La
liberación de las señoras Consuelo González y Clara Rojas
por parte de las Farc dejó al descubierto -más rápidamente
de lo esperado- el plan político de Hugo Chávez hacia
Colombia.
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Las cámaras del canal internacional del gobierno venezolano
(Telesur), las únicas presentes en el sitio de la
liberación, captaron dos momentos claves para entender el
proceso político impulsado por Chávez y dirigido hacia
Colombia. Con claridad se escuchó cuando Ramón Rodríguez
Chacín, el nuevo Ministro del Interior venezolano,
coordinador de la Operación y usual alto enlace de Caracas
con las Farc, expresó “en nombre del Presidente Chávez,
estamos muy pendientes de su lucha. Mantengan ese espíritu,
mantengan esa fuerza y cuenten con nosotros”. El
interlocutor de Rodríguez era el comandante de la cuadrilla
encargada de la entrega de las secuestradas. Otro momento
relevante fue cuando el ministro venezolano pasó al
comandante guerrillero un teléfono con acceso satelital,
mediante el cual (y según la propia versión de Chávez) el
presidente venezolano y el guerrillero mantuvieron un corto
diálogo.
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La presencia de Germán Sánchez Otero, embajador de Cuba en
Caracas, como el único observador internacional en la
entrega de las secuestradas, evidenció que una vez más Fidel
Castro actuó como puente entre Hugo Chávez y Alvaro Uribe.
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Cuando Chávez aceptó en agosto pasado, servir de facilitador
entre Uribe y las Farc, entendió que se le habría una brecha
para su pregonado interés por lograr que la guerrilla
colombiana se vuelque hacia la ruta electoral. Las Farc
entendieron que la ruta abierta y que pasaba por Caracas, le
podría servir para recuperar presencia internacional,
lavarse la cara tras los asesinatos de 11 diputados que
permanecían en su poder, y avanzar en su aspiración de ser
reconocida oficialmente por terceros países. Por ello, la
entrega de algunos secuestrados comenzó a ganar relevancia
en la vía de mejorar la imagen de las Farc para potenciar su
campaña diplomática internacional.
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Durante los encuentros de Chávez con el comandante de las
Farc Iván Márquez, realizados en el Palacio de Miraflores en
el mes de noviembre, se habría concretado un acuerdo que
incluyó la entrega de pruebas de vida de secuestrados; la
liberación de algunos secuestrados notables (que mostraran
buen estado de salud) en medio de un fuerte apoyo mediático;
la realización de eventos publicitarios en capitales de
Europa, Latinoamérica y hasta en EEUU. El plan de lavarle la
cara a la Farc tendría como primer resultado el
reconocimiento de esa organización por parte de un grupo de
países, según lo adelantó Marulanda en su mensaje de
Navidad. El plan se ha ido cumpliendo y por ello el viernes
pasado Chávez afirmó que las Farc no son una organización
terrorista y pidió que otros países asuman esa posición.
Ante la Asamblea Nacional, Chávez dijo que las Farc son
“verdaderos ejércitos, que ocupan espacio en Colombia... hay
que darles reconocimiento a las Farc y al Eln, son fuerzas
insurgentes que tienen un proyecto político, que tienen un
proyecto bolivariano que aquí es respetado". Chávez de esta
manera abrió las puertas para que las Farc instalen una
representación oficial en Venezuela. Uribe respondió en
pocos minutos: Colombia no comparte el punto de vista de
Chávez.
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El aparato publicitario del gobierno venezolano se volcó en
el afán de demostrar que la liberación de las dos
secuestradas no se produjo en diciembre por culpa del
presidente Uribe. Tanto Chávez en su discurso en la Asamblea
Nacional, como los periodistas de los medios oficiales que
cubrieron las ruedas de prensa dadas por Rojas y González a
altas horas de la noche del viernes, insistían en el tema de
las acciones militares en el trayecto seguido por la
cuadrilla que conducía a las secuestradas. Tanta relevancia
al tema parece reflejar el interés de Miraflores de borrar
el fracaso de la operación inicialmente montada por Chávez y
que fracasó esencialmente por la falta de coordinación con
Colombia.
En medios diplomáticos se comentaba a finales de diciembre
sobre movimientos de las Farc con algunos secuestrados, lo
que hacía presumir que la liberación de González y Rojas se
materializaría efectivamente. El hecho de que la oferta de
entregar al niño Emmanuel se hizo imposible de cumplir (ya
no estaba bajo su control) y el tono agresivo con que se
movía Caracas con respecto a Uribe, llevaron al fracaso de
la operación en la cual curiosamente estaban interesados
tanto las Farc, como Uribe y Chávez, cada uno por motivos
diferentes y hasta antagónicos.
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El esquema de la fracasada Operación Emmanuel de diciembre
fue impuesto por Chávez a Uribe, prácticamente como hecho
cumplido. En Caracas creían que las Farc estaban listas para
la entrega. En un acto que hizo saltar chispas en Bogotá,
Chávez pretendía realizar una operación en territorio
colombiano sin informar al gobierno de ese país sobre el
sitio de la misma. Esa imposición obligaba a Uribe a
suspender las acciones militares en casi todos los teatros
de guerra por un tiempo indefinido, lo cual resultaba
inaceptable para el colombiano. Para la ejecución de la
segunda versión de la Operación Emmanuel, Chávez debió
concertar con Uribe una serie de puntos que convirtieron el
hecho en una acción coordinada. Chávez se vio en la
obligación de informar sobre el sitio aproximado donde se
recibiría a las secuestradas, con lo cual Uribe pudo
paralizar las acciones militares en un área específica.
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Durante la semana previa al anuncio de que Chávez conocía
las coordenadas del sitio de liberación, se produjo un
intenso contacto entre los dos gobiernos. Caracas apagó los
micrófonos por unos días, mientras en Bogotá el gobierno
anunciaba las condiciones bajo las cuales toleraría
eventuales nuevas operaciones humanitarias impulsadas por
gobiernos extranjeros. Discreción, respeto al Estado
colombiano y total información fueron las condiciones que el
martes hizo públicas el Comisionado de Paz, Luís Carlos
Restrepo. Las precisiones de Restrepo se produjeron en
paralelo a la advertencia del Ministro de Defensa, Juan
Manuel Santos, sobre la disposición de derribar cualquier
avión extranjero que intentara una operación clandestina de
rescate. La dura posición de Santos se sumó a la advertencia
que la Cruz Roja Internacional hiciera a Venezuela una
semana antes, en la cual adelantó que la organización
internacional no participaría en acciones de rescate
clandestinas.
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La zona del departamento del Guaviare donde fueron recogidas
las secuestradas dista más de 250 kilómetros de
Villavicencio, la ciudad que en diciembre las Farc y Chávez
habían escogido como centro para la fracasada Operación
Emmanuel. Tal escogencia ahora aparece como un fallido
intento de las Farc de despistar al gobierno colombiano. Los
bombardeos de los cuales se queja el gobierno venezolano y
les achaca el fracaso de la Operación Emmanuel, ocurrieron a
más de 150 kilómetros del perímetro que Chávez había
señalado el 26 de diciembre (rayando un mapa de Colombia
ante las cámaras de Tv) como el escenario de la entrega.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |