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Chávez busca enamorar al Obispo
por Edgar C. Otálvora
viernes, 20 junio 2008


Paraguay se ha convertido en la gran incógnita política suramericana. La condición de hombre de izquierda hace del obispo Fernando Lugo un candidato a cerrar filas con Hugo Chávez, una vez que el paraguayo tome posesión de la Presidencia de su país el próximo mes de agosto. Pero recientes comentarios del presidente electo y la línea de pensamiento que ha mostrado en los últimos años, hacen dudar de que entre su gobierno y el venezolano se produzca un matrimonio al estilo del creado por Chávez con el gobierno boliviano

Lugo afirmó en Ecuador que espera mantener relaciones fraternales con los gobiernos de la región incluyendo a Venezuela, pero eso no significaba su anexión a una alianza de países de izquierda. Esta declaración se compadece con la perspectiva de analistas que han seguido los pasos de Lugo, según los cuales no se trata de un comunista y que su pensamiento es de izquierda democrática.

Operación ganarse a Lugo

Simpatías y cercanías ideológicas no son sinónimos de alianzas, pero si ayudan a crearlas. El Eje La Haba-Caracas está configurando su paquete de cooperación para el gobierno de Lugo, buscando repetir la experiencia boliviana de rodear al naciente gobierno para protegerlo de la oposición interna y de las malquerencias de Washington. Tras el encuentro en Miraflores, el Obispo visitante habló de Venezuela como ejemplo de solidaridad internacional. La palabra “cooperación” fue rápidamente incorporada en las declaraciones de Lugo y desde ya se mencionan acciones en las áreas de energía (oferta venezolana de ventas a bajos precios y eventual oferta de refinería), salud (programas cubano-bolivarianos de asistencia médica) y de alimentos (compras de agroproductos paraguayos por la voraz Venezuela).

Aparte de las ofertas materiales, Chávez dispuso un programa para alagar a Lugo. La llegada de Lugo al Palacio de Miraflores fue transmitida en cadena de radio y TV. Incluso Chávez una semana antes había comentado en uno de sus usuales programas de TV, que Lugo aspiraba reunirse con sus amigos obispos venezolanos, incluyendo a Monseñor Baltazar Porras. El hecho fue objeto de burla presidencial por el hecho de que Porras es uno de los usuales blancos de Chávez en sus ataques a la Iglesia venezolana. Pero Chávez organizó una agenda para Lugo donde lo religioso fuera predominante, pero lo “religioso” a la manera que lo entiende el presidente venezolano. La agenda con alto contenido “religioso” incluyó abundantes referencias bíblicas en las palabras de Chávez y la asistencia a una misa calificada de “ecuménica” y oficiada por un sacerdote políticamente seguidor del Gobierno. La intención de impedir un acceso directo de Lugo a la Iglesia resultó obvia. Quizás Chávez supone que Lugo ha roto con la jerarquía vaticana, lo cual no es cierto.

Al final de la jornada, el viceministro para América Latina, el teniente coronel y ex seminarista Francisco Arias Cárdenas, aseguró que con esta visita comienza la “integración espiritual” entre los dos gobiernos. Nadie sabe muy bien de que se trata ese tipo de “integración”.

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  Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta


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