decisión de
colocar a la senadora Piedad Córdoba y a Chávez en el rol de
facilitadores ante las Farc, el colombiano logró bajar el
nivel de los ataques que recibía.
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La casi diaria carga de epítetos de Chávez contra Uribe y el
anuncio del venezolano de que comparte el programa político
(“bolivariano”) de las Farc, cambió el panorama político
interno colombiano. El llamado de Chávez para que saquen a
las Farc de la lista de organizaciones terroristas y que se
les confiera reconocimiento diplomático como fuerza
beligerante, logró galvanizar un frente alrededor de Uribe,
impensable seis meses atrás.
Abiertos contradictores de Uribe como los expresidentes
Cesar Gaviria (cabeza formal del Partido Liberal) y el
conservador Andrés Pastrana, han arrimado su apoyo al
Presidente. Incluso desde el izquierdista Polo Democrático
han surgido rechazos a la conducta de Chávez y respaldo a
Uribe como jefe del Estado colombiano. El más notorio de
ellos es el del parlamentario Gustavo Petro, ex -socio
político de Chávez.
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Desde Bogotá ya no se ve a Chávez como un vehemente y
desmedido mandatario extranjero que quiere ayudar a
Colombia, incluso al precio de inmiscuirse indebidamente en
los asuntos internos. En los últimos días la imagen de
Chávez cambió: ahora es la del mandatario extranjero que
ejecuta una estrategia contra el Estado colombiano con un
franco apoyo político a las organizaciones alzadas en armas.
Esta imagen se ha visto reforzada, además, por la rutinaria
presencia de la senadora Piedad Córdoba en el séquito
presidencial venezolano. Córdoba se ha convertido en la
pieza mediática que prueba la existencia de un plan
coordinado entre Miraflores, las Farc y sectores de la
izquierda colombiana que ninguno de ellos busca esconder. El
anuncio de Chávez en el mensaje anual ante la Asamblea
Nacional a favor del reconocimiento de las Farc como fuerza
beligerante, fue acompañado de simultáneas declaraciones de
las Farc y de Córdoba.
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El miércoles pasado, la Cancillería colombiana emitió un
duro comunicado acusando directamente a Chávez de injerencia
en asuntos internos de Colombia. La respuesta de la
Cancillería venezolana al comunicado colombiano, está siendo
objeto de pormenorizado estudio no sólo en Bogotá sino en
otras cancillerías de la región. Aparte de nuevos ataques
personales contra Uribe, el comunicado suscrito por el
canciller venezolano Nicolás Maduro, “justifica, cualquier
medida que, en el marco del derecho internacional, el
gobierno bolivariano pueda tomar para regularizar esta
situación.”. La situación que aspira a “regularizar” el
gobierno venezolano, según su Cancillería, es nada más y
nada menos que el conflicto interno colombiano.
Diplomáticos extranjeros consultados opinan que el
comunicado venezolano busca justificar la injerencia
unilateral de Chávez en Colombia, asunto en el cual no
contará con el respaldo de prácticamente ningún gobierno de
la región. Otros opinan que Chávez copia el estilo imperial
que tanto rechaza cuando se trata de los gringos.
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El comunicado del canciller Maduro delata preocupación por
el impacto negativo que pudiera sufrir la imagen de Chávez
entre la extensa colectividad colombiana asentada en
Venezuela. Luego de numerosos párrafos para apalear a Uribe,
el texto de la Cancillería venezolana reza así: “el
Presidente Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana han dado
testimonios concretos de amor y solidaridad con nuestros
hermanos colombianos. Por primera vez en la historia se
regularizó la vida legal de miles de ciudadanos de origen
colombiano (…) Hoy en día, viven bajo el amparo del Gobierno
Bolivariano, libres, en familia y en paz.”.
Aparte de las palabras de la Cancillería, el gobierno
venezolano anunció esta semana el otorgamiento de créditos a
refugiados colombianos para que abran negocios en Venezuela.
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En Miraflores habría causado molestia que la Asamblea
Nacional se apresurara a aprobar una moción de respaldo a la
posición de Chávez a favor de las Farc. El pronunciamiento
fue interpretado internacionalmente como una decisión
legislativa que le daba rango de ley al reconocimiento de
las Farc. En la agenda de Chávez está una intensa campaña
personal entre los gobiernos que considera amigos, para
provocar pronunciamientos de apoyo a favor del
reconocimiento de las Farc. Hasta el -no tan cercano-
gobierno de México habría sido tocado por Chávez. La campaña
hasta ahora habría sido poco efectiva, más allá de la
periferia del Eje La Habana-Caracas
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Los próximos pasos de Chávez en su confrontación con
Colombia y de reafirmación de su reconocimiento y apoyo a
las Farc, dependería de la alianza internacional que logre
armarse con ese propósito. Debe suponerse que la diplomacia
paralela de Venezuela, la cancillería cubana y el aparato
internacional de las Farc (especialmente activo en Europa)
están trabajando intensamente en ese sentido. Para ello
además podrían contar con un caldo de cultivo favorable
proporcionado por las pugnas electorales en EEUU.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |