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Chávez y Uribe: amores reincidentes
por Edgar C. Otálvora
viernes, 11 julio 2008


Como cada cinco de julio, la embajada venezolana en Bogotá abrió sus puertas este año para recibir a los "amigos de Venezuela" con motivo de la fiesta nacional. La de este año fue una reunión inusual con relación a las recepciones organizadas en las últimas décadas.

La más importante recepción anual de la diplomacia venezolana fue encabezada este año en Bogotá por un funcionario sin rango de Embajador, ya que Venezuela no ha normalizado sus relaciones con Colombia mediante el envío de un Embajador. El anterior jefe de misión (el profesor Pavel Rondón) fue sacado de Bogotá en diciembre pasado, en medio de las tensiones entre Alvaro Uribe y Hugo Chávez por el tema de las Farc. Caracas optó por mantener la jefatura de su embajada en un bajo nivel, con el mensaje de provisionalidad que ello representa en los códigos diplomáticos. En consonancia, la Cancillería colombiana decidió enviar un representante a la fiesta del 04 de julio, atendiendo la invitación de Venezuela en medio de las gestiones por normalizar relaciones. Pero la anunciada presencia del canciller Fernando Araujo nunca se produjo. San Carlos, la quisquillosa cancillería colombiana, optó por enviar al viceministro Camilo Reyes.

Según cuentan asistentes al ágape, entre los asistentes predominaban miembros del Polo Democrático, señalando la especial química que existe entre el gobierno chavista y la izquierda colombiana. Figura prominente entre los invitados fue la senadora Piedad Córdoba, aliada y operadora internacional de Chávez, quien fue objeto de un aplausos por los concurrentes.

En el salón también estaba presente un pequeño grupo de hombres de empresas que hacen negocios con Venezuela. Los aplausos de estos últimos para la señora Córdoba fueron pocos. Su presencia respondía al deseo de conocer para donde van las relaciones entre los dos gobierno y cómo quedarán los mil millonarios negocios que cruzan la frontera.


Vecindad tormentosa

Los pleitos entre Chávez y Uribe ya tienen su propia saga. Dos momentos de especial exaltación tuvieron ocasión a principios del año 2005 y a finales del año 2007.

La captura en Caracas en diciembre del 2004 del "embajador de las Farc", Rodrigo Granda, por un comando militar colombiano, desencadenó la primera crisis grave entre los dos gobiernos. La izquierda radical internacional exigió a Venezuela una conducta fuerte ante Bogotá y el gobierno venezolano accedió iniciándose una creciente ofensiva verbal de Chávez contra Uribe sumada a un boicot comercial a Colombia. Chávez exigía que Uribe viniera a Caracas a ofrecer explicaciones y disculpas. La crisis se resolvió rápidamente. En febrero del 2005, un moderado Uribe visitó Miraflores y se recompuso el clima entre los presidentes. A lo largo del 2005 las relaciones mejoraron ampliamente. Acuerdos secretos de cooperación en materia de seguridad se sumaron a la decisión de adelantar un proyecto gasífero promovido por la estadounidense Chevron Texaco.

El comercio bilateral florecía, todo parecía normal pero el mar de fondo de los vínculos entre el gobierno venezolano y las Farc iba ganando espacio. La muerte de varios oficiales de inteligencia colombiana en territorio venezolano, dejó en evidencia que a mediados del 2007 la clase de tensiones que comenzaban a crearse entre los dos gobiernos. En Bogotá, los militares encabezados por su ministro Juan Manuel Santos, insistían ante Uribe sobre el papel que Venezuela cumplía como apoyo a las Farc, resaltando que tal hecho era imposible que ocurriera sin el consentimiento de Chávez. Las alianzas de Chávez con los sectores más radicales del continente le daban peso a la queja de castrense colombiana. En ese contexto, Uribe pide a Chávez que interceda ante las Farc para la liberación de los secuestrados, hecho ocurrido el 31 de agosto del 2007 en la hacienda presidencial de Hato Grande en las afueras de Bogotá. Aquel día de alto nivel de fraternidad, irónicamente quedará marcado como el inicio de la mayor crisis en las relaciones entre Venezuela y Colombia.


Tanques a la frontera

Chávez dedicó entre agosto y noviembre del año 2007, todos sus esfuerzos para meterse de lleno en la política colombiana. Quedaron al descubierto sus vínculos con la senadora Piedad Córdoba, quien se transformó en su mano derecha para una campaña internacional a favor del intercambio humanitario en los términos en los cuales los presentaban las Farc. El papel de facilitador que Uribe le había asignado a Chávez, fue cambiando por decisión unilateral del presidente venezolano, quien se abrogó el papel de negociador entre Uribe y las Farc ya no sólo en materia de secuestrados, sino de un imaginario acuerdo de paz.

El gobierno de Colombia comenzó a inquietarse y luego a enfurecerse ante la mediática campaña mundial de Chávez, de cuyos movimientos Uribe se enteraba por la prensa. La realización de una reunión cumbre entre el Secretariado de las Farc, representado por Iván Márquez, y Chávez en Miraflores, rebasó la paciencia de Uribe. Mientras Chávez se paseaba por París a cuenta de sus gestiones por los secuestrados, Uribe anunciaba que las gestiones del venezolano habían llegado a su fin. Chávez asumió el hecho como una afrenta personal, habló de traición por parte de Uribe y mandó a retirar su embajador en Bogotá. Comenzaba a nivel internacional una descarnada campaña de descrédito contra Uribe y de apoyo a las Farc, impulsada desde Caracas. Chávez por cuenta propia, se designa jefe de las operaciones para liberar secuestrados en territorio colombiano.

Llegado el 2008, Chávez públicamente se casa con las Farc. En su discurso anual ante la Asamblea Nacional solicitó al mundo el reconocimiento de las Farc como fuerza beligerante con estatus y personería internacional. Después, el 01 de marzo, las fuerzas milites colombianas ejecutan la Operación Fénix, abatiendo a Raúl Reyes en territorio ecuatoriano. La estructura de relaciones de alto nivel entre Miraflores y las Farc se viene a pique y Chávez convence al presiente ecuatoriano, Rafael Correa, de escalar militarmente en la confrontación contra Colombia. Son días de movilización de tanques venezolanos hacia la frontera y de alarma continental por una inminente guerra.


Los archivos de Reyes

Con el cadáver de Reyes, también llegaron a Bogotá computadoras, cds y pendrivers en los cuales estaba depositada el archivo de las Farc. Información sobre la estructura de la guerrilla y sus intensas relaciones con políticos y gobiernos extranjeros quedó en manos de Uribe, quien rápidamente comenzó a filtrarla. Cada periódico importante del mundo occidental recibió su cuota de fotocopias que probaban los nexos entre Chávez y las Farc, con lo cual la cuidada imagen internacional del venezolano fue seriamente mellada.

Gestiones de Fidel Castro, Lula da Silva, del dominicano Leonel Fernández y del mexicano Felipe Calderón, hicieron que las tensiones entre Uribe y Chávez fuera bajando para tranquilidad regional. Mientras los dos presidentes, cada uno por sus razones internas, deciden que llegó la hora de reanudar relaciones y desde finales de mayo los cancilleres Maduro y Araujo comienzan a tender puentes. Para Chávez, según analistas internos, es importante recuperar su buena imagen entre los colombianos residentes en Venezuela, quienes pueden afectar con su voto las candidaturas oficialistas en las elecciones regionales de noviembre.


La cita de Falcón


La cita presidencial de este 11 de julio había sido anunciada para realizarse en Caracas. Venezuela mencionó el palacio de Miraflores como el escenario del reencuentro. Una colorida parada militar en la puerta de Palacio formaría parte del ceremonial con el cual Chávez ofrendaría al visitante. En los intensos contactos entre ambas cancillerías se optó por una sede fuera de Caracas, que garantizara que la reunión no fuera afectada por acciones de calle. Con esta serán ya dos veces en que la ciudad de Coro y el Centro de Refinación de Paraguaná sean escenarios de reuniones Chávez-Uribe. Fue allí donde en noviembre del 2005, en medio de la luna de miel posterior al impasse por el "Caso Granda", los dos presidentes empujaron la decisión de construir el gasoducto transguajiro.

Ya en Brasilia a finales de mayo, en un encuentro de pasillo, Uribe reclamó a Chávez los epítetos que el venezolano le lanzó en los últimos meses. Palabras conciliadoras de Chávez mediantes, ese día, los dos acordaron definir una agenda de puntos positivos para relanzar sus relaciones. Uribe llega a Venezuela con muchas cartas a su favor. Viaja a cobrarle a Chávez, quien se muestra dispuesto a pagar en activos políticos y materiales el arranque de un nuevo modus vivendi entre los dos países. Uribe aspira a neutralizar la presencia política de Chávez en Colombia, garantizar el mercado venezolano a sus empresarios, arrancar proyectos de infraestructura. Chávez está dispuesto incluso a convertir a Colombia en copropietaria de la Faja petrolífera del Orinoco. El juego de los dos proyectos políticos regionales continúa por otras vías. El péndulo bilateral se mueve al otro extremo.

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  Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta


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