El
domingo 20 de abril se realizan elecciones en Paraguay que
podrían convertir a ese pequeño país en un nuevo eslabón de
la izquierda latinoamericana. El candidato que obtenga la
mayoría simple de votos será el nuevo Presidente del país
guaraní y las encuestas muestran una cerrada pugna entre
tres opciones, una de ellas de potencial rompe
institucional.
La mesa está servida y las opciones son contrastantes. La
señora Blanca Ovelar se presenta a nombre del histórico
Partido Colorado. El general Luis Oviedo representa la
reacción desde el centro-derecha contra el largo mandato
colorado. El obispo (suspendido de funciones) Fernando Lugo
alza banderas de reivindicación popular y promete profundos
cambios sociales. Repitiéndose un fenómeno que ha cundido en
la región en los últimos años, la campaña electoral ha
estado minada de aspectos y temas extranjeros. La alta
gravitación de Paraguay hacia Brasil, hizo que el eventual
apoyo de Lula da Silva a alguno de los candidatos fuera uno
de los temas relevantes. A su vez, la figura de Hugo Chávez
se hizo presente hasta en cartelones de propaganda que
buscaban resaltar la vinculación entre Lugo y los gobiernos
de Venezuela y Bolivia. Tanto Caracas como La Paz
reaccionaron airadas y oficialmente rechazaron que a sus
presidentes se les vinculara con la candidatura del obispo
Lugo y con la mácula de la palabra “conflicto”.
Colorados y Oviedo
El miércoles en la noche, los colorados realizaron su
concentración de cierre de campaña. El presidente Nicanor
Duarte quien ha participado activamente en la campaña, se
dirigió a los presentes. En uno de los apartes de su
discurso, y refiriéndose a la alianza que promueve la
candidatura de Lugo, afirmo: “esta alianza que les pide
socorro a líderes sindicales argentinos fracasados, venales
y corruptos no podrá con nosotros”. Para luego señalar que
“no van a venir bandidos de Ecuador, Venezuela o Colombia a
querer dictarnos cátedra de democracia”.
Las encuestas señalan que el enemigo a vencer sería Lugo, a
juicio del oficialismo. Por ello los ataques más cerrados no
se producen contra Oviedo, sino contra el cura alzado contra
el sistema. Las palabras de Duarte durante la clausura de la
campaña de la ex ministra Blanca Ovelar, retrataron lo que
es uno de los puntos en los cuales se han basado los ataques
contra Lugo: sus vinculaciones con la izquierda radical
identificada en Chávez, el boliviano Evo Morales y las Farc.
En las últimas horas, el gobierno incluso advirtió sobre el
ingreso de “agentes” venezolanos y ecuatorianos que tendrían
como misión crear focos de violencia luego que se conozcan
los escrutinios electorales. Los colorados sostienen que su
candidata ganará y la izquierda radical se apresta a
desconocer esos resultados.
Por su parte el general Lino Oviedo, recordado por su
intento de golpe de 1996, se presenta como la opción en
contra del continuismo colorado, pero como la carta para
bloquear el ascenso de la izquierda.
Obispo a su pesar
Fernando Lugo, quien ejerciera hasta el año pasado su
apostolado como obispo, es la figura central de las
elecciones paraguayas. Para bien o mal, su imagen ha sido
tomada por los medios internacionales quienes se muestran el
proceso electoral como un torneo de todos contra Lugo. La
Alianza Patriótica para el Cambio, es una verdadera sopa de
letras de partidos, que se han concentrado alrededor de la
imagen del cura rebelde de Lugo. Sus ofertas electorales
incluyen la renegociación con Brasil y Argentina de los
negocios de generación eléctrica conjuntos, buscando subir
los ingresos de divisas del país. Por otra parte, Lugo está
ofreciendo una reforma agraria que amenaza con paralizar el
boom paraguayo de la soja, en el cual los inmigrantes
brasileños juegan un papel relevante. Pero lo sustantivo de
la oferta de Lugo reside en poner fin a la continua
hegemonía colorada. Un cambio de actores políticos es lo que
está ofreciendo Lugo.
Pese a sus deseos de renunciar a su condición eclesiástica,
el Vaticano negó su petición Inicialmente la izquierda
presentó este hecho como un intento vaticano para frenar a
Lugo ya que siendo sacerdote estaría legalmente impedido
para presentar su candidatura. El Vaticano optó por expedir
una suspensión a divinis a Lugo lo cual le facultó para
postularse por ya no estar en ejercicio sacerdotal. De ganar
Lugo, el Vaticano tendría un obispo “congelado” como jefe de
Estado en Paraguay. De perder, Lugo podría regresar a sus
funciones en la Iglesia.
Lugo ha negado sus relaciones con las Farc y con los
gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Su condición de
cura seguidor de la Teología de la Liberación, sin embargo,
lo hace un candidato a convertir su gobierno en un aliado
del Eje La Hababa-Caracas. Las simpatías hacia Lugo por
parte de la izquierda bolivariana son públicas y su puente
con el chavismo pareciera concretarse a través de
organizaciones argentinas.
Brasil en el medio
Lula da Silva ha recibido a los candidatos paraguayos, todos
ellos deseosos de poder mostrar la bendición brasiliense
como parte de sus méritos. El primero de ellos fue Oviedo,
quien no oculta sus simpatías por Brasil y presentó un plan
para trabajar conjuntamente en el seno del Mercosur. Su
visita fue ampliamente difundida incluso por la agencia
oficial brasileña, y varias fotos con Lula, departiendo en
una sala de estar dentro del Palacio de Planalto fueron
tomadas por la ocasión. El paso de Lugo por Brasilia a
principios de abril fue distinto, y la prensa lo siguió con
expectativas. Su discurso antibrasileño contrasta con la
proximidad ideológica con el gobernante Partido de los
Trabajadores brasileño. En manga de camisa entró Lugo a
Planalto y a su salida mostró un tono conciliador en sus
reclamos contra Brasil. Lugo fue objeto de un recibimiento
especial por la cúpula del PT, con lo cual el obispo si bien
no fue ungido por Lula si lo fue por el partido del
Presidente. Para Brasil la decisión no es fácil. Lugo
amenaza con convertirse en un foco de perturbación política
en las proximidades de Brasil, afectando aspectos
geopolíticos. Además, de cumplirse la oferta electoral de
Lugo, decenas de miles de brasileños asentados en zonas
rurales de Paraguay podrían ver afectados sus intereses. Y
así como Evo Morales impactó en la yugular energética de
Brasil alterando las reglas del mercado del gas, Lugo se
propone tocar intereses brasileños en cuanto a la energía
eléctrica. Pero pese a las consideraciones económicas, al
menos dentro del gobierno Lula existe una clara simpatía por
el obispo paraguayo que podría convertir al Mercosur en un
mar unicolor. En todo caso, Lula intentaría que Lugo bailara
samba y no joropo venezolano.
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Artículo
publicado originalmente en e semanario Zeta,
edición del 18 abril 2008 |